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Pinta la Revolución. Arte Moderno Mexicano, 1910 - 1950

Ciudad de México, 7 de marzo de 2017
La Revolución de 1910 transformó México. El Presidente Porfirio Díaz fue destituido. Los próximos diez años se consumieron en una guerra civil, revuelta popular que devino en un nuevo régimen encabezado por caudillos revolucionarios. Dicho régimen promovió una revolución cultural nacionalista que intentó unificar a la ciudadanía.

La pintura mural llegó a ser vista como el arte de la Revolución debido a su carácter popular. El título de esta exposición proviene del encabezado de un artículo de la revista New Masses, en el que el novelista John Dos Passos reconoció en los jóvenes muralistas mexicanos un programa revolucionario y la incorporación del arte moderno con la política de las masas.

Durante la década de 1910, los artistas en México poseían tanto un espíritu cosmopolita como un sentido de pertenencia nacional. El gobierno de Díaz había impulsado los vínculos con Europa para definir a México como una nación moderna. Como parte de este proyecto, varios artistas fueron a estudiar a Madrid, Roma y París para implementar a su regreso los estilos más innovadores.

Sin embargo, para los artistas mexicanos, el modernismo no se trató solamente de ir acorde con el postimpresionismo internacional, el art nouveau o el cubismo. Los artistas estaban interesados en la creación de una estética con carácter mexicano, basada en la historia, las tradiciones y la identidad nacional. Así, las fuentes y los símbolos de la llamada mexicanidad fueron diversos. Uno de ellos fue el entorno natural del país, sus paisajes de valles y volcanes. Otra fuente provenía del legado de la cultura nacional, que incluía tanto el imaginario de las civilizaciones indígenas antes de la conquista española en 1519, como la visualización del México indígena que formó parte de la retórica del régimen posrevolucionario.

El contexto en el que trabajaban los artistas mexicanos cambió de manera radical en la década de 1920. El presidente Álvaro Obregón emprendió una cruzada para unir a los ciudadanos con el nuevo régimen revolucionario por medio de la educación pública y las artes, y conformando una red de artistas a quienes se encargó la creación de murales en edificios públicos. Esta generación de artistas contempló la pintura mural como un medio para representar la historia y los ideales revolucionarios.

Sin embargo, las propuestas artísticas de este periodo fueron diversas. Los artistas mexicanos comprendieron la lucha popular de otras maneras, ya fuera a través de una visión más utópica o mediante un acercamiento a la violencia descarnada de la guerra revolucionaria. Asimismo, se produjeron obras que hacían alusión al llamado “pueblo mexicano” y que buscaban representar de una forma más real sus tradiciones.

A finales de 1921, el joven poeta y abogado Manuel Maples Arce preparó un manifiesto de vanguardia en las calles de la Ciudad de México. Su proclamación anunciaba un salto hacia la ultramodernidad. Los artistas respondieron con composiciones dinámicas y vanguardistas que representaban a la industria moderna y la vida en la urbe.

En la misma década en la Ciudad de México, se reunió un grupo de jóvenes artistas y escritores, más tarde conocidos como los Contemporáneos, que se inspiraron en la vida moderna y estaban en sintonía con las tendencias pictóricas internacionales. Además, estaban a favor del arte como un fin en sí mismo que dejara de ser un instrumento político. Asimismo, plantearon un gran desafío para la cultura posrevolucionaria.

En las décadas de 1920 y 1930, México se convirtió en tema de gran interés por su fuente inagotable de historia y cultura antiguas y como origen de los procesos artísticos modernos. Los museos de Estados Unidos organizaron exposiciones significativas dedicadas al arte mexicano y tanto universidades como otras instituciones realizaron encargos de trabajos murales a los pintores mexicanos, elogiados por su conciencia social.

A mediados de la década de 1930, se vivió una renovación del arte político combativo con el nacimiento de varios grupos de artistas e intelectuales que respaldaban las iniciativas radicales del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas como la cúspide de la reforma social revolucionaria. Estos grupos también apoyaron al Frente Popular internacional en su lucha contra el fascismo en Europa. Además, eventos internacionales como la guerra civil española y la segunda Guerra Mundial trajeron consigo una ola de artistas europeos exiliados a México. El efecto más notable lo ejercieron los miembros del movimiento surrealista internacional.

En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, la tradición del arte polémico y político persistió en la obra de figuras como José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Se dio lugar a una pintura más poética y universal -ejemplificada por Rufino Tamayo- y en sintonía con las tendencias internacionales de desarrollo en el arte abstracto.

Pinta la Revolución. Arte Moderno Mexicano, 1910 - 1950
Hasta el 7 de mayo de 2017
Museo del Palacio de Bellas Artes
Eje central Lázaro Cárdenas esquina con avenida Juárez s/n
Ciudad de México

José Chávez Morado. Carnaval de Huejotzingo. 1939.

José Chávez Morado. Carnaval de Huejotzingo. 1939.

Saturnino Herrán. La ofrenda. 1913.

Saturnino Herrán. La ofrenda. 1913.

Rufino Tamayo. Hombre y mujer. 1926.

Rufino Tamayo. Hombre y mujer. 1926.

María Izquierdo. Altar de Dolores. 1943.

María Izquierdo. Altar de Dolores. 1943.

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