Málaga está más unida que nunca a uno de sus hijos más ilustres, el pintor Pablo Ruiz Picasso. En pleno casco histórico de la vieja ciudad mediterránea se ha inaugurado un gran museo que lleva el nombre del artista y que repara una larga deuda histórica. Hace prácticamente cincuenta años, Picasso quiso donar su colección a la ciudad que le vio nacer, pero las autoridades del momento, en plena dictadura del general Franco, rechazaron la oferta, argumentando que se trataba de un arte degenerado.
Ahora, unos treinta años después de la muerte del artista, se abre la pinacoteca Picasso, cerca de la casa en la que nació, en un palacio renacentista con vocación de museo, el palacio de Buenavista, ocupando además otros edificios anejos, en el corazón del centro histórico de la ciudad. Es un complejo en el casco antiguo de la ciudad, cerca de la Alcazaba árabe, y muy próximo también a los restos del Teatro Romano y a la Catedral renacentista.
Christine Ruiz-Picasso, nuera del artista malagueño y principal artífice del Museo, al haber donado o prestado el grueso de las 204 obras de la colección permanente, aseguró que este proyecto "es una historia de amor", que dedica "a la memoria" de su marido, Paul.
UN PROYECTO LARGAMENTE ESPERADO.
Antes de la inauguración oficial, Christine compareció en una multitudinaria rueda de prensa junto a su hijo Bernard, nieto del pintor; el presidente andaluz, Manuel Chaves, y la directora del Museo, Carmen Jiménez. Recordó su primer viaje a Málaga, en 1954, junto al primogénito de Picasso -Paul, que poco después se convertiría en su marido-, con el objetivo de cumplir el deseo del artista de tener obras en su ciudad natal: "No fue posible lo planeado, por razones políticas".
El proyecto que ahora culmina tuvo su origen en 1992, cuando al exponerse en el Palacio Episcopal algunas de las obras en la muestra "Picasso Clásico". Christine se entusiasmó entonces con el fervor de los malagueños por el artista del cubismo, lo que le hizo recordar aquel primer viaje “y la necesidad de cumplir el deseo de mi suegro".
"Él –recordó Christine- sabía lo que ocurría aquí; sufría mucho por el hecho de que la dictadura impidiera que sus obras volvieran y vivió muy marcado por ello".
Para la nuera del artista, no cabe destacar ninguna de las obras que ha dejado en Málaga, porque "cuando uno se separa de cosas queridas, todas tienen un significado".
Bernard, el nieto del pintor, coincidió con su madre al destacar las emociones que supone el proceso de creación del Museo, una experiencia muy importante en su vida, con la que se ha cumplido el sueño del abuelo.
El presidente andaluz, Manuel Chaves calificó las obras de la colección permanente como "204 cantos a la libertad, la democracia y la convivencia”. Para él, París o Barcelona (ambas ciudades con excelentes pinacotecas dedicadas a Picasso) han reivindicado la figura de Picasso, seguramente con legitimidad, pero hasta ahora nadie pensaba en Málaga, y el único que lo hizo era el propio pintor.
El Museo Picasso de Málaga ha supuesto una inversión notable para el gobierno de Andalucía y tiene unas previsiones máximas de afluencia de 600.000 visitantes al año.
Sus instalaciones ocupan una superficie de 8.300 metros cuadrados, entre el antiguo Palacio de Buenavista, del siglo XVI, y las edificaciones anexas que se han erigido en la zona de la judería de Málaga para albergar las salas de exposiciones temporales e instalaciones como un auditorio o una biblioteca, entre otras.
Todo ese complejo fue inaugurado por los reyes de España. "Málaga se lo merecía, y Picasso también", fue el comentario de admiración con el que el rey resumió su impresión sobre el museo, momentos después de inaugurarlo.
Picasso vuelve a Málaga, mas de un siglo después de su última marcha de la ciudad, en 1901. El amaba mucho a París y a Cataluña... pero nunca dejó de sentir un lazo fuerte con la tierra andaluza que le vio nacer.
Tomás Alvarez