Madrid, mayo de 2008
La cartografía y la elaboración de mapas son actividades anteriores a la aparición del relato escrito. Los mapas se utilizaron desde muy pronto en casi todos los aspectos de la vida: establecer distancias, recorridos y localizaciones, para la guerra y para el comercio, y, aunque los más antiguos se remontan a los babilonios, que los tallaron en tabillas de arcilla, la necesidad de elaborar mapas será pronto universal.
Pero la cartografía se unirá pronto a la historia de los robos de mapas. Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX los coleccionistas de mapas constituyen un reducido número de bibliófilos o especialistas. Con el tiempo los mapas se convierten en objeto de adorno, elemento decorativo que ennoblece salas y despachos. Pero la mayoría de los que se conservan no están aislados, ni en hojas sueltas, sino que forman parte de volúmenes manuscritos o impresos que, como piezas históricas localizadas en las colecciones de las grandes bibliotecas, una vez que han perdido su importancia estratégica, pasan a ser codiciadas piezas de coleccionistas.
Lo que interesa es el mapa y, por tanto, los manuscritos e impresos antiguos comenzarán a mutilarse sin contemplaciones. Se diseñan estrategias para acceder a ellos, separarlos del volumen del que forman parte y venderlos.
A lo largo del siglo XX el robo de mapas deja de ser un hecho raro. No conocemos con exactitud la cantidad de documentos que desaparecen cada año, ni el número de obras que en todo el mundo se mutilan con este fin, pero no hay que olvidar que bibliotecas de la importancia de la British Library de Londres, la Haughton Library de la Universidad de Harvard, la Chicago Newberry Library, la New York Public Library, la Biblioteca Pública de Boston, han sufrido robos de mapas de gran magnitud.
La Biblioteca Nacional de España se ha visto también «perturbada» por el robo de mapas de sus colecciones. En agosto de 2007 una comprobación rutinaria detecta la falta de determinadas piezas de la colección. Se inicia, así, un proceso que lleva a exponer las piezas recuperadas recientemente.
Gracias al intenso y magnífico trabajo de investigación dirigido por la Unidad de Patrimonio de la Guardia Civil, los mapas (a miles de kilómetros) fueron localizados y devueltos a la Biblioteca Nacional de España.
Las distancias recorridas y los lugares donde aparecieron aportaron al tiempo información sobre los caminos que recorren los objetos robados y cómo algunas de estas piezas llegan a dar la vuelta al mundo.
BIBLIOTECA NACIONAL
Paseo de Recoletos 20
28001 MADRID
www.bne.es
Uno de los mapas robados. Biblioteca Nacional