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Las huellas de los naufragios del Caribe

Ciudad de México, 26 de julio de 2013
Desde hace siglos, en este atolón, ante las costas de Quintana Roo, han naufragado innumerables embarcaciones. El núcleo de la zona emergida está rodeado por una gran barrera de coral, sumergida pero a escaso nivel de la superficie. Una trampa para la navegación.

Chinchorro forma parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, la barrera de arrecifes más grande de México que corre paralelo al litoral caribeño de México, Belice, Guatemala y Honduras.

Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizaron el registro, liberación y toma de muestras de algunos naufragios, entre ellos el del sitio “40 Cañones”, quizá el más famoso, localizado al norte de esta barrera arrecifal.

Desde un ancla aislada, hasta amplias áreas donde se dispersan los restos de navíos y sus cargamentos, en esta reserva de la biosfera, la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH ha registrado 69 sitios culturales que yacen bajo las aguas caribeñas y son la mansión de corales, esponjas, caracoles rosados, langostas, medusas, anémonas, erizos y rayas.

En junio el equipo se centró en el sitio “40 Cañones” para continuar con la investigación de los vestigios sumergidos. En el lugar se hallan 36 piezas de artillería, cargamento que al parecer provenía de una fragata que varó en este lugar en la segunda mitad del siglo XVIII, explicó la arqueóloga Laura Carrillo, responsable de este proyecto de investigación.

En este punto también se localizan restos de la estructura del casco, un ancla, municiones de mosquete y otros materiales dispersos a lo largo de 38 m y 24 m de ancho, sobre un eje este-oeste.

De momento se ignora la identidad del navío sumergido, aunque se piensa que debe ser una fragata española o tal vez inglesa.

En la reciente temporada de campo se continuó el monitoreo fotográfico de pecios volcados que asoman en el espejo de agua, se trata de seis cargueros y un remolcador que datan del siglo XX, entre ellos Tropic, Casell, Hubba y Emily.

En un par de estos pecios los procesos de deterioro son acelerados porque tienen buena parte de su cuerpo a la intemperie, y dos huracanes, apuntó Laura Carrillo, han azotado esta zona desde 2006.

Los trabajos de la expedición, realizada del 5 al 17 de junio, contemplaron además análisis de corrosión en el sitio de “Caldera” que corresponde a un vapor de fines del siglo XIX o inicios del XX, así como “Ladrillos”, un pecio de la centuria pasada, del que se conservan la quilla, la sobrequilla y unos tablones del forro del casco, de éste también se tomaron muestras de las arcillas y de la madera.

Bajo las aguas de Banco Chinchorro yacen también naufragios de lo que se tiene referencia por fuentes históricas, pero que siguen sin ser identificados por los arqueólogos subacuáticos, uno de ellos es “Tetis”, una fragata española del siglo XVIII, o bien, sitios a los que únicamente saben llegar los pescadores de Mahahual y Xcalak, quienes son parte fundamental en el trabajo de registro arqueológico.

En el Banco Chinchorro permanecen los vestigios de naufragios que datan de los siglos XVI al XX. fotos de Octavio del Río (SAS) / INAH.

En el Banco Chinchorro permanecen los vestigios de naufragios que datan de los siglos XVI al XX. fotos de Octavio del Río (SAS) / INAH.

El Banco Chinchorro siempre fue una trampa para la navegación. fotos de Octavio del Río (SAS) / INAH.

El Banco Chinchorro siempre fue una trampa para la navegación. fotos de Octavio del Río (SAS) / INAH.

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