México, 5 de marzo de 2013
La exposición se titula “Supresión y reajustes. La polémica de la Virgen de la Luz” y en ella se analizan los cambios en las representaciones de esta advocación, desde su llegada a la Nueva España durante la primera mitad del siglo XVIII y hasta finales del siglo XIX, entre ellos, la supresión de un dragón con las fauces abiertas
Según informa el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, en la muestra hay piezas que recrean la imagen original traída por los jesuitas a México como otras con las modificaciones que sufrió por disposiciones eclesiásticas locales en 1771, y en la misma hay imágenes y una colección de escapularios.
Es comisario de la exposición el historiador Juan Manuel Blanco Sosa, quien destaca que la imagen original surgió en los inicios del XVIII en Sicilia, a propuesta del jesuita Antonio Genovesi. En 1732 un lienzo fue traído a la Nueva España para dejarlo en la actual Catedral de León, Guanajuato y durante el viaje parece que pasó por Puebla, donde se generó una gran devoción.
Esta muestra, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, permanecerá abierta hasta el 5 de mayo e incluye la exhibición del libro La devoción de la Madre Santísima de la Luz, impreso en 1737, cuyo grabado en su interior contiene la iconografía original: la Virgen de cuerpo completo, coronada por ángeles, vestida con una túnica y un manto, cargando en su brazo izquierdo al Niño Jesús, en tanto con el derecho sostiene la mano de un alma en pena que saca de las fauces del Leviatán, especie de dragón o bestia marina.
Según el comisario de la muestra, en 1767 los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España por el rey Carlos III (1759-1788) y con la orden de destierro se abrió la discusión sobre las devociones que eran promovidas por ésta. En 1771, durante el IV Concilio Provincial Mexicano, se debatió sobre uno de los elementos de la Virgen de la Luz: la acción de sacar a un alma de las fauces de dicho monstruo asociado con el demonio, atribución que no era propia de la virgen, por lo que se legisló para modificar la imagen porque daba una idea errónea a la feligresía.
En lo referente a la Virgen de la Luz algunos obispos impusieron alteraciones, como Francisco Fabián y Fuero que dictó para el obispado de Puebla la disposición de suprimir las fauces del demonio sobre cualquier lienzo o estampa. También ordenó colocar a la Virgen elementos de la Inmaculada Concepción, como la media luna a sus pies, el sol asomándose detrás de su manto, o la integración de una corona de doce estrellas.
Blanco Sosa explicó que a lo largo del siglo XVIII las modificaciones iconográficas fueron muy promovidas y acatadas, pero en 1828 el obispo poblano Antonio Joaquín Pérez Martínez promovió la devoción a la Virgen a través de una oración, la cual era acompañada de un grabado con la iconografía original, con lo que se repuso de facto la reutilización de la iconografía original. Durante el siglo XIX las representaciones fueron indistintas, es decir, algunos casos con rasgos originales y otros alterados.
Nuestra Señora de la Luz. Litografía sobre papel. Colección Museo de Arte Religioso ex Convento de Santa Mónica
Nuestra Señora de la Luz S / F. Castillo. Óleo sobre tela, aplicaciones en plata y concha. Colección del Museo de Arte Religioso ex Convento de Santa Mónica