Madrid, 20 de noviembre de 2013
La Fundación Arte y Mecenazgo —impulsada por ”la Caixa”— presenta El coleccionismo de arte en España. Una aproximación desde su historia y su contexto. Es este el segundo estudio promovido por la Fundación Arte y Mecenazgo que impulsa ”la Caixa” para el estímulo y divulgación del coleccionismo de arte como fuente de mecenazgo de la cultura.
La historia del coleccionismo en España, como la de cualquier otro país, enlaza dos caminos: el del coleccionismo público, que crea el telón de fondo adecuado para la formación de la sensibilidad estética de un país, y el del coleccionismo privado. Ambos retratan a quienes se empeñaron en ello a lo largo de los siglos, y conforman el paisaje cultural en el que debe inscribirse cualquier actividad coleccionista posterior, por mucho que se realice entre bastidores, en el lado interior de la escena cultural.
El estudio profundiza en la escasa tradición del coleccionismo privado que se da en España, detallando los factores históricos que lo explican desde el Siglo de Oro hasta la actualidad. Remontándose hasta el siglo XVI, detalla la evolución del coleccionismo público y privado y cómo, en el siglo XIX, se produce una interrupción de la tradición coleccionista que no revierte hasta la llegada de la transición democrática.
La Fundación Arte y Mecenazgo ha llevado a cabo en los dos últimos años una profunda labor de investigación sobre la situación del coleccionismo como fuente de mecenazgo en España. El resultado se extructura en tres bloques: retratos, paisajes e interiores.
Retratos: el coleccionismo de arte desde el Siglo de Oro hasta el siglo XX
Este capítulo traza la historia del coleccionismo de arte en España desde el Siglo de Oro hasta la primera mitad del siglo XX, atendiendo al papel jugado por determinadas personalidades en la formación de las colecciones de arte.
A partir de los siglos XVI y XVII, existieron en España importantes coleccionistas que atesoraron en sus colecciones piezas procedentes de toda Europa. Nobleza y Corona rivalizaron en el terreno del coleccionismo en un contexto de indudable florecimiento cultural en los círculos de la Corte.
Durante el reinado de Felipe IV se produjo en la Corte madrileña uno de los momentos más brillantes del coleccionismo, con un creciente interés por el coleccionismo especialmente de pintura y una promoción del arte que hoy entendemos como mecenazgo. Paralelamente, otros coleccionistas dentro y fuera de la Corte participaron de estos ideales ilustrados. Fue el momento álgido del coleccionismo en España.
El paso del siglo XVIII al XIX marcó una bifurcación de caminos. Surge un nuevo tipo de coleccionista de carácter burgués, de gustos más variados y personales.
Con Fernando VII, y pese a la fundación del Museo del Prado en 1819, se produce un quiebro del mecenazgo regio hacia el arte y se agudiza una tendencia a la escasa sensibilidad personal por el patrimonio artístico heredado.
A lo largo de todo el siglo XIX, la posición oficial hacia lo artístico en general y hacia el coleccionismo en particular acusó la actitud displicente de las nuevas élites políticas españolas. Durante casi doscientos años, los poderes públicos parecieron entender la simple existencia de instituciones museísticas como una señal para inhibirse del apoyo al arte y a su coleccionismo.
Este distanciamiento tendrá consecuencias de enorme peso en la cultura española moderna y contemporánea.
Durante el siglo XIX y principios del XX, se invierte la situación del Siglo de Oro, pasando España de importador a exportador de arte. El país se convierte en centro de atención del coleccionismo internacional, y muchas piezas salen de sus colecciones originales para incorporarse a otras extranjeras. Entre los factores se encuentran, además de la decadencia económica y cultural de los coleccionistas aristocráticos, la ineficacia de la legislación de protección del patrimonio nacional y la ausencia de un verdadero mercado profesional y reglado.
Con la Guerra Civil, colecciones públicas y privadas sufrieron daños y pérdidas o tuvieron que ser trasladadas. Paralelamente, algunos coleccionistas aceleraron la adquisición de obras para poner a salvo su patrimonio artístico. En los años que siguieron a la guerra, afloran pocas noticias sobre colecciones y coleccionismo privado. En la década de los cuarenta, aparecen algunas galerías en Madrid, Barcelona y Bilbao, y nuevos coleccionistas empiezan a surgir. Pese a este relevo, la actividad coleccionista seguirá desarrollándose de forma cauta, silenciosa.
Paisajes: contexto institucional del coleccionismo en los siglos XIX y XX
Este capítulo está dedicado a la institucionalización del arte contemporáneo en España. El desarrollo del coleccionismo público ha sido uno de los factores clave en la normalización de la presencia del arte contemporáneo en la vida española de las últimas décadas y, por lo tanto, en el desarrollo del coleccionismo privado.
En el siglo XIX, la burguesía que podía haber tomado el relevo del coleccionismo no era lo suficientemente fuerte ni económica ni culturalmente como para hacerlo de forma satisfactoria. Además, durante buena parte del siglo XIX no se contó con ningún museo específico de arte contemporáneo comparable con los que empezaban a surgir en esa época en Europa y Estados Unidos. Así, el coleccionismo de arte contemporáneo quedó casi desierto durante prácticamente un siglo.
Desde finales del siglo XIX y durante los tres primeros cuartos del XX solo tres museos de carácter oficial dedicaron su actividad al arte moderno y contemporáneo del aguna forma y con más o menos acierto: el Museo de Arte Moderno de Madrid –cuya intención nunca llegó a fructificar-, el Museo de Arte Moderno de Barcelona y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, estos dos últimos con el apoyo de las administraciones municipales y provinciales y del coleccionismo burgués local.
Durante los años cincuenta, se observa un tímido cambio de ciclo en cuanto a la relación del arte contemporáneo con las instituciones públicas mediante la apertura de nuevos centros, muchos de ellos menores y alejados de las grandes ciudades. El progresivo cambio de situación se hace visible también en el papel jugado por algunas fundaciones y coleccionistas privados, que dedicaron grandes esfuerzos a generar colecciones y programas de exposiciones que contribuyeran a familiarizar al público general con el arte del siglo XX y a fomentar el arte contemporáneo mediante su coleccionismo.
Ya en la transición, la percepción de un cambio de ciclo histórico alentó un aumento exponencial de la actividad cultural en todo el país. Con la llegada de la democracia, se inicia una nueva fase en la institucionalización del arte con la creación del Ministerio de Cultura, que se marca dos propósitos: uno, educativo, para acercar los grandes hitos del arte moderno y contemporáneo a la población; otro, político, para proyectar una imagen renovada del país.
Se celebran grandes exposiciones, se crea un programa de promoción exterior de artistas españoles y, a partir de los noventa, le sigue en todo el territorio nacional una fase de creación de estructuras estables, en ocasiones mediante colecciones propias, con el objetivo declarado de hacer explícita la modernización del país.
En lo que respecta al coleccionismo privado, a partir de los ochenta se produjo la creciente visibilización de la figura del coleccionista particular. Hasta entonces, los coleccionistas ofrecían un perfil de cierta reserva, a pesar de sus contribuciones a exposiciones. Se transmitió al público general la noción del coleccionista como personaje de fuerte atractivo, cuya personalidad se basaba en valores tan contemporáneos como pasión y libertad. El coleccionista también podía ser entendido desde el sentido de aportación a lo colectivo y por su apoyo a la creación.
Interiores: notas sobre el coleccionismo particular en España, hoy
El último capítulo supone una aproximación al coleccionismo privado español en la actualidad. Reconociendo los cambios registrados en los últimos años tanto en el perfil del coleccionista como en el de las colecciones, esta aproximación señala que el coleccionismo de arte en España sigue teniendo mucho de reto, del mismo modo que sigue pendiente la sensibilización real de la sociedad por el arte.
María Dolores Jiménez-Blanco, la autora del informe, durante su presentación en Madrid el pasado 14 de noviembre
El presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, Leopoldo Rodés; la directora de la Fundación Arte y Mecenazgo, Mercedes Basso, y María Dolores Jiménez-Blanco