Madrid, 15 de marzo de 2013
La muestra se exhibe del 22 de marzo al 9 de junio y plantea, por primera vez, una antología del Hiperrealismo desde los grandes maestros norteamericanos de la primera generación, como Richard Estes, John Baeder, Robert Bechtle, Tom Blackwell, Chuck Close o Robert Cottingham, a su continuidad en Europa y al impacto en pintores de generaciones posteriores, hasta la actualidad.
Organizada por el Institut für Kulturaustausch (Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania) y comisariada por su director, Otto Letze, esta retrospectiva reúne 66 obras procedentes de diversos museos y colecciones particulares.
La Kunsthalle de Tubinga (Alemania) ha sido la primera escala de un recorrido que llevará la muestra a varias ciudades europeas. Desde el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid viajará luego al Birmingham Museum & Art Gallery (Reino Unido).
A finales de los años 1960 surgió en Estados Unidos un grupo de artistas que pintaban con gran realismo objetos y escenas de la vida cotidiana utilizando la fotografía como base para la realización de sus obras.
La exposición que presenta ahora el Museo Thyssen‐Bornemisza plantea, por primera vez, una antología del Hiperrealismo desde los grandes maestros norteamericanos de la primera generación a su pervivencia en la actualidad.
El Hiperrealismo no es un movimiento cerrado; hoy, más de cuarenta años después de su aparición, continúan en activo muchos de los pioneros del grupo y nuevos artistas utilizan la técnica fotorrealista en sus creaciones.
Paisajes urbanos, escaparates, relucientes motocicletas, juguetes de hojalata, botes de kétchup… Los principales asuntos que ocupan el interés de los pintores hiperrealistas están tomados del mundo que les rodea, de su propio entorno personal, dando visibilidad a lo cotidiano a través de su pintura.
Son motivos intrascendentes que captan primero a través de la fotografía y que después trasladan al lienzo mediante un laborioso proceso, utilizando diversos recursos técnicos, como la proyección de diapositivas o el sistema de trama. Son obras generalmente de gran formato, pintadas con tal precisión y exactitud que los propios lienzos producen una impresión de calidad fotográfica, pero realizadas mediante un proceso creativo completamente opuesto a la inmediatez de la instantánea fotográfica.
Primera generación
La primera generación de hiperrealistas es casi exclusivamente norteamericana; trabajan unos en la Costa Este, básicamente en Nueva York, o en la costa de California. Con algunas particularidades, sus temas muestran el estilo de vida americano, “the american way of life”, imágenes de la vida cotidiana, artículos de consumo y vehículos son los temas más representativos.
Automóviles, motocicletas, camiones, auto‐caravanas…, los vehículos significan movilidad, libertad y, por tanto, son una parte muy representativa de la sociedad estadounidense y de cómo se ve a sí misma. Además, los materiales utilizados en carrocerías, llantas o parachoques y los reflejos que se producen al recibir la luz les resultan fascinantes.
Segunda generación hiperrealista
Atraídos igualmente por plasmar la realidad cotidiana, los artistas de la segunda generación hiperrealista, que trabaja en los años 1980 y 1990, muestran un mayor interés por trasladar al lienzo las fotografías con el máximo rigor en los detalles, incorporando a su trabajo las enormes posibilidades que les brindan las nuevas tecnologías digitales y fotográficas. Se alejan de lo pequeño y se centran en paisajes urbanos de grandes dimensiones, uno de sus temas preferidos y para el que utilizan con frecuencia el formato panorámico.
El italiano Anthony Brunelli fotografía los modelos con un objetivo gran angular, uniendo después varias imágenes en el lienzo; pinta así vistas urbanas de los diversos países en los que trabaja. Robert Gnieweck se siente atraído por los paisajes urbanos principalmente al atardecer o de noche, le fascinan los espectáculos de luz nocturnos; Davis Cone lo hace con las salas de cine, dentro y fuera de la ciudad; y el francés Bertrand Meniel, a pesar de su origen, se interesa de nuevo por las grandes ciudades estadounidenses. Los avances tecnológicos se notan en el resultado final de las obras, con una apariencia de mayor nitidez y detallismo.
La escasa presencia de la figura humana, característica por otro lado bastante frecuente en el Hiperrealismo, aumenta la impresión de frialdad y distanciamiento.
Tercera generación
Los artistas actuales, la tercera generación de hiperrealistas, trabajan con las cámaras digitales más modernas y consiguen llevar la pintura realista a otra dimensión, creando experiencias visuales completamente nuevas. Las imágenes digitales aportan más información que las reveladas a partir de un negativo; en particular, la nitidez de los contornos y la alta definición convierten literalmente la imagen representada en un objeto “hiperreal”.
Roberto Bernardi se centra en bodegones, Raphaella Spence toma fotografías desde helicópteros o rascacielos, Peter Maier se interesa fundamentalmente por la representación de superficies y Ben Johnson por las arquitecturas, realizando después numerosos dibujos con la ayuda del ordenador. La ciudad y sus habitantes siguen centrando la atención de artistas, como el norteamericano Robert Neffson o el británico Clive Head.
Con esta increíble definición y nitidez, las obras hiperrealistas continúan fascinando al público.
Ralph Goings. Los favoritos de América, 1989. Óleo sobre lienzo. Collection of Susan P. and Louis K. Meisel, Nueva York. Exposición sobre el Hiperrealismo en el Thyssen Bornemisza.
John Kacere. Serina 72. 1972. Óleo sobre lienzo. Colección of Bruce T. Lewin. Nueva York. Imagen Luis K Meisel/ Institut füe Kulturaustausch, Tübingen. Exposición sobre el Hiperrealismo en el Thyssen
Don Eddy. Sin título (4VWs, 1971). Pintura acrílica sobre lienzo. F.Javier Elorza. Imagen Richar Estes/Gonzalo de la Serna Exposición sobre el Hiperrealismo en el Thyssen Bornemisza.