Y cuando hablamos de patrimonio nos referimos a un amplio espectro que va desde los elementos artísticos al ecosistema.
En estos días se han publicado noticias que alertan de que buena parte del patrimonio cultural de Italia se encuentran en peligro y que la crisis aumenta la desatención. Las penurias han motivado que desde 2008 se hayan contabilizado 15 emergencias arqueológicas graves solo en Pompeya, y decenas más en el resto del país.
Informaciones recientes recordaban que el techo de Domus Áurea se vino abajo el año pasado; en el Coliseo, varios bloques de mortero se desprendieron de los muros hace días y en Pompeya, lo que no consiguió el Vesubio lo podría lograr la falta de presupuesto: el pasado noviembre la Domus de los gladiadores, de 2.000 años de antigüedad, se derrumbó hasta quedar reducida a escombros.
Por citar el patrimonio medioambiental, WWF, SEO/BirdLife y Ecologistas en Acción han alertado de la grave situación en la que han quedado los Centros de Recuperación de fauna de Castilla – La Mancha, comprometiendo seriamente la supervivencia de especies protegidas y gravemente amenazadas como el águila imperial, el buitre negro o incluso el lince ibérico.
La Consejería de Agricultura ha decidido no renovar el contrato del personal especializado de los cinco centros de recuperación de fauna de la comunidad. En los centros de recuperación de fauna de Castilla-La Mancha se reciben cada año cerca de 3.000 ingresos de animales, de los cuales un tercio son reintegrados posteriormente a su medio natural, tras una atención especializada. Además, estos espacios reciben más de 10.000 visitas al año de escolares y ciudadanos dentro de los importantes programas de educación ambiental que se imparten en las instalaciones.
Tras la decisión estas dos funciones y los correspondientes programas de investigación, quedan paralizados. Si en este momento apareciera herido cualquier ejemplar de una especie amenazada, como un águila imperial o un lince ibérico, no podría recibir el tratamiento adecuado.
Son dos ejemplos.
Es cierto que las dificultades económicas obligan a un uso más racional de los recursos. Los ciudadanos lo entienden. Pero también es cierto que una de las obligaciones de cada generación es la de transmitir a la siguiente el legado patrimonial que ha recibido.
Los gobernantes deben entenderlo así.
Interior del Coliseo. Raquel Alvarez Canseco, Guiarte.com