Eso dice Gregorio, un peregrino que relata sus experiencias por tierras rurarles del noroeste.
Notas de una guía emocional del Camino de Santiago:
Cuando inicié por primera vez los preparativos para peregrinar a Santiago me preocupaba de recoger datos técnicos: equipajes, etapas, kilómetros; datos geográficos: temperaturas, desniveles; logísticos, albergues, restaurantes, tiendas. Pero... ¿y la preparación emocional? ¿Quién podía suponer el impacto que el Camino iba a producir en mi vida y en mi forma de pensar y actuar?.
Por ese motivo mi empeño no va dirigido a una guía de recursos técnicos ni logísticos si no a apreciaciones de cómo puedes sentirte cuando estás en el Camino por primera vez.
No pretendo enseñar a nadie a como afrontar esos momentos de desánimo ni como educar la voluntad, solo os digo que eso es tan necesario como medir las fuerzas físicas y que al final...
Riego de Ambrós ... / ...
Se sale de la población por un rincón frondoso que baja bruscamente por una roca y, si está húmeda, hay que tener cuidado pues parece una pista de patinaje. Llegamos a una zona junto a un riachuelo con un soto de preciosos y frondosos árboles. Cuando el camino se endereza vimos a una señora en el suelo con una pernera del pantalón remangada y un señor mayor, como de setenta años, con aspecto de ser lugareño que al parecer estaba curándole.
Estábamos como a diez o quince pasos y nos pusimos alerta por si se nos necesitaba para algo. Conforme íbamos acercándonos, nos dimos cuenta de que el señor estaba aplicándole un masaje en la pierna remangada, nos pareció una situación extraña. Al estar a su alado les preguntamos si necesitaban algo y si podíamos ayudar, la señora, que tenía cara de dolor negó con la cabeza y con algo de acento extranjero dijo "gracias". El lugareño, sin parar su masaje, nos dijo:
La cosa va bien, aunque estaban muy cargados los gemelos. ¿Ustedes van bien?, ¿necesitan un masaje? Y dirigiéndose a mí:
Parece que anda mal.
No se preocupe son ampollas pero ya están casi curadas. Adiós y gracias.
De nada, adiós, adiós.
Seguimos Camino hacia Molinaseca. La bajada es vertiginosa por un sendero que evita la carretera hasta un recodo justo antes de la entrada al pueblo.
Sales, de entre las piedras al asfalto, ves a tu derecha la torre de una iglesia y frente a ti un bucólico paraje compuesto de riachuelo, puente medieval y pueblo de piedra con aspecto de dragón dormido que expulsa el humo de sus entrañas en ebullición, por las chimeneas de sus narices.
Se cruza el pueblo por la calle principal y se va descubriendo que está habitado y vivo de comercios, vehículos, niños, hostales y veraneantes, palabra esta que reivindico por sus connotaciones de ocio y cultura. ... /...
Ponferrada. ... / ...
Salí solo a cenar, ya que Francisco sufría una mala digestión, secuelas todavía del hostal de Hontanas y del botillo y Valmor y Aldair prefirieron quedarse en el albergue y tomar algo frío.
Sobre las diez de la noche vimos entrar al albergue a la señora del masaje que resultó ser brasileña.
Francisco había entablado conversación con ella y con su pareja; le habían confesado que acudieron al Camino más como una linda aventura místico-religiosa que como la prueba física y mental que supone andar todos los días entre veinte o treinta kilómetros, tú, sin ayuda y sin una preparación previa.
Francisco comenzó a meditar en voz alta: "De nada o casi de nada, valen las guías y las referencias de otros peregrinos, por muy fiables y bien intencionadas que sean. Solo cuando te enfrentas personalmente al reto de acostarte en un lecho por el que han pasado otras personas, de ducharte con otros peregrinos, de madrugar aún sin querer porque otros se levantan, de deslumbrarte por las linternas de los que van al baño, de pasar mucho frío siendo de un país paradisíaco y tropical, de ya no sentir los pies de puro doloridos y todo esto pensando en que son tus vacaciones del año, del considerable gasto que supone el viaje y que es lo mismo que costaría ir a París o a la Riviera o a Grecia por no decir a Marbella o a California o la Florida haciendo de turista, tomando un Martini en vez de esta lata de CocaCola en un bar de pueblo en un lugar remoto de un camino olvidado que va a Santiago a ver una tumba que posiblemente ni sea la del Santo".
"Pero Francisco - corté la disertación de mi amigo; casi lo mismo nos pasa a todos los peregrinos y aun así la actitud que mantenemos por ejemplo tú y yo es muy distinta, nosotros apreciamos la compañía de otros, compartimos ducha, comida, experiencias, heridas y lo que tenemos, apoyándonos el uno en el otro para conseguir una meta que puede ser mas o menos leyenda, pero que siempre entra en el ámbito de las experiencias humanistas y por tanto formadoras de carácter."
"Todos somos peregrinos, ellos, aún deprimiéndose por lo que podrían hacer, no se dan cuenta de que están recibiendo el mismo pago que nosotros y que cualquiera que peregrine a Santiago, están graduándose en la escuela de la fraternidad y la solidaridad, y aunque no saquen buenas notas, no olvidarán el curso magistral que es el Camino".
"De todas formas Francisco, tengo dudas de que esos reproches al Camino no sean mas que una válvula de escape para la presión acumulada, porque ¿qué les impide dejarlo, ahora que aún quedan otros diez días, y partir hacia los destinos nombrados? Y es más ¿qué estaba haciendo la señora a la salida de Riego?. Se dejaba manipular la pierna dolorida por un desconocido y sólo con la intención de poder seguir hasta Santiago".
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Por Gregorio P. M.
Crucero en Roncesvalles. Fotografía de guiarte.com. Copyright