Madrid, 9 de junio de 2015
La exposición "Zurbarán: una nueva mirada" ofrece una nueva visión de uno de los pintores más importantes del Siglo de Oro español gracias a la presencia de una selección de trabajos inéditos o recuperados en los últimos años que han venido a enriquecer el conocimiento del artista y su trabajo, en el que destacan temas como la religión, la mitología, el retrato o las naturalezas muertas.
A la luz de los estudios realizados en los últimos años, la investigación de los expertos ha permitido actualizar el legado de este maestro, distinguir su autoría en nuevos lienzos, profundizar sobre su taller y colaboradores e incluso añadir datos sobre su vida personal.
Coetáneo de Velázquez, la visión realista y mística de su pintura y su personal manera de tratar los distintos temas característicos de su producción le han convertido en un pintor fundamental que ha sido reconocido por las corrientes pictóricas modernas.

El itinerario comienza con los bodegones del artista y de su hijo Juan y dedicando una mirada a los colaboradores de su obrador. En sus primeros óleos encargados por órdenes religiosas aparecen ya las características de la pintura de Zurbarán: sobriedad, sencillez, formas perfectamente definidas por la luz, expresivos contraluces, excelente dibujo, espiritualidad contenida y un admirable tratamiento de las telas.
La década comprendida entre 1630 y 1640 se considera la más brillante de la carrera de Zurbarán tanto en la calidad como en la cantidad de trabajos que realiza. En Los encargos proceden mayoritariamente de la ciudad de Sevilla. Zurbarán realizaría en esta época pinturas aisladas destinadas tanto a órdenes religiosas o a clientes particulares.
El estilo de Zurbarán sufre una importante transformación hacia 1650. Las formas escultóricas y la intensa luz de sus primeros trabajos dan paso a una penumbra evocadora en la que envuelve a sus figuras y a una pincelada más suave que no resta precisión a sus imágenes. El lienzo se reduce, pues va destinado a la devoción privada de una clientela noble y aristocrática. Sin embargo, sus lienzos conservan intactas las características esenciales de su pintura: el sentimiento religioso o la capacidad para captar las distintas calidades de los objetos. 
Francisco de Zurbarán (1598-1664)
Nacido en Fuente de Cantos, un pequeño pueblo de Extremadura, en 1598, Zurbarán se formaría en el taller de Pedro Díaz Villanueva (Sevilla), donde mantuvo contactos con Francisco Herrera el Viejo, Diego Velázquez y Alonso Cano.
Al terminar su aprendizaje, en 1617, Zurbarán se establece en Llerena durante más de diez años.
Vuelve a Sevilla tras recibir un encargo de los dominicos de San Pablo el Real, para llevar a cabo una serie sobre la vida de santo Domingo.
La primera obra fechada de esta etapa es la Crucifixión. A pesar de su juventud, estas obras muestran ya una prodigiosa capacidad para reproducir los materiales, gran intensidad expresiva en los rostros, delicadeza cromática y un rico colorido.
También trabajó para los frailes de la Merced Calzada, para los que realizó un San Serapio. Por estas fechas ya es uno de los pintores más importantes y famosos de Andalucía.
En 1634 se traslada a Madrid, recomendado por Velázquez para decorar el Salón de Reinos del Buen Retiro con una serie de diez lienzos con los Trabajos de Hércules y dos lienzos sobre el Socorro de Cádiz.
Regresa al año siguiente a Sevilla. Este periodo coincide con su plena madurez artística, siendo también el más fructífero de su producción, llevando a cabo algunas de sus series más importantes, como la de la cartuja de Jerez de la Frontera y la del monasterio de Guadalupe.
Sus últimos años coinciden con el inicio de su declive. De todas formas, mantuvo una gran actividad con el envío de cuadros hacia las Indias: México, Lima y otras ciudades importantes.
En 1658 regresó a Madrid, donde morirá en situación cercana a la pobreza en 1664.
Zurbarán: una nueva mirada
Del 9 de junio al 13 de septiembre de 2015
Sala de Exposiciones Temporales del Museo Thyssen-Bornemisza
Paseo del Prado, 8, Madrid
San Serapio, 1628. Francisco de Zurbarán.
Adoración de los Magos, 1638-1639. Francisco de Zurbarán.
Cristo en la cruz, 1630. Francisco de Zurbarán.
Santa Casilda, 1630-1635. Francisco de Zurbarán.