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Tarraco, puerta de Roma

Tarragona, 15 de septiembre de 2001. guiarte.com

Tarragona fue la puerta y puerto de Hispania para el avance de Roma. La ciudad sigue conservando un interés notable para conocer la historia de hace 2000 años. Ahora tiene, además, una excelente exposición sobre el tema.
Más de 150 piezas de arte romano procedentes de varios museos europeos, como el Capitolini de Roma, el Nazionale Romano o el Cabinet des Medailles de Francia, y otros excelentes centros españoles se muestran en Tárraco, puerta de Roma, que recrea el auge y la decadencia del Imperio. Es una exposición, organizada con motivo de la inauguración del nuevo centro cultural de La Caixa en Tarragona, en la costa mediterránea española.

En el año 218 a.C. un ejército al mando de Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Empúries para cortar la retaguardia de Aníbal después del ataque a la ciudad de Sagunto. Desde allí se dirigió hacia tierras tarraconenses, donde se produjeron los primeros enfrentamientos con los cartagineses. Tras vencerles en la Segunda Guerra Púnica se inició la romanización de la península. El nacimiento del núcleo urbano de Tarraco se sitúa en este periodo. Entre mediados del siglo I a.C. y finales del siglo I d.C. Tarraco alcanzó dimensiones enormes y se convirtió en la ciudad desde la que se planificó la organización de Hispania.

La exposición Tarraco, puerta de Roma pretende mostrar la importancia de Tarraco como ciudad privilegiada y capital de la provincia más extensa del Imperio romano, la Hispania citerior; a su vez quiere poner de manifiesto su relación con diversas ciudades de la península Ibérica y en especial con las otras dos capitales hispánicas: Corduba (Córdoba), la de la Bética, y Emerita Augusta (Mérida), la de la Lusitania. También destacan sus contactos con el Mediterráneo occidental: la Galia, Italia, Dalmacia, el norte de África, con unos intercambios favorecidos por el comercio que entraba y salía por el activo puerto de Tarraco.

La muestra reúne 150 obras procedentes de diversos museos de Europa, como los Musei Capitolini de Roma, el Museo Nazionale Romano, el Cabinet des Médailles de Francia, el Museo Arqueológico de Split, el Institut Nationale du Patrimonie de Túnez y el Musée Cantonal d’Archéologie et d’Histoire de Lausana, entre otros, y también de numerosos museos españoles, como los arqueológicos de Sevilla, Córdoba, Mérida y Madrid, propone una visión de conjunto de la historia de Tarragona, desde la conquista romana en el siglo III a.C. hasta la transformación en gran metrópolis, capital de la Hispania citerior, en tiempos de Augusto; y desde la estancia de Adriano en el año 122 d.C. hasta el siglo III, cuando Tarraco vivió sus últimos momentos de esplendor bajo el mandato del emperador Diocleciano.

La exposición se ha dividido en cuatro grandes ámbitos.

El primero presenta las fases iniciales de la romanización de la península Ibérica. Para ilustrar esta época, se expondrán algunos de los elementos ornamentales romanos más antiguos que se han encontrado, los elementos de la romanización de finales del siglo III a.C. y los ejemplos de asimilación y resistencia de los pueblos indígenas ante la romanización. Pertenecen a esta época piezas como la inscripción cancelada dedicada originariamente a Pompeyo y el fragmento en forma de placa en honor al patrón de la ciudad, Domicio Calvino, mano derecha de César.

Un segundo apartado de la exposición, situado cronológicamente entre mediados del siglo I a.C. y finales del siglo I d.C., partirá de la etapa cesariana y de la conformación de Tarraco como colonia. En esta época Tarraco alcanza dimensiones enormes y desde ella se planifica la organización de Hispania. El emperador Augusto, que residió en Tarraco en dos ocasiones diferentes, desde donde gobernó el Imperio, es la figura clave de esta ciudad. También es importante la figura de Vespasiano, ya que durante su reinado se inició la gran reforma urbanística de la parte alta de la ciudad, siguiendo el modelo del Foro de Augusto, en Roma. En este segundo episodio, Tarraco, además de ser la capital de un conventus (Tarraconensis) y de una provincia (Hispania citerior), administraba un inmenso territorio y poseía una enorme diversidad tanto en los aspectos físicos como en las realidades sociales.

En un tercer periodo se encuentra la Tarraco del s. II d.C. En el año 122-123, el emperador Adriano pasó allí el invierno; en esta época convocó en la ciudad un importante concilium provinciae. Entretanto, Tarraco era una ciudad abierta al Mediterráneo, con una intensa actividad comercial. Son unos años de relaciones internacionales, en las que destacan la importancia de su puerto, la explotación agrícola de las villas y el aumento de población procedente sobre todo de Zaragoza y de otros puntos del Imperio romano occidental.

Por último, se ofrecerá una visión de Tarraco en la antigüedad tardía, como una ciudad viva pero en una etapa de profundos cambios y transformaciones urbanísticas y sociales. Entre los siglos III y V se consolidan los contactos con el norte de África y el Mediterráneo oriental

Del 14 de septiembre de 2001 al 6 de enero de 2002

Comisaria: Isabel Rodà

Producción y organización: Fundación "la Caixa"

Fragmento de un Clipeus con parte del rostro de Júpiter Ammón.

Fragmento de un Clipeus con parte del rostro de Júpiter Ammón.

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