Madrid, 16 de octubre de 2012
El Museo Reina Sofía, junto a la Fundación Botín, presentan una muestra monográfica dedicada a la trayectoria artística de la pintora María Blanchard (Santander, 1881 – París, 1932). Un recorrido a través de 74 obras, la mayoría de ellas pinturas, que reivindica el trabajo de una de las grandes figuras de la vanguardia de comienzos del siglo XX.
La obra pictórica de María Blanchard, partícipe excepcional y personal de las Vanguardias de la primera mitad del siglo XX, establece reveladoras conexiones con su trágica existencia además de habilitar a la creadora como figura coetánea, original y decisiva entre otras grandes figuras del arte.
la retrospectiva, que se podrá ver en el Museo Reina Sofía de Madrid del 17 de octubre de 2012 al 25 de febrero de 2013, narra cronológicamente las tres etapas artísticas de María Blanchard. Su Etapa de Formación (1908-1914), su periodo Cubista (1913-1919), y el retorno a la Figuración (1919-1932):
Entre 1908 y 1914 transcurre la maduración de una identidad pictórica propia donde se aprecia la permeabilidad a las influencias de sus maestros. Es la época de las obras tempranas, los estudios en París y sus primeros contactos con pintores como Anglada Camarasa y Diego Rivera.
A partir de 1913 y hasta 1919 Blanchard, de regreso en París, entra activamente en el círculo cubista de la mano de Rivera. Plena conocedora de los avances estéticos y formales de la nueva vanguardia, se suma con voz propia a este movimiento. Desde 1915 fijará su residencia definitiva en París, donde llegará a ser una figura reconocida, partícipe de las discusiones cubistas y amiga íntima de Lipchitz y Juan Gris. Blanchard lograría un perfecto dominio de la expresión cubista sintética, unida a un orden cromático sentimental lleno de plasticidad poética. Los años finales de la experiencia cubista serán también los del reconocimiento público, con la participación en exposiciones junto a los otros grandes nombres del cubismo.
Una última Etapa de Retorno al Orden hasta su fallecimiento en 1932 muestra a una artista progresivamente aislada, marcada por sus dolencias físicas y volcada en una pintura que es expresión de sus propias vivencias, y que muestra fuertes acentos espirituales después de 1927, año en que la muerte de Gris conmueve a la artista.
Junto a las obras de Blanchard se incluyen obras de sus coetáneos Juan Gris, Jacques Lipchitz o Diego Rivera, que dan idea de los nexos de unión entre sus intereses formales, destrezas y planteamientos pictóricos compartidos.
María Blanchard. Composición cubista - Naturaleza muerta verde con lámpara, 1916-1917.