Madrid, 27 de octubre de 2010
El paisaje aparece en virtud de la experiencia humana en un entorno. Su fisonomía se configura a través de un proceso constante en el que vamos entretejiendo estructuras y significados.
Como en un mapa en que se marcaran maravillas, peligros e ignorancias con figuras fantásticas, las intervenciones artísticas de Santiago Morilla dibujan un territorio que va más allá del mero accidente geográfico. En ellas se pone de manifiesto un contexto plagado de referencias, capaz de desencadenar el pensamiento. El extrañamiento estético hace aflorar así, de un modo contundente e inmediato, una parte del potencial significativo y emocional de una estructura cotidiana.
Santiago Morilla ha trabajado partir de una reflexión profunda acerca de la experiencia en su entorno más cercano. De ahí surgieron unas propuestas que suponen el intento de hacer comunicable la complejidad de dicha reflexión en el ámbito mismo que desencadenó el pensamiento.
Las actuaciones de Santiago Morilla suponen una transformación radical del entorno y la experiencia. Así, éstas se integran en su contexto, adquieren sus dimensiones, se fusionan con él, revelan sus historias, pero también lo modifican. Gracias a ello, en el paisaje resultante la experiencia se produce de otro modo. Y esto sucede tanto para quien se aventura y atraviesa el espacio transformado, como para quien lo observa desde la distancia. Emergen un paisaje en el tiempo para los cinco sentidos y otro sólo para los ojos. Ahora que la visión cenital ha dejado de ser patrimonio divino, las figuras de Santiago Morilla, parientes lejanas de geoglifos como los de Nazca, son un tipo de anamorfosis que sólo puede ser contemplada en su correcta proporción gracias a las imágenes captadas vía satélite. Sólo así se revela el perfil de unas criaturas que mezclan lo humano y lo animal, de híbridos que no sabemos si son fruto del disfraz o del capricho de la naturaleza.
Se trata de seres inadaptados, abocados a la desapación, a morder el polvo y a fundirse con él. Abrir los límites del paisaje para ampliarlo también es señalar su contorno.
LOS LÍMITES DEL PAISAJE
Del 12 de noviembre al 9 de diciembre de 2010
Galería José Robles C/ Belén n º 2, Madrid
El jardín de la buena dicha. Intervención en la plaza M ª Soledad Torres de Acosta de Madrid