La Fundación La Caixa, con notable actividad en el ámbito artístico, ha presentado recientemente sendas exposiciones fotográficas de interés. Una de Antoni Amatller, con fotos del final del XIX, y otra de Abbas, veterano fotógrafo iraní.
Amatller: fotos y chocolates.
Fabricante de chocolates desde 1797, la familia Amatller convirtió su apellido en marca de la casa y alcanzó gran notoriedad a lo largo del siglo XIX. Los carteles, calendarios y cromos de esta firma legendaria se han convertido en preciados objetos de colección y forman parte de la memoria popular. Buena parte del éxito se debe a Antoni Amatller Costa (1851-1910), quien hacia 1872 reorganizó la empresa familiar y llevó a cabo una política de expansión por España. Miembro de la burguesía catalana ilustrada, Amatller compaginó sus intereses industriales con los artísticos. La Fundación ”la Caixa” descubre ahora, en el marco de la Primavera Fotográfica, uno de los aspectos más desconocidos de este hombre polifacético y viajero incansable: su afición por la fotografía.
La exposición El museo doméstico. Un recorrido por las fotografías de Antoni Amatller reúne en Martorell sesenta y nueve imágenes obtenidas a partir de negativos originales: retratos, estampas familiares, fiestas populares, costumbres, monumentos arqueológicos y actos sociales que constituyen un documento sobre la vida cotidiana de la Cataluña modernista, así como un testimonio gráfico de los lugares exóticos que visitó en sus múltiples viajes por el extranjero. Las imágenes pertenecen a los álbumes familiares, custodiados por el Instituto Amatller de Arte Hispánico, situado en la famosa Casa Amatller del paseo de Gràcia barcelonés, obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch y antigua residencia de Antoni Amatller.
La exposición El museo doméstico. Un recorrido por las fotografías de Antoni Amatller, cuyo comisario es Juan Naranjo, se podrá ver en el Centro Cultural de Martorell (paseo de Catalunya, s/n), del 18 de abril al 19 de mayo.
La exposición pretende familiarizar al público con el mundo privado de Antoni Amatller a través de las fotografías que hizo para su disfrute personal y que recrean su universo doméstico. Este «museo imaginario» reúne un total de sesenta y nueve fotografías agrupadas en diferentes apartados que dan cuenta de las múltiples aficiones de Amatller, prototipo del fotógrafo amateur de finales del siglo XIX: el ambiente familiar; las costumbres de la época; los viajes por el extranjero (Francia, Marruecos, Turquía, Suiza, Egipto e Italia); el gusto por la arqueología y las antigüedades; la relación con los prohombres de la época (Apel·les Mestres, Alexandre de Riquer, Josep Lluís Pellicer, Pau Audouard). Más allá de su valor documental intrínseco, las fotografías emanan una atmósfera especial cargada de emoción, melancolía y aspiraciones artísticas.
Las fotografías exhibidas forman parte de los álbumes personales de este fotógrafo aficionado, actualmente custodiados por el Instituto Amatller de Arte Hispánico, cuya sede se encuentra en la famosa Casa Amatller del paseo de Gràcia de Barcelona. La casa, obra de Josep Puig i Cadafalch, se inauguró en 1900. Tres años más tarde, el chocolatero hizo testamento y estipuló que si su única hija (Teresa) moría sin dejar herederos, la casa y las colecciones del industrial debían pasar a manos de la ciudad de Barcelona. De esta forma, Amatller retornó a los ciudadanos los beneficios conseguidos con la industria chocolatera y abrió el camino para la fundación del Instituto Amatller de Arte Hispánico, que actualmente custodia la casa, los fondos fotográficos y la colección Amatller, compuesta por unos 400 objetos (vidrios, piezas arqueológicas de la época romana, pinturas y esculturas medievales y barrocas, mobiliario, ejemplares de indumentaria litúrgica, tapices y cuadros de Ramon Casas y Lluís Graner, entre otros).
La familia Amatller era oriunda de Molins de Rei. Gabriel Amatller, abuelo del fotógrafo, se trasladó a Barcelona a finales del siglo XVIII e instaló una pequeña industria artesanal de fabricación de chocolate en el barrio de Santa Maria del Mar. Antoni Amatller heredó este provechoso negocio. Hacia 1872 reorganizó la empresa familiar, puso en práctica los conocimientos adquiridos en sus viajes por Europa y llevó a cabo una ambiciosa política comercial por España. Fruto de sus esfuerzos son los carteles, calendarios, cromos y demás objetos propagandísticos, hoy día muy valorados por los coleccionistas. Pero Amatller no se limitó a gestionar con eficacia la empresa, sino que compaginó sus intereses industriales con los artísticos, e hizo realidad dos de sus pasiones: el coleccionismo y la fotografía.
Como fotógrafo amateur, fue autor de un sinfín de negativos y supo relacionarse con otros destacados fotógrafos de finales del siglo XIX, y también participó en certámenes internacionales. Amigo y cliente en Barcelona de Pau Audouard ¾fotógrafo oficial de la Exposición Universal de 1888¾, Amatller recibió varias medallas: de manos de la Society of Amateur Photographers de Nueva York, de la Association Belge de Photographie etc. La exposición «El museo doméstico. Un recorrido por las fotografías de Antoni Amatller» revela ahora al gran público una de las aficiones más destacadas de este hombre polifacético que luchó para hacer realidad los ideales de la Renaixença.
Exposición del18 de abril al 19 de mayo de 2002. Centro Cultural de Martorell. Sala de Exposiciones Jaume Muxart. Martorell. Barcelona.
Las fotos de Abbas
La Fundación “la Caixa” presenta en Tarragona 99 imágenes del fotógrafo iraní realizadas en 28 países a lo largo de 7 años, en una exposición: Abbas. Visiones del Islam
“El día después de ser liberado por los americanos, descubro un Kuwait cubierto de escombros de la guerra, cadáveres de soldados iraquíes. Su retirada ha debido ser un auténtico calvario”. Son palabras de Abbas, un fotógrafo iraní que “escribe con la luz”. De Xinjiang a Marruecos, tras recorrer entre 1987 y 1994 un total de 28 países, Abbas retrató el resurgir del Islam y las contradicciones entre una ideología inspirada en un pasado mítico y el deseo universal de modernidad y democracia.
Bajo el título Abbas. Visiones del Islam, la Fundación “la Caixa” presenta ahora, en el marco de la Primavera Fotográfica, estas 99 fotografías ¾en referencia a los 99 epítetos de Alá¾, acompañadas de extractos de libros de viajeros históricos, así como de fragmentos de los diarios de este fotoperiodista que, desde 1981, es miembro de la Magnum Photos. Las fotografías, que se exhiben en el Centro Social y Cultural de la Fundación “la Caixa” en Tarragona, muestran la revolución y la guerra; la vida cotidiana en las ciudades; el mundo de las mujeres, especialmente castigado por los fundamentalistas ¾Abbas dedica la exposición a las mujeres de Afganistán¾; niños que acuden a las escuelas coránicas, cantera del islamismo más ortodoxo; paisajes intemporales formados por calles, cementerios y santuarios; las protestas de los musulmanes europeos contra el escritor Salman Rushdie; manifestaciones en favor del chador, prohibido en las escuelas laicas... En otras palabras, un testimonio en primera persona sobre el Islam y sus gentes.
La exposición Abbas. Visiones del Islam se puede visitar en el Centro Social y Cultural de la Fundación “la Caixa” en Tarragona del 20 de abril al 9 de junio de 2002.
De Xinjiang a Marruecos, de Londres a Tombuctú, pasando por La Meca, la exposición Abbas. Visiones del Islam refleja la vida cotidiana de los musulmanes, su espiritualidad y su mística, los ritos de su fe, así como el fenómeno político que hoy representa el Islam. Las fotografías, tomadas en 28 países (Egipto, Afganistán, Tayikistán, China, Indonesia, Brunei, India, Gran Bretaña, España, Argelia, Senegal, Sudán, Israel, Bosnia e Irán, entre otros), se exhiben junto a fragmentos de los diarios personales de Abbas y de otros viajeros históricos. Estos textos sirven de contrapunto a las imágenes y explican el contexto en que se tomó una determinada fotografía, como la de la pequeña Gulbibi (“reina de las flores”), retratada en Kabul (Afganistán) y cuyo impactante texto explica que “tiene el pie izquierdo amputado como consecuencia de la explosión de una mina. Su pierna y su brazo derecho son una masa en carne viva. Tendida sobre su cama, icono de sufrimiento y dignidad, debe recibir anestesia cada vez que le cambian los apósitos, tan intenso es su dolor”.
Abbas explica que, en 1987, antes de abandonar París para iniciar su largo viaje por estos 28 países, una amiga le aconsejó la lectura de los Voyages de Ibn Batuta, el gran viajante que recorrió las tierras del Islam siglos atrás. Abbas descubre a un Ibn Batuta que ordenó cortar manos, abusó de las esclavas, mandó azotar a inocentes... Abbas, por lo tanto, realiza un viaje a las antípodas. Su cámara capta, por ejemplo, a una militante feminista que batalló en Argelia contra el Código de la Familia; el fervor religioso de La Meca; los dirigentes de Dar al-Ulum, la universidad insignia del Islam ortodoxo, instalada en un pueblo del condado de Yorkshire (Gran Bretaña), etcétera. Escenas y testimonios que dan fe en la exposición de las diferentes realidades y las contradicciones del Islam.
De origen iraní, el fotógrafo Abbas vive en París y, desde 1981, es miembro de Magnum Photos. Entre 1970 y 1978, publicó en las revistas internacionales imágenes sobre los conflictos políticos y sociales de los países del sur, como Chile, Suráfrica, Vietnam, Bangladesh y Biafra. Entre 1978 y 1980, cubrió la revolución iraní. Su libro Iran, la Révolution Confisquée (Clérat, 1979), le forzó a un exilio voluntario de 17 años. Entre 1983 y 1986, viajó a México y publicó Return to México, journeys beyond the mask (W.W. Norton, 1992). Tras Allah o Akbar, voyages dans l’islam militant (1994) recorrió, entre 1995 y 2000, las tierras del cristianismo (Voyage en Chrétientés, La Martinière, 2000). Actualmente trabaja sobre el paganismo.
Refiriéndose a su trabajo, Abbas escribe: “Actualmente, mi fotografía es una reflexión que se concreta en la acción y lleva a una meditación. La espontaneidad –el momento suspendido– interviene durante la acción, en la toma de la imagen. Antes se ha producido la reflexión en torno a la intención; después vendrá la meditación sobre la finalidad. Durante este momento apasionante y frágil se produce la auténtica escritura fotográfica, se establece la secuencia de las fotografías. Así pues, para esta empresa se requiere la inspiración del escritor. ¿No es precisamente el fotógrafo quien “escribe con la luz”? Y sin embargo, a diferencia del escritor, que posee la palabra, el fotógrafo es poseído por su fotografía, por los límites de la realidad que debe trascender si no quiere convertirse en su prisionero.”
Del 20 de abril al 9 de junio de 2002 . Centro Social y Cultural de la Fundación ”la Caixa”. Carrer Cristòfor Colom, 2. Tarragona