Tomás Alvarez
El MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de León, presenta una serie de obras que resumen una prospección de Curto en el espacio fronterizo de lo hispano y lo anglo de los Estados Unidos, recogiendo materiales frecuentemente de desecho con los que hace al espectador partícipe de otra realidad, en la que aparecen paisajes, sueños y canciones.
Curto, ha realizado estudios e investigaciones en España, México Y Berlín, y entre sus series fotográficas son bien conocidas aquellas referidas a los paisajes desolados de México o el sur de Estados Unidos o de las tradicionales comunidades menonitas americanas.
La muestra de León no se refiere a la fotografía, sino a la instalación, al “objet trouvé” con el que reformula la realidad. Una vieja rueda, el capot de un automóvil, unos dólares roídos por los ratones, la antigua nevera o la pila de jaulas de madera con las que evoca el hotel de aire cubista… En esos objetos deja otros símbolos de la cultura del consumo o de la política, desde las estrellas que se identifican con el paisaje o la bandera a las canciones de rock.
Curto utiliza una y otra vez técnicas surrealistas para provocar al espectador, como hace con una enorme plataforma de madera a la que pone un gran pasador en el centro, para engañar la percepción sugiriendo una doble puerta que jamás existió.
Junto a todo ello, algunos cuadros interesantes, realizados con técnicas de driping, que difuminan emociones, inscripciones y realidades
La guía del MUSAC que explica la exposición a los asistentes, tras destacar el valor de Curto como fotógrafo, define la muestra algo así como la obra “menor” del artista. Un error, porque en realidad en el amplio espacio expositivo se halla lo mejor del autor, que capta una realidad o la reinventa no a través del objetivo de una cámara fotográfica, sino merced a unos objetos recogidos a veces de la basura o de la chatarra y primorosamente reeditados.
Así, el techo azul de un automóvil, envejecido y oxidado se transforma en una tormenta negra y metálica que se abate sobre un paisaje desértico, identificado por dos líneas blancas que semejan un horizonte y un par de esbozos de saguaros… o una nevera atemporal, con letras de neón en su puerta, se transforma en un hostal o un bar de carretera, sumido en un espacio y un tiempo tan lejanos como indefinibles.
Y en una esquina de la muestra, un montón de hojas y dólares destrozados por los ratones puede parecer al visitante el fruto del descuido del encargado de la limpieza, que olvidó retirar la basura con el recogedor… pero no. Estamos ante otra metáfora de la existencia: al final, la naturaleza acaba transformando la creación en polvo: las hojas muertas y los billetes de banco, se identifican a la postre por lo que son: materia muerta. El roedor no comulga con los valores de la sociedad de nuestro tiempo.
En la presentación que hace el MUSAC del artista se explica que la exposición Chatarra americana toma su nombre del título homónimo del libro Chatarrra americana [American Chrome] de Edwin Gilbert, novela que muestra los juegos perversos de la industria norteamericana del automóvil en el siglo XX. Este título alude, a su vez, al sobrenombre popular que reciben muchos objetos norteamericanos que, ya en desuso en los Estados Unidos, continúan transitando por buena parte de América Latina. Objetos populares tales como chapas de coches, neveras frigoríficas o radios, que son coleccionados por el artista, quien posteriormente los va interviniendo en el taller para componer objetos, instalaciones o esculturas. Junto a estos artefactos, Curto recuerda una y otra vez la lírica de autores diversos, la cinematografía estadounidense y la música moderna de autores ya clásicos o actuales.
La muestra estará en el MUSAC hasta el 9 de septiembre de 2012
Intalación de Felix Curto, con vieja nevera, en el MUSAC.
Felix Curto, en el MUSAC
American Grateful Thanks 2011.Horma para bota y carátula de CD. Felix Curto, en el MUSAC