El enorme interés que han despertado las culturas maya, azteca e inca, ha provocado que otras antiguas culturas precolombinas de grupos indígenas hayan pasado a menudo desapercibidas. “Colón y los Tainos” se presenta ahora en España con el intento de divulgar algo más sobre este grupo de pobladores de las Antillas.
Los taínos, los habitantes principales de las Antillas Mayores, en los días en que Colón llegó a aquellas tierras, eran gente de color rojizo, cabello lacio, rostro achinado y gesto pacífico
Estos sencillos pobladores, provenientes del ámbito del Amazonas, vivían principalmente de la agricultura y la pesca y sufrían de vez en cuando a otro pueblo que habitaba en territorios cercanos, el de los caribes, también oriundo de la América del Sur y caracterizado por sus acciones sanguinarias y ferocidad.
Taino significaba en lengua nativa “pueblo bueno y pacífico”, y su favorable acogida hacia los españoles tal vez estuvo fundamentada en su condición natural amable y en la esperanza que los hombres que llegaban dominando caballos y fuegos que mataban a distancia fuesen sus aliados para controlar a los caribes
Caixa Girona, en su centro cultural Fontana d´Or presenta esta muestra del 16 de diciembre de 2005 al 29 de enero de 2006, en la que se profundiza en el conocimiento de estos antiguos pobladores del Nuevo Mundo.
El año 1492, en su primer viaje al nuevo continente, Cristóbal Colón ancló en unas nuevas tierras llenas de belleza, las Antillas, lugares poblados por grupos primitivos más o menos evolucionados social y culturalmente. Allí, el almirante descubridor conoció a los lacayos, ciguayos, canibas o caribes, tainos..., grupos ampliamente reseñados en sus diarios y cartas.
Los pobladores del Nuevo Mundo recibieron la denominación genérica de indios, pues los occidentales creían haber arribado a las costas de la Índia.
Los indios fueron descritos entonces, generalmente, como gente hospitalaria: “son gente de amor – dijo Colón – y sin codicia y se adaptan a todo, (...) ellos aman al prójimo como a sí mismos, y tienen el habla más dulce del mundo y mansa, y siempre con una sonrisa. Van desnudos, hombres y mujeres, como sus madres les parieron (...)”.
La exposición Colón y los Tainos, que se presenta en Girona plantea dos visiones que son complementarias. Por un lado, explica qué encontró Colón en su primer viaje, utilizando básicamente los escritos realizados por el propio Almirante y por otros importantes cronistas de la época, y –además- da a conocer diversas particularidades de una de las sociedades más evolucionadas que encontró en su primer viaje al nuevo mundo, la sociedad taina.
Colón y los Tainos enseña a entender la figura del almirante como un descubridor, de la misma manera que se percibe a otra figura capital de la historia, el veneciano Marco Polo, en quien Colón encontró un reflejo ( En Girona se expone un libro de Marco Polo con las anotaciones hechas del propio Colón). La exposición invita a ser contemplada como un proyecto de descubrimiento, no como un fenómeno de conquista y colonización.
Los tainos habitaban el amplio territorio de las llamadas Grandes Antillas: en La Española, Puerto Rico y la zona más oriental de Cuba habían desarrollado una sociedad y una cultura que les era propia y que se encontraba entonces en plena evolución. Este grupo que había dejado su huella en otras áreas de Cuba, en Jamaica y en las Bahamas, vivió su momento más dulce en el período comprendido entre el siglo XI y el año 1492.
Araceli Sánchez Garrido, especialista en arte precolombino y etnógrafa del Museo de América de Madrid, es comisaria de la muestra, que reúne más de setenta piezas: documentos, libros, pinturas, arquetas, sellos, ornamentos, atuendos..., muchos de ellos de gran valor histórico y artístico que sirven a la experta, para trazar un recorrido por aspectos capitales de la cultura taina y dar a conocer, “el entorno artístico que rodeó la empresa colombina, la cartografía, los instrumentos científicos y la situación política de finales del siglo XV; y (...) mostrar la cultura material de los antiguos habitantes de estas tierras, reconstruyendo en la medida de lo posible sus formas de vida”.
Para rescribir esta historia se han utilizado textos de los cronistas, siendo básicos en esta búsqueda, las notas de los diarios de Cristóbal Colón, la crónica del jerónimo catalán Fr. Ramón Pané, la obra del Fr. Bartolomé de las Casas, y los testimonios aportados por Gonzalo Fernández de Oviedo.
Aquellos pobladores del Nuevo Mundo vivían de la agricultura (cultivaban el tabaco, el maíz, la yautía, el ñame, el maní, el mapuey y la yuca...), se organizaron en sociedades tribales gobernadas por caciques los cuales, según rezan las crónicas, recibieron pacíficamente a los descubridores, que creían en múltiples dioses y que trabajaban de forma extraordinaria la cerámica, la piedra, el carey, el algodón..., para crear sus atuendos de la vida cotidiana, amuletos, objetos rituales o de vestimenta...
La exposición cuenta con tres ámbitos:
Las Noticias.
Sitúa al espectador en el momento histórico del Descubrimiento, es el mundo que Colón encuentra y muestra instrumentos de navegación, mapas, documentos, pinturas, gravados..., elementos que se complementan con la exposición de objetos que se describen en los documentos etnohistóricos. Entre las obras, un cinturón de algodón tejido con semillas y otros materiales, datado entre 1492 y 1520, procedente del Museum für Völkerkunde de Viena.
La sociedad taina y la vida cotidiana,
segundo ámbito, presenta ralladores, hachas, sellos..., y objetos múltiples, sirven para dar una clara visión del origen, los antecedentes, la organización social..., del pueblo taino.
El recorrido por este ámbito, explica ampliamente de dónde procede la cultura taina, qué lengua y tradición arrastra y como se distribuye por el territorio. Describe un pueblo tranquilo que vivía de la pesca y de la agricultura, que practicaba el ancestral juego de la pelota de las Antillas, que hacía apuestas, que tenía una forma de vestir propia y utilizaba los recursos de la tierra para crear los objetos que utilizaban en la vida diaria.
El mundo simbólico,
último apartado, muestra los aspectos relacionados con todo aquello sagrado, con la religión, con los símbolos que ordenan y regulan la vida de una comunidad. Objetos propios del ceremonial de la cohoba: los asientos, las espátulas utilizadas para purificar, los inhaladores de cohoba la representación de un chamán, amuletos, etc.
La fundación organizadora de la muestra integra esta exposición en una serie de ellas (Las plumas de los indios del Amazonas, Los tesoros del país de la reina de Saba...) destinada a aproximar a los visitantes y a los estudiosos el rico legado de culturas y sociedades lejanas.
Las obras que han servido para crear la exposición proceden de la Fundación García Arévalo de Santo Domingo, República Dominicana; del Museum für Völkerkunde de Viena; la Academia de Artillería de Segovia; el Alcázar de Segovia; la iglesia de El Salvador de Segovia; la empresa “Doblón Compra – Venta” de Segovia; el Centro Geográfico del Ejército; la Agencia Española de Cooperación Internacional; la Fundación Lázaro Galdiano; el Museo Naval de Madrid; la Real Academia de la Historia; el Museo del Prado y la Fundación Francisco Godia de Barcelona.
Cinturón. Cultura taína. Santo Domingo 1492-1520 (Museum für Völkerkunde- Viena)
Reproducción de la carabela La Niña