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Domenicos Theotocopoulos en toledo

Toledo, 24 de marzo de 2014
El Greco es uno de los pintores más universales que existe. Su obra está diseminada por todo el planeta, principalmente gracias al interés que despertó desde finales del siglo XIX y a la gran acción llevada a cabo por el Marqués de la Vega-Inclán, que vio en esa diseminación un inmejorable vehículo para llevar a Toledo y su pintor a todos los rincones del mundo.

Entre marzo y junio de 2014, más de cien obras de Domenicos Theotocopoulos El Greco se reúnen en una exposición de carácter único e irrepetible, "El Griego de Toledo". Una muestra centrada dentro de la amplia programación de este Año del Greco, y que tiene su escenario principal en Toledo, donde por primera vez se puede contemplar la mayor parte de su producción artística.

El Museo de Santa Cruz, sede de la muestra, contará con piezas del Greco llegadas de todo el mundo, mientras que en los Espacios Greco, se podrán ver obras del artista en los mismos lugares para los que fueron ideadas y realizadas: la Sacristía de la Catedral de Toledo, la Capilla de San José, el convento de Santo Domingo el Antiguo, la Iglesia de Santo Tomé y el Hospital Tavera.

La exposición parte de la actividad de El Greco antes de llegar a España, de Candía y Venecia a Roma, con la mirada puesta en su primera formación como maestro pintor en Creta y su paulatina apropiación de los modos occidentales italianos, a la sombra de Tiziano, Tintoretto, Giorgio Giulio Clovio o Miguel Ángel.

La muestra pone un importante énfasis en su labor como retratista, con la que obtuvo el reconocimiento de sus clientes, incluso a pesar de su contraste con el tipo de retrato vigente en la España de Felipe II.

También se presenta su faceta como pintor de imágenes devocionales en España, vinculándose esta actividad con sus estrategias comerciales y su tendencia a la réplica seriada de sus composiciones, así como a la difusión final de las mismas a través de la estampa, medio que le permitía ampliar su oferta y diversificar sus clientes.

El Greco
Doménico Theotocópuli nace en Candía (Creta) en 1541. En aquél entonces, la isla pertenecía a la República de Venecia. El Greco representa un caso único en la evolución de la historia del Arte: hasta 1567, trabajo en Creta como pintor de iconos a la manera postbizantina.

Alcanzó un gran prestigio como "maestro pintor", aunque de aquella época sólo se conocen con seguridad tres obras suyas: La Dormición de la Virgen, San Lucas pintando el icono de la Virgen y La Adoración de los Magos.

Tras conseguir ese título de Maestro en pintura, en 1567 viajó a Venecia, donde comenzó a recibir sus primeros encargos.

Desde 1567 y hasta 1570 reside en Venecia donde, más que ser discípulo de Tiziano, pudo aprender su estilo desde fuera de su taller.

Allí se afianzó lentamente en el dominio del arte occidental de Renacimiento véneto, en su empleo del color, la perspectiva, la anatomía y la técnica del óleo, aunque sin abandonar por completo sus usos tradicionales.

Tras un viaje de estudios por Italia (Padua, Vicenza, Verona, Parma, Florencia) se instaló en Roma, donde permaneció hasta 1576-1577, en contacto con el círculo intelectual del Cardenal Alessandro Farnese –que frecuentaban diversos religiosos y hombres de letras españoles- e inicialmente estuvo alojado en el ático de su palacio.

En 1572 fue expulsado de la servidumbre del Cardenal e ingresó, con derecho a abrir su propio taller, en la asociación gremial romana, la Accademia di San Luca, trabajando preferentemente desde entonces como retratista y en pequeñas obras.

Se traslada a Madrid en 1576. Recibe encargos de Felipe II, que entonces desarrollaba la gran obra de El Escorial. Entre otras, pintó para el Rey el Martirio de San Mauricio, una obra que no fue del agrado del monarca.

Un año después, El Greco se establece en Toledo, donde paulatinamente su pintura se hace cada vez más subjetiva e intelectual.

El Greco en Toledo
En Toledo, el Greco vivió la mitad de su vida, el período más fructífero de su trabajo. Su carácter cosmopolita, la existencia de una poderosa sociedad civil y una rica vida cultural, junto con la vocación internacional de su clases dirigentes y el inicio de grandes programas constructivos destinados a modernizar la ciudad, provocaron sin duda esta elección.

En este sentido, hay que tener en cuenta que Toledo había sido una gran ciudad medieval, la cuna del humanismo hispano gracias a su secular multiculturalismo y como tal, se había convertido en una referencia cultural y simbólica reconocida internacionalmente, al ostentar la primacía de la Iglesia española en recuerdo de su pasado como capital del reino visigodo. Sus clases dirigentes lo llegaron a ser también del reino y las modas que impusieron se convirtieron en paradigmas de una de las culturas más universales que conocemos.

Ese fue el ambiente que conoció el Greco a su llegada en 1577. Años después, la salida definitiva de la Corte marca el comienzo del estancamiento de Toledo y su posterior decadencia. Sus gobernantes reaccionaron promoviendo el orgullo cívico de sus habitantes, algo en lo que nuestro artista participó de manera activa. Gracias a esto, Toledo pasó de ser la ciudad imperial que gozaba el favor de la monarquía, a la ciudad de Dios que gozaba de la protección de los santos que pintó el Greco.

EL GRIEGO DE TOLEDO
Hasta el 14 de junio de 2014
Museo de Santa Cruz
C/ Miguel de Cervantes, 3. Toledo

El Expolio de Cristo. El Greco. 1577-1579.

El Expolio de Cristo. El Greco. 1577-1579.

La Sagrada Familia con Santa Ana. El Greco. 1595-1596.

La Sagrada Familia con Santa Ana. El Greco. 1595-1596.

El entierro del Conde de Orgaz. El Greco. 1586-1588.

El entierro del Conde de Orgaz. El Greco. 1586-1588.

El caballero de la mano en el pecho. El Greco. 1578-1580.

El caballero de la mano en el pecho. El Greco. 1578-1580.

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