Greenpeace puso en marcha este 17 de enero un día internacional contra la caza de ballenas, con el lema "Salva las ballenas, conviértete en un Defensor de los Océanos", cuando permanecen en la Antártida varios activistas (desde el pasado mes de noviembre) en lucha contra la caza de ballenera.
El Día de Acción Global en contra de la caza de ballenas movilizó a miles de personas de España, Holanda, India, Japón o Alemania en contra de la caza de ballenas. La organización lanzó una campaña en Internet en la que todos los ciudadanos y ciudadanas pueden convertirse en "Defensores de los Océanos", ciberactuar en contra de las empresas que financian la caza de ballenas, participar en todas las actividades que Greenpeace promueve para salvar los océanos, o comunicarse con políticos, empresas o consumidores para frenar la destrucción a la que están expuestos nuestros océanos.
En Europa, Greenpeace se ha dirigido a Nissui Europa demandándole que abandone la caza de ballenas y en este Día de Acción Global. Nissui Suisan Kaisha Ltd es una de las principales propietarias de la flota ballenera japonesa. A su vez, es la segunda empresa japonesa de productos pesqueros y posee filiales repartidas por todo el mundo.
Esta acción es un paso más de la campaña de Greenpeace contra de la caza de ballenas, que ya comienza a dar frutos. Debido a las continuas acciones interponiéndose entre los arpones y las ballenas se prevé que Japón no sea capaz de alcanzar la cuota de cetáceos que habían propuesto dentro de su programa de "caza científica". Aún así, desde que comenzó la caza, decenas de rorcuales aliblancos han caído bajo los arpones de los buques japoneses.
Dos barcos de Greenpeace, el Esperanza y el Arctic Sunrise, zarparon de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) el pasado 20 de noviembre de 2005 para defender el Santuario Ballenero de la Antártida. Desde el 21 de diciembre los activistas se han estado interponiendo entre los arpones y las ballenas. 57 personas procedentes de 20 países conviven en los dos barcos de Greenpeace en el Santuario Ballenero
"La caza ilegal de ballenas en el Santuario Ballenero de la Antártida es sólo la punta del iceberg de la destrucción a la que están expuestos nuestros océanos. A pesar de que proporcionan la mitad del oxígeno del planeta, los vaciamos de vida, arrasamos sus fondos con enormes redes pesqueras, les arrojamos nuestros residuos y les golpeamos con el cambio climático. Si no queremos océanos desprovistos de vida y belleza, debemos actuar para salvarlos ahora", ha declarado Shane Rattenbury, responsable de la expedición.
La caza ballenera
“La historia de la caza de ballenas es testigo del agotamiento de una zona tras otra y de una especie tras otra, hasta tal punto que resulta esencial la protección de todas las especies de ballenas para evitar su extinción”, argumentó en 1946 la Comisión Ballenera Internacional. Aún no se sabe si algunas especies llegarán a recuperarse, incluso tras décadas de protección.
Las estadísticas hablan por sí mismas. La población de ballenas azules del Antártico está a menos del 1 por ciento de su abundancia original, a pesar de 40 años de protección total. Algunas poblaciones de ballenas se están recuperando, pero otras no. Solamente en un caso, el de la ballena gris del Pacífico oriental, se cree que ha recuperado su abundancia original, y su pariente más cercano, la ballena gris del Pacífico occidental, es la más amenazada del mundo: se encuentra al borde de la extinción, con tan sólo 100 ejemplares.
Hechos y cifras
Datos recientes obtenidos mediante muestras de ADN reflejan que el impacto de la caza comercial de ballenas puede ser incluso peor de lo que se pensaba. La mayoría de las estimaciones en relación al volumen de la población histórica de ballenas provienen de datos antiguos, y son probablemente muy imprecisos, según el biólogo marino Steve Palumbi de la Estación Marina de la Universidad de Stanford en California, EE UU.
En 2003 Palumbi y sus colegas utilizaron muestras de ADN con el fin de calcular si la población de ballenas yubartas podría haber alcanzado la cantidad de 1,5 millones antes del inicio de la caza comercial de ballenas en el siglo XIX. Esta cantidad hace pequeña la cifra de 100.000 ejemplares aceptada previamente por la CBI según los registros balleneros del siglo XIX. Actualmente existen solamente unas 20.000 yubartas.
Los delegados japoneses presentes en la Comisión Ballenera Internacional (CBI) usan constamente la referencia a la estimación de la población de rorcuales aliblancos de 760.000. Pero esta cifra fue corregida por la CBI en el año 2.000 porque investigaciones recientes encontraron menos ejemplares que las antiguas. Las nuevas estimaciones son la mitad de las antiguas en todas las areas que han sido reinvestigadas. Los científicos de la CBI no entienden las razones de este cambio y son capaces de ponerse de acuerdo en nuevas estimaciones.
Consumo, contaminación, catástrofe
La caza de ballenas no es la única amenaza para estas especies. Los océanos, o más aún, el impacto humano sobre los océanos, han cambiado dramáticamente durante el medio siglo transcurrido desde que las ballenas están protegidas. Entre las amenazas ambientales conocidas para las ballenas destacan el cambio climático global, la contaminación, la sobrepesca, el debilitamiento de la capa de ozono, el ruido provocado por dispositivos de sonar, y las colisiones con embarcaciones. La pesca a escala industrial supone una amenaza para la disponibilidad de alimento delas ballenas y un riesgo físico, al quedar enganchadas éstas en las redes de pesca.
A pesar de estas amenazas, un número cada vez mayor de países de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) votan a favor de la reanudación de la caza comercial de ballenas. Entre los nuevos y entusiastas miembros de la CBI destacan Benin, Gabón, Tuvalu y Nauru. Obviamente estos nuevos miembros y sus votos no reflejan un cambio en la opinión pública mundial. Estos países han sido reclutados para la CBI por el Gobierno japonés y votan bajo lo que se denomina un “programa de consolidación de votos” por la Agencia de Pesquera de Japón.
Las expectativas de recuperación de la población de ballenas se basan en la idea de que, excepto en relación a la caza comercial, los océanos son un lugar tan seguro como lo eran hace un siglo, aunque por desgracia esta idea no resulta ya válida. Ésta es la razón por la que debe detenerse cualquier forma de caza de ballenas.
Un rorcual aliblanco es transbordado al buque nodriza Nisshin Maru © Greenpeace / Jeremy Sutton-Hibbert