Isla Negra
Madrid, 1 de mayo de 2002.
En torno a Isla Negra, el lugar chileno donde eligió vivir Pablo Neruda, se ha aglutinado una serie de artistas, que están mostrando por Europa un exposición colectiva, en la que se aprecia calidad artística y un mensaje conservacionista.
Isla Negra es un territorio de la costa del Océano Pacífico, a unos 100 kilómetros al sur de Santiago de Chile, pueblo en el que recaló Neruda, quien intentó hacer de aquel punto un lugar mágico, y eterno, donde pudieran anidar la poesía y los recuerdos.
El recinto de Neruda sirvió de punto de referencia a otros artistas, que hicieron de Isla Negra un emblema de arte y de defensa de la naturaleza, una naturaleza que les otorga materiales para sus obras -madera, semillas, metal de desecho industrial, resinas- y que les da también inspiración para buscar formas, colores, imágenes.
El grupo de artistas de Isla Negra está unido también por su referencia a la ecología. Anualmente otorgan el premio “n’aitun”, que en lengua mapuche signigfica “dejar libre”. Es un premio que se entrega en la casa de Neruda y que se dedica a alguna personalidad que defiende el medio ambiente.
Como grupo, los artistas de Isla Negra han acudido a diversas salas de Chile. A final de 2002 la muestra fue llevada a Copenhague y ahora está en Madrid, en el Museo de América, hasta el 19 de mayo, aunque con deseos de prórroga –si fuera posible- porque hasta el momento está teniendo un buen nivel de visitantes.
La exposición.
No es grande. Son veinte artistas ecologistas chilenos, con sesenta obras entre esculturas, pinturas y fotografías.
Ocho son los pintores, nueve los escultores y tres los fotógrafos presentes en la muestra, que ha sido organizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en colaboración con la Embajada de Chile, y que tiene previsto viajar por otros puntos de Europa antes de regresar a tierras americanas.
Su comisaria es la escultora Cristina Pizarro, quien explicó que los miembros del Grupo de Isla Negra se sienten "antes ecologistas que artistas, porque si se nos acaba el planeta, se nos acaba la inspiración". Cuenta que esta asociación consiguió en 1995 frenar los planes de edificación que las autoridades locales de Isla Negra tenían para los alrededores de la casa de Neruda, y cómo desde entonces rigen unas normas muy restrictivas. Han luchado también contra las pruebas atómicas en el atolón del Mururoa, la explotación de los bosques nativos y en defensa de las ballenas, explica la comisaria.
Los escultores
Los escultores trabajan materiales diversos: madera, hierro, bronce, aluminio, cristal, resina sintética, etc. En la exposición están Harold Krusell, Francisca Cerda, Marcela Romagnoli, Cristina Pizarro, Roberto Pohlhammer, Felipe Castillo, María Angélica Peric, Sergio Amunátegui y Patricia del Canto.
Resultado de su investigación con el bronce, el vidrio y la resina sintética son las obras expuestas de Krusell; Roberto Pholhammer, en sus óvalos, rotundos trabaja la madera de los bosques nativos, al tiempo que protesta su masiva tala con fines industriales; Marcela Romagnoli, también en madera, presenta algunas de las obras más espectaculares, realizadas con los árboles caídos de los bosques del sur, en los que realiza figuras cargadas de fuerza, como en la titulada Mascarón.
De María Angélica Peric es un magnífico trabajo, titulado percepción; Francisca Cerda también tiene excelentes obras: el abrazo y la mano creadora; Cristina Pizarro da calidez al frío acero trabajando en curvas y buscando siempre armonía… en general, un excelente conjunto escultórico de resonancias estilísticas dispares.
Pintores.
El grupo de pintores también es heterogéneo. Lo componen Ana María Bralic, que trae el sol del Pacífico en sus escenas femeninas de playa; Andrés Gana, un autor también figurativo, muy cotizado en su país en la actualidad, en el que de detectan huellas del realismo norteamericano; José Balmes, Premio Nacional de las Artes y español de origen, que se exilió a tierras chilenas con ayuda de Neruda, y que desarrolla una abstracción gestual; Gracia Barrios, compañera del anterior y muy próxima a él en su estilo.
También son pintores Alex Chellew -cuyos cuadros de colorido fauve y cloisoné son muchas veces un homenaje a los desaparecidos de la dictadura-; Mónica Zentilli -que realiza una pintura abstracta cercana a los campos de color; Francisco de la Puente, del que se muestra un buen tríptico; y también el francés Jean Ginet, que ha residido durante muchos años en Chile.
Tal vez el conjunto más notable es el de Andrés Gana, con su interior de bar, de un aire cercano al nuevo realismo, al lado del cual presenta otro cuadro de gran formato en el que una mujer es perseguida por un ser (¿hombre, demonio? sátiro?) de rojo.
La fotografía está representada por medio de Luis Weinstein, Claudio Torres y Marcela Castillo; el primero, con fotografías en blanco y negro y tratadas en el laboratorio; y los otros dos, con sus respectivas aproximaciones a la naturaleza: Marcela Castillo busca espacios del bosque o la montaña con halo misterioso, y Claudio Torres, se entretiene en la búsqueda de lo diminuto en el tiempo y en el espacio, de la flor que realza sus colores con un rayo de sol.
Una fresca bocanada de arte.
Para el espectador europeo, esta bocanada de aire artístico venido del hemisferio sur, de una tierra lejana, alargada, con imagen de cayado invertido y tortuoso, resulta sumamente placentera, y deja intuir que Chile sigue teniendo en su sangre la semilla de la vitalidad cultural. Destaca en la misma una notable heterogeneidad que no es sino sinónimo de abundancia de creatividad y búsquedas.