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Arte africano

Tomás Alvarez Hace más de dos mil años, los artistas griegos esculpían magníficas figuras humanas, en las que buscaban la perfección de la belleza y el equilibrio de las formas. Hicieron a los humanos como dioses o a los dioses como representantes perfectos de la raza humana.

El canon de medidas implicaba que la cabeza era un séptimo del cuerpo, una medida que adoptó Policleto, quien realizó todo un esquema constructivo de la figura humana. El Renacimiento relanzaría ese ideal de belleza, superando un medievo en el que se olvidaron los cánones helénicos.

Pero mientras en Europa y América se pintaban o esculpían vírgenes, héroes o santos cargados de vigor y belleza, en los países africanos se hacía una escultura absolutamente distinta, en la que las partes del cuerpo no guardan equilibrio ni simetrías.

Figuras humanas cargadas de simbolismo religioso, realizadas por artistas anónimos, con trazos firmes, a la vez simples y exagerados, nos siguen asombrando por su fuerza expresiva. Hoy ya han dejado de ser ídolos o guardianes de recintos de los viejos ancestros, son simplemente "arte africano"

Al igual que hacen los pequeños, cuando pintan a sus seres cercanos, el artista africano realza los elementos más identificativos de la figura humana. La cabeza pasa a ser un cuarto o un tercio del conjunto, los brazos a veces son tambien desproporcionados con el resto del cuerpo; se resaltan los ojos, la boca... Se simplifican las formas, llegando a formulaciones que serían del agrado de los cubistas.

Los trabajos de arte africano habían llegado a museos y colecciones reales europeas desde que los europeos fueron explorando el continente del sur. Formaban parte de los Gabinetes de curiosidades de algunos pocos y Цya en el siglo XIX- de los museos de ciencias naturales o antropología.

Máscaras, estatuillas y piezas de bronce o marfil, llegaron a Europa desde el siglo XVI, donde se mostraron como ídolos, fetiches u objetos de magia. Pero la visión curiosa de estos elementos pasó a ser análisis ávido en el caso de aquellos artistas que en el tránsito del siglo XIX al XX estaban intentando conducir al arte por nuevos derroteros.

Los artistas de las vanguardias europeas buscaron en el arte africano una nueva fuente de inspiración, como ya lo habían hecho anteriormente otros con el arte oriental. Picaso, Gris, Modigliani o Braque admiraron e imitaron la estilización de las figuras. Basta mirar el cuadro de Las señoritas de Aviñón, para encontrar en él las máscaras que el propio Picasso tenía colgadas en su estudio.

La máscara y la estatuilla africana no buscaba el antropomorfismo, la imitación naturalista. El rostro se agranda y pierde proporciones naturales mientras gana en rotundidad de planos y volúmenes esféricos... de ahí al cubismo, un paso. No acabó ahí el aprovechamiento de la enseñanza africana. Los fauvistas tambien se interesaron por el cromatismo exaltado de las máscaras.

La rotundidez de formas, la expresividad de las obras hace que estas sean admiradas en multitud de museos de todo el mundo, aunque las mismas hayan perdido en su nueva ubicación el contexto y el significado mágico o sagrado. El observador no verá en ellas al ser (ancestro o divinidad) personificado, sino a los componentes estéticos, el ritmo... Y aún así admirará las formas y la expresividad.

Recogiendo materiales de colecciones privadas de Barcelona, la Fundación Caixa de Girona, activa entidad cultural catalana, presenta del 22 de julio al 8 de septiembre una selección de piezas provenientes de distintos territorios africanos, básicamente de Etiopía, los países ecuatoriales y los del Níger, una bella colección de obras de distintas culturas.

Entre ellas, las figuras de brazos levantados, tellem, del territorio de Malí; los byeri, del entorno de Gabón, dedicados al culto a los antepasados o los relicarios Kota, figuras de enorme simplicidad, rostro oval y formas planas, hechos de cobre o con chapas de materiales recogidos de las estancias de navíos portugueses que desde el siglo XVI frecuentaron el Ѕfrica central.

Entre las figuras, también, las máscaras blancas, de uso ritual, pero de una estética que recuerda a las del teatro japonés.

Es comisario de la muestra Fernando Pujol, quien escribe en el catálogo: "la simpleza de líneas y volúmenes de la escultura africana, prácticamente siempre monóxila, contrasta con su impacto emocional (...) Sus registros parecen básicos y elementales pero su ejecución está poseída por la inspiración más pura y auténtica".

"Hay algo extraordinario en la estatuaria africana. Cuando uno mira detenidamente los ojos de una figura o máscara acaba por descubrir que ella también le observa. Es el don de la mirada salvaje y, en ese mismo instante, se abre la puerta del sincretismo primitivo; entonces uno empieza a entender..."

En definitiva: arte y magia.

Con imágenes de la muestra de Arte africano, que organiza Caixa Girona

Con imágenes de la muestra de Arte africano, que organiza Caixa Girona

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