Biarritz es una de las ciudades turísticas más interesantes del sur de Francia, con unas excelentes playas, en una costa rocosa y accidentada. Su desarrollo moderno y popularidad llegó cuando la reina Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, eligió la villa como lugar de veraneo, a mediados del siglo XIX.
La población apenas alcanza los 30.000 habitantes pero posee una vida activa, amparada en la belleza de su entorno y su vocación turística.
Biarritz se halla a la orilla del Atlántico, al sur de Bayona, ya cerca de la costa española, en el departamento de Pirineos Atlánticos. Es una de las principales poblaciones del País Vasco francés, y pertenece a la provincia vasca de Labort.
Aire burgés y cuidado urbanismo
La urbe ocupa un espacio de colinas al borde del mar, a unos 25 kilómetros de la frontera con España. En la antigüedad la ciudad actual tenía dos barriadas separadas: una, la del puerto (el Port Vieux) y la otra el barrio de San Martín, en torno a la iglesia del mismo nombre.
En la actualidad Biarritz y Bayona integran prácticamente una conurbación, con excelente nivel de vida, si bien en Biarritz se aprecia más la influencia de la actividad turística. Bayona se abraza a sus ríos, Nive y Adour; Biarritz al mar y a sus playas.
Campesinos, pescadores y peregrinos
Famosa como centro vacacional desde el siglo XIX, Biarritz ya fue también desde la Edad Media una población por la que pasaron multitud de viajeros de diversas naciones, entre ellos muchos peregrinos, pues está en la vía de Bayona, por la que entraba gran parte de la peregriación hacia Santiago de Compostela.
El visitante que disfruta de esta cosmopolita ciudad, de sus excelentes playas, lujosos hoteles y magníficos centros de comercio o restauración, se sorprende al contemplar el escudo del lugar, que le transporta a los siglos pasados. En el mismo aparecen unos marinos cazando ballenas y también vieiras, las icónicas conchas que distinguían a los peregrinos compostelanos.
Aunque nunca tuvo un puerto grande, Biarritz siempre fue un lugar campesino y marinero. La población se asentaba en dos núcleos. Uno, en torno a la iglesia de San Martín; el otro en la zona del pequeño puerto.
La pesca de la ballena
San Martín es el patrón de la población; un santo muy ligado a la peregrinación franca. Su iglesia primitiva era románica, y fue remodelada en el siglo XVI, cuando aún se la consideraba una parroquia de Bayona.
El núcleo de los pescadores se ubicaba al lado del mar, cerca del promontorio en el que los romanos alzaron una atalaya que fue transformada en un pequeño castillo en la época medieval.
Desde la atalaya, se controlaba la presencia de las ballenas frente a la costa, dado que este era un lugar de parada en el tránsito de la ballena franca desde las aguas frías del norte al Atlántico sur. Esta ocupación ballenera fue habitual en la Edad Media y acabó extinguiéndose en el siglo XVII.
El puerto de Biarritz, abierto a los embates de las olas, nos revela las dificultades de la actividad pesquera de antaño. Es una estructura tan rudimentaria que tiene más aspecto de yacimiento arqueológico que de puerto.
La pesca de la ballena en el entorno de Biarritz perduró hasta el siglo XVII, pero la pericia de los marineros locales pervivió, de manera que fueron numerosos los que continuaron el oficio en barcos de otros puertos más importantes e incluso en la actividad de la piratería.
Ciudad turística del XIX.
Todo cambió a mediados del siglo XIX, cuando la esposa de Napoleón III eligió esta población como lugar de veraneo. A partir de entonces, la urbe desarrolló su industria turística. El mandatario francés construyó en 1854 la villa Eugenia, destinada a residencia estival. Esta edificación fue renovada con aire palaciego más tarde, y en la actualidad es el llamado Hotel du Palais.
Hoteles, villas, casino, iglesias para atender a los creyentes de los distintos credos… La urbe tomó un aire internacional, pues mandatarios y veraneantes de diversas naciones la visitaron o acudieron a pasar allí los veraneos…
Hoy ya no una Meca habitual de veraneo de reyes y aristócratas, pero mantiene un atractivo notable y a sus playas acuden gentes de todas las clases sociales, entre ellas, por supuesto, famosos personajes de la política, el cine, la alta costura… o el deporte. También muchos amantes del surf.
Playas y roquedos
La línea costera arenosa y recta de todo el territorio de las Landas, termina justamente en Biarritz, en la punta de San Martín, donde se alza el faro, edificado en 1830. Desde el mismo se divisa una magnífica panorámica del Golfo de Vizcaya.
Hacia el sur, aparecen una serie de playas atractivas, con sus roquedos batidos por un mar que en los últimos tiempos amenaza cada vez más a la línea costera.
La primera playa es la de Miramar, abrigada por los roquedos que hay al sur del faro; luego viene la popular Gran Playa; la del Puerto Viejo, las de Costa de los Vascos, Marbella y Milady. Arenas finas y paisajes magníficos.
El puertecito de los pescadores tiene un aspecto arcaico e ineficiente. En realidad, en la antigüedad los pescadores utilizaban la playa de Port Vieux para resguardar sus embarcaciones e incluso para realizar las faenas de despiece de las ballenas.
Pero eso fue una labor de la antigüedad. El puerto actual, situado a pocos metros, fue construido en el siglo XIX. Es diminuto e inapropiado para una actividad industrial. Conserva, eso sí, un aire romántico de residuo arqueológico.
En realidad el puerto ya no tiene una funcionalidad pesquera. Las viejas casitas de pescadores han sido transformadas en restaurantes y este enclave se ha convertido en lugar de ocio propicio para tomar algo y disfrutar de la gastronomía, preferentemente ligada a los productos del mar.
El roquedo de la Virgen
Si el faro de la Punta de San Martín marca el límite norte de la abrupta costa de la ciudad, el roquedo de la Virgen, Rocher de la Vierge, es el centro del espacio urbano.
La referencia de la Virgen se debe a la instalación sobre la roca de una imagen de la Virgen en 1865. En tiempos de Napoleón III, cuando la ciudad cobró su empuje turístico, se conectó la roca con la costa mediante una pasarela de madera… sin permiso del Océano. Los embates de las aguas mostraron pronto que la estructura era inservible y pronto se acabó sustituyendo por otra de metal, realizada en el taller de Gustave Eiffel.
El paseo es muy frecuentado; permite apreciar la belleza de la costa vasca, pero también la bravura del mar; de hecho se desaconseja su utilización en días de temporal.
Calidad constructíva
La calidad constructiva es evidente y muestra la riqueza de la población y su desarrollo relativamente moderno.
Entre los edificios civiles, destaca el actual Hotel du Palais, antigua residencia estival de la reina Eugenia de Montijo, reacondicionada para uso hotelero en 1893. El edificio actual es una reconstrucción, debida a Edward John Niermans, efectuada después de un gran incendio padecido en el 1903. La obra mantiene su porte, estilo segundo imperio. El edificio destaca en medio del espacio urbano que abraza a la Gran Playa.
No lejos del Hotel du Palais se alza el casino, obra de Alfred Laulhé, de 1929, ubicado frente a la Gran Playa es un buen ejemplo de Art Decó.
Otro edificio Art Decó notable es el Museo del Mar. Nació como acuarium de Biarritz, en los año treinta del pasado siglo con un proyecto de los arquitectos Hiriart, Lafaye y Lacoureyre; desde entonces ha sufrido numerosas ampliaciones para acoger más ámbitos de exposición y asumir nuevas funciones. Se presenta halla junto al roquedo de la Virgen.
Ciudad amable y burguesa
Aristócratas y burgueses construyeron además multitud de edificaciones para mostrar su presencia y poderío. Tal vez la más emblemática es la villa Beltza, con su espectacular ubicación, al sur de la playa del Port Vieux y su altiva estampa realzada por su torreón medievalizante
El edificio religioso más antiguo de Biarritz es el de San Martín, si bien, la expansión social urbana de la ciudad en el siglo XIX, motivo la apertura de templos de diversas confesiones religiosas, de una arquitectura variada.
Aún sin arquitectura religiosa especial, la población resukta atractiva, propicia para pasear, hacer surf, comprar, disfrutar de una comida o un almuerzo… Biarritz resulta una ciudad atractiva para pasar unas vacaciones.
La Roche Ronde. La costa de las Landas se torna rocosa al llegar a Biarritz. Imagen de Guiarte.com
El actual Hotel du Palais, antigua residencia estival de la reina Eugenia de Montijo. Imagen de Guiarte.com
Biarritz, desde el entorno del faro de la Punta de San Martín. Tomás Alvarez. Guiarte.com
La ciudad de Biarritz tiene un aire burgués y cuidado urbanismo. Playas del Rocher du Basta. Imagen de Guiarte.com
Biarritz ya no es una ciudad de pescadores. El puertecito de los pescadores. con su aspecto arcaico e ineficiente. Imagen de Guiarte.com
La animada plaza de Georges Clemenceau, en Biarritz. Imagen de Guiarte.com