"El Quijote. Biografía de un libro", es una exposición valiosísima que se ha inaugurado el 11 de abril en Madrid. Durante seis meses, la Biblioteca Nacional acoge como exposición principal esta muestra dedicada a las más valiosas ediciones del Quijote aparecidas en todo el mundo a lo largo de estos cuatrocientos años, con especial atención a dibujos, grabados y a la iconografía de los personajes cervantinos. Está comisariada por Mercedes Dexeus, durante muchos años directora de Patrimonio Bibliográfico de la institución.
Además, la exposición inicia el programa especial diseñado por la Biblioteca Nacional en torno a "El Quijote", en el que se incluyen también ciclos de conferencias, talleres para escolares y adultos y publicaciones conmemorativas. Entre los conferenciantes, autores como Juan Goytisolo, Carlos Fuentes o Gonzalo Rojas.
Según señala la institución cultural, en 1905 la Biblioteca Nacional ya asumió un papel destacado en las conmemoraciones del III Centenario del Quijote, y en 2005, por expreso deseo del Ministerio de Cultura, vuelve a ser protagonista en la celebración de sus cuatrocientos años presentando un programa especial de exposiciones y actividades a desarrollar en su sede.
La vida del Quijote comienza cuando Miguel de Cervantes entrega su novela al público, entre los últimos días de 1604 y los primeros de 1605. Conocemos ciertos detalles de cómo se imprimió en el taller de Juan de la Cuesta, de su financiación por el librero-editor Francisco de Robles y poco más.
Primero fue recibido como un libro ingenioso, divertido y un tanto moralizante, más adelante se le reconoce como un clásico, y hace ya bastante más de un siglo que es visto como una de las cumbres de la literatura universal, sin que el tiempo le haya hecho perder su gracia ni la vigencia de su ingenio.
La colección cervantina de la Biblioteca Nacional
La Biblioteca ha querido ofrecer una muestra de su magnífica colección cervantina que pone de manifiesto el valor de su conjunto. La formación de la colección se inicia con la de la propia Biblioteca Nacional, cuando Felipe V decide en 1711 crear la Real Biblioteca Pública, pero es sobre todo a partir de fines del siglo XVIII cuando se le presta mayor atención, y su incremento, por diversas vías, ha sido desde entonces constante. En 1894 se creó la Sección de Cervantes, que ha seguido formando una unidad, actualmente integrada en el Servicio de Manuscritos, Incunables y Raros. En todo momento, pero especialmente bajo el mandato de dos de sus directores, Marcelino Menéndez y Pelayo y Francisco Rodríguez Marín, la colección cervantina recibe especial atención y se publican catálogos de sus fondos. Más adelante experimenta un notable enriquecimiento con la adquisición, en 1949, de la selecta colección de José María Asensio y Toledo y en 1969 la riquísima, y también selecta, de Juan Sedó Peris-Mencheta.
En la actualidad la colección cervantina de la Biblioteca Nacional está formada por alrededor de 18.000 libros y folletos, además de un valioso conjunto de dibujos y grabados, partituras impresas y manuscritas y numerosos materiales audiovisuales.
La exposición
Se divide en cinco grandes espacios, cuyas denominaciones responden a los rasgos característicos de lo que ha sido el camino del Quijote en cada época.
El primero, “Aparición y primeros éxitos (1605-1625)”, alcanza hasta que, tanto en castellano como en otras lenguas, se han publicado las dos partes de la obra. En este espacio destacan la primera y las siguientes ediciones de 1605, las primeras de las restantes obras de Miguel de Cervantes y las primeras traducciones a otras lenguas.
La denominación del segundo espacio, “De lectura popular a clásico de la literatura universal (1637-1780)” responde a la creciente demanda de la obra por parte del público, que trae como consecuencia la proliferación de ediciones populares y el inicio de ediciones muy cuidadas tanto en su aspecto como en su contenido que muestran el cambio que ha experimentado ya la interpretación del Quijote por el público. La primera de estas ediciones es la publicada por Tonson en Londres en 1738, en castellano, promovida por el aristócrata y político británico John Carteret.
Inicia el tercer espacio, “Ediciones españolas de fin de siglo (1780-1800)”, la magnífica edición de la Academia de 1780, impresa por Joaquín Ibarra, con una tipografía creada para esta edición e ilustraciones realizadas por varios de los mejores dibujantes y grabadores de aquellos años. Destacan en este espacio, además de los ejemplares de diversas ediciones que se cuentan entre las más representativas de la edad de oro de la imprenta española, dos de los tapices realizados por encargo de Felipe V, dibujados por Andrés Procaccini y Domingo María Sani y tejidos bajo la dirección de los hermanos Vandergoten; los dibujos de Antonio Carnicero y José del Castillo para la citada edición de 1780; un grabado de Fabregat por dibujo de Francisco de Goya, no aceptado finalmente por la Academia, y los dibujos de Luis Paret, con otros dibujos y grabados realizados para ilustrar las elegantes ediciones de Gabriel Sancha.
Los dos últimos espacios muestran claramente su significado en sus denominaciones: “La era del Romanticismo y la industrialización (1800- 1905)” —donde se pone de manifiesto no solo el cambio de las mentalidades literaria y estética, sino los efectos de la industrialización de la imprenta en el libro— y “Sigue la ruta del Quijote”, muy breve para lo que ha sido la difusión del Quijote desde comienzos del siglo XX, que se inicia con la escultura que representa a don Quijote, de Julio González, acompañada por dos de los cuadros de la serie del Quijote de Muñoz Degraín que el pintor donó a la Biblioteca Nacional para su exhibición permanente en la sala dedicada a Miguel de Cervantes.
Este último espacio se ha dividido en diversos apartados —“Leyendo el Quijote”, traducciones contemporáneas, ediciones infantiles desde mediados del siglo XIX, El retablo de maese Pedro de Manuel de Falla, y “Mirando el Quijote”— y finaliza con cuatro dibujos de Salvador Dalí junto a varias ediciones ilustradas por el pintor.
El caos de las palabras
Como complemento a la exposición bibliográfica y con intención de incluir un sugestivo ejemplo de cómo puede reinterpretarse el Quijote desde los lenguajes más contemporáneos, la Biblioteca Nacional ha invitado al videoartista manchego Gabriel Corchero a realizar una instalación ad hoc. Una visión artística sobre la novela de Cervantes
Quijote multimedia
La Sala Siglo XXI ofrece también a los visitantes un espacio multimedia en el que son las últimas tecnologías las encargadas de narrarnos el largo viaje del Quijote a través de los siglos: desde la posibilidad de conocer cómo funcionaba la imprenta en que se editó, participando en el proceso de impresión tal y como se hacía entonces, a bases de datos de películas, grabados y dibujos y páginas de internet dedicadas al ingenioso hidalgo de La Mancha.
El espacio multimedia dedicado al Quijote no requiere un orden preestablecido de visita. Sus actividades se presentan integradas en los siguientes módulos:
Imprimiendo el Quijote.
Es un taller de impresión interactivo. Los visitantes van a poder componer en él un fragmento del Quijote, editarlo en papel y llevárselo como recuerdo. Para ello disponen de una gran pantalla táctil, con la misma tipografía utilizada para la primera edición del Quijote en la imprenta de Juan de la Cuesta en 1605. Como información suplementaria, un breve y ágil video ilustrará sobre cómo se componía y editaba un libro en nuestras imprentas del Siglo de Oro.
El Quijote a través del cine.
Sobre una gran pantalla panorámica podremos navegar entre una selección de más de cien escenas de películas basadas en la obra de Cervantes realizadas por los directores más representativos. En un instante podemos ver y comparar cómo resolvieron las mismas aventuras del Caballero de la Triste Figura, entre otros, Manuel Gutiérrez Aragón, Orson Welles, Jesús Franco, Arthur Hiller, Peter Yates, Vicente Escrivá, Carlo Rim, Luis Arroyo, George Pabst…
Cuatro siglos de iconografía.
Forman parte de esta instalación interactiva las ilustraciones y grabados de los artistas que han plasmado las escenas más conocidas del Quijote a lo largo de cuatro siglos de sucesivas ediciones impresas. En una gran pantalla panorámica disponemos incluso de una “lupa” digital para examinar las imágenes con el máximo detalle.
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