Del 30 de enero al 13 de mayo de 2007, la exposición “Tintoretto” contará con cerca de 70 obras procedentes de los principales museos e instituciones europeas y norteamericanas que conservan trabajos del artista y constituye la primera antológica dedicada a Tintoretto en España además de la única monográfica que se celebra en el mundo desde la presentada en Venecia hace setenta años.
Se trata de un riguroso recorrido por la dilatada carrera de Tintoretto, con el que se culmina una larga y exhaustiva investigación que tendrá su reflejo en el catálogo de la misma.
La exposición, comisariada por Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura Italiana del Museo del Prado, brindará una oportunidad probablemente irrepetible para acercarse al artista definido por Giorgio Vasari como «el cerebro más terrible que haya tenido nunca la pintura».
A pesar de ser uno de los grandes nombres de la historia de la pintura, Jacopo Tintoretto ha merecido escasa atención por parte de los museos e instituciones. Por un lado la escasez de exposiciones dedicadas a él se explica por razones logísticas, ya que muchas de sus obras maestras son lienzos de gran formato y se encuentran en Venecia en los edificios para los cuales fueron concebidas. Por otro, también hay motivos filológicos, teniendo en cuenta su enorme producción, a menudo confundida con la de discípulos e imitadores. Tales dificultades han retraído a museos y, tras 1937, Tintoretto sólo ha sido objeto de muestras parciales.
El Museo del Prado ha intentado paliar estas deficiencias después de una ardua labor de investigación en la que han participado especialistas procedentes de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Italia, Austria y España, que además han colaborado en la rigurosa selección de obras que conforman la exposición.
La exposición
Con una selección de cuarenta y nueve pinturas, trece dibujos y tres esculturas, la exposición mostrará la amplitud de registros del pintor y su dedicación a todos lo géneros, pero hará especial hincapié en su dimensión como pintor narrativo religioso, donde alcanzó sus mayores logros.
La muestra permitirá volver a contemplar juntas por primera en 400 años dos de sus obras maestras de temática religiosa, pintadas para la iglesia de San Marcuola: la Última Cena (Iglesia de San Marcuola, Venecia) y el Lavatorio del Museo del Prado. Reunirá asimismo algunas de sus principales composiciones mitológicas (Venus, Vulcano y Marte, Munich, Alte Pinakothek; Origen de la Vía Láctea, Londres, National Gallery) y ejemplos de su actividad como retratista: autorretratos del Philadelphia Museum of Art (Filadelfia), del Museo del Louvre (París), y el retrato de Lorenzo Soranzo del Kunsthistorisches Museum (Viena).
La exposición ahondará especialmente en el proceso creativo del pintor, concediendo gran importancia al “disegno”, entendido como instrumento de aprendizaje, experimentación y composición, así como a los aspectos técnicos, plenamente integrados al discurso expositivo. Tintoretto concedió una importancia excepcional al dibujo y una selección de los mismos se incluirá en la exposición. Éstos son de tres tipos: los que realizara de esculturas clásicas y de Miguel Ángel a partir de pequeños modelos junto a los que se mostrarán, los dibujos preparatorios de composiciones enteras (se mostrará el único conservado, el realizado para Venus y Vulcano que se encuentra en Berlín, en el Staatliche Museen zu Berlin), y dibujos preparatorios para figuras aisladas, a menudo reutilizados para varias composiciones.
El criterio seguido para la selección de las obras, ya sean pinturas o dibujos, ha sido el cualitativo. Tintoretto fue un pintor tan prolífico como irregular y ello ha obligado a ser extraordinariamente selectivos. El primer sacrificado ha sido el propio Museo del Prado, algunas de cuyas obras atribuidas a Tintoretto han sido excluidas de la exposición por carecer de la calidad deseada. Ello no quiere decir que todas las obras presentes en la exposición sean enteramente suyas. La noción de autoría en el siglo XVI era distinta a la que tenemos ahora y los talleres contaban con ayudantes y colaboradores. En algunas de las obras incluidas, sobre todo en las tardías, es perceptible la participación de ayudantes, como en el Entierro de Cristo de la Iglesia de San Giorgio Maggiore, en Venecia, pero sin que ello vaya en detrimento de la calidad o socave la fortísima personalidad artística de Tintoretto.
El Lavatorio, de Tintoretto, una de las joyas de El Prado.