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Susa, Patrimonio Mundial



París, 12 de noviembre de 2015
Susa apenas es hoy un campo de ruinas, situado en el suroeste de Irán, en los Montes Zagros inferiores, donde quedan escasos restos de grandes civilizaciones.

El sitio definido por la UNESCO abarca un grupo de montículos arqueológicos en el lado oriental del río Shavur, así como el palacio Ardeshir, en la orilla opuesta del río. Los monumentos arquitectónicos excavados incluyen estructuras administrativas, residenciales y palaciegas.

Susa contiene varias capas superpuestas de asentamientos urbanos en una sucesión continua desde finales del quinto milenio a.C. hasta el siglo XIII. En este amplio periodo la ciudad fue un punto clave de los dominios elamita, persa y parto, por lo que sus vestigios tienen una notable importancia como testimonio del pasado. 

Susa está situada al oeste de Tigris, cerca de la frontera de Irak, en las cercanías de una población que aún lleva su nombre Shush. Y desempeñó un notable papel histórico, hasta que fue conquistada por Alejandro Magno en el 330.a.C. Precisamente, Alejandro se casó con una princesa persa en Susa, en una ceremonia en la que casó también a 10.000 de sus hombres con nobles persas, para crear una nueva identidad mestiza en su gran imperio. Tras la muerte de Alejandro, Susa fue perdiendo peso político. El rey Sapor II la arrasó y los Mongoles la arruinaron totalmente siglos más tarde. A mediados del siglo XIX sus restos serían identificados por el explorador británico William Kennett Loftus, quien también hallaría por entonces la ciudad de Uruk.

Los persas tenían la leyenda de que Susa fue la primera ciudad existente en el mundo. Se desarrolló en su origen como centro religioso, para ser luego un centro económico, administrativo y político, amparado en su centralidad respecto a las rutas comerciales. 

Las investigaciones llevadas allí arrojan testimonios que van de la Prehistoria la historia de Irán, y la ciudad aparece como punto de encuentro de dos civilizaciones que luchan y se influencian: por un lado la mesopotámica y por otro la de la meseta de Irán.

A través de su capitalidad de grandes imperios y de sus relaciones con asirios, macedonios y partos moldeó su cultura lo que se ha traducido en variados hallazgos de interés artístico, científico y organizativo. Los restos muestran edificios dedicados a la religión y la burocracia, así como centros palatinos y residenciales, merced a una investigaciones que han ido sucediéndose a lo largo de los últimos 150 años. 

Restos arqeuológicos en Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

Restos arqeuológicos en Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

El Palacio de Darío, en Susa, © Irán. © ICCHTO/UNESCO

El Palacio de Darío, en Susa, © Irán. © ICCHTO/UNESCO

Castillo en el entorno de las ruinas de Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

Castillo en el entorno de las ruinas de Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

Restos de la apadana (sala de audiencias) del palacio en Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

Restos de la apadana (sala de audiencias) del palacio en Susa, Irán. © ICCHTO/UNESCO

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