Valencia, 27 de agosto de 2012
Durante este período surge o se afianza un grupo de primeras figuras que imprime un nuevo sesgo a la actividad artística e inicia el camino hacia la modernidad.
Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916) es sin lugar a dudas uno de los mejores pintores europeos de su época. Su pintura atrapa al espectador que sabe perseverar, y a partir de ese momento cobra extraordinario interés a cada nueva mirada.
Pinazo fue un hombre de talante introvertido y meditabundo, poco apropiado para la aventura y el viaje, de modo que su retiro en Godella (donde hoy se conserva su Casa Museo) le privó de la proyección internacional que Sorolla conquisto muy tempranamente.
Se han venido casi a trazar dos perfiles artísticos de Pinazo: uno lo describe como autor de pintura realista, más académico y hasta cierto punto complaciente con las exigencias de una clientela anclada en unos gustos convencionales que podría sentirse identificada con sus pinturas de historia y retratos; el otro lo presenta como un artista moderno y vanguardista, autor de una pintura más abocetada, basada en la primacía de la mancha libre y antiacadémica, que es la que nos desvela al verdadero artista, y a través de la cual se aproxima al gusto contemporáneo.
Sin embargo, ambas realidades proceden de un mismo tronco y se desarrollan en paralelo enriqueciéndose mutuamente de sus experiencias, aunque con posterioridad el artista, por su propia dinámica vital y de carácter, se sienta más identificado con la práctica de esa otra pintura abocetada en la que triunfan definitivamente sus inquietudes en torno al lenguaje pictórico. Siendo esta última la tendencia dominante en los fondos de la colección del IVAM.
Pinazo casi siempre parte de un asunto, de una experiencia visual, de un hecho vivido o cotidiano, pero frente al resto de sus coetáneos valencianos, sobre todo a los de su generación, puede trascender la anécdota hasta situarse en los límites de una pintura pura que se recrea en su propia sustancia; puede incluso situarse aparentemente al borde de la abstracción pero nunca rompe el hilo que establece una relación con el mundo de lo concreto. Pinazo rompe con la jerarquía de las artes relativizando el valor de los formatos y de las técnicas. Su pintura transporta al espectador por un universo cuajado de sensaciones que son para el artista el camino del conocimiento.
Pinazo en la Colección del IVAM
Hasta el 23 de septiembre de 2012 en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM)
Guillem de Castro, 118, Valencia
Procesión del Corpus. Ignacio Pinazo. 1885. IVAM