Madrid, febrero de 2006.
Ana Alvarez
La fundación Juan March presenta en España, 10 de febrero al 14 de mayo, una interesante retrospectiva de Otto Dix (1891-1969), uno de los principales representantes de la “Nueva Objetividad”.
Se trata de la primera gran exposición dedicada al pintor alemán que se puede ver en Madrid y incluye 84 obras – óleos, guaches, acuarelas y dibujos- de quien vivió los principales acontecimientos que marcaron el siglo XX: la República de Weimar, el nacionalsocialismo y las dos guerras mundiales.
Otto Dix es un pintor de gran interés. Con él se conoce la cultura y la sociedad alemana de su tiempo. Su obra pictórica va de 1914 hasta 1969 y conoció la gloria y el desprecio, en función de los avatares que le tocó vivir, especialmente las dos guerras mundiales y el nacionalsocialismo hitleriano, que le incluyó en la nómina de artistas “degenerados”
Pasó por todos los istmos del siglo XX, pero se puede decir que él fue el realista más crítico de su tiempo, según explicó Ulrike Lorenz, una de las grandes especialista en la obra de Otto Dix.
A través de 35 óleos, 27 guaches y acuarelas y 22 dibujos, la muestra recorre prácticamente toda la obra de Dix desde 1914 hasta 1969, año de su muerte, con especial énfasis a los años 20 y 30, pasados en Berlín y en Dresde y que constituyen la época más importante de su carrera artística.
Entre los atractivos expuestos destaca el gran estudio preparatorio para el tríptico Metrópolis (184 x 405 cm), de 1927-28, su obra más importante junto a La guerra (1932).
La exposición ha sido organizada por la Fundación Juan March con el asesoramiento de Ulrike Lorenz, directora del Kunstforum Ostdeutsche Galerie de Regensburg (Ratisbona), especialista en Otto Dix y autora del catálogo razonado de los dibujos del artista, así como de todos los textos que recoge el catálogo de esta exposición.
Otto Dix fue uno de los pocos pintores de la modernidad que se atrevieron a pintar la decadencia corporal. Se movió en el límite entre lo feo, lo repulsivo incluso,y lo cómico. La decrepitud, la dualidad de eros y muerte fueron los dos polos de su mundo y tema central en su obra.
Tambien se movió entre la ruptura de los ismos(desde el dadá al surrealismo) y la fidelidad al renacimiento, entre lo abyecto y lo sacro.
Los temas clásicos están en su obra. Incluso la pintura religiosa. En sus autorretratos se detecta: En Autorretrato con musa aparece ésta como un Juan Bautista femenino, en San Lucas pintando a la Virgen aparece él, sobre la iconografía eterna mariana y evangélica... y en el Autorretrato con Jan podemos ver un San Cristóbal. Él es el porteador de la vida y su hijo, de dos años, parece bendecir al universo.
Pintor realista hasta hallar la profundidad de la humanidad, aparenta ser un poeta de lo revulsivo y de lo feo. Poco antes de su muerte, en 1969, decía: “No es que yo me obstinase en mostrar lo feo. Lo que ocurre es que todo lo que he visto me resulta bello”. Para Dix, las categorías de lo “bello” y lo “feo” no tenían validez.
“A lo largo de su vida, Dix atravesó casi todas las etapas del ‘siglo de los ismos’”, señala Ulrike Lorenz en su ensayo del catálogo. “Realista, expresionista, dadaísta, maestro antiguo, pintor a la moda y ecléctico, obseso de la constatación y visionario, moralista o cínico... todo esto y mucho más fue Otto Dix. Celebrado como acontecimiento fundamental, calificado de pintor reaccionario de temas oscuros, desacreditado como inventor de obscenidades contrarias a la moral; él mismo se autocalificó de proletario soberano.”
“Como hombre realista, Dix siempre fue contemporáneo y testigo de su tiempo, afectado y observador. Sus cuadros son espejos y comentario a la vez. Dix elaboró y plasmó en ellos sus propias experiencias sobre la guerra y la gran ciudad, y sobre todo sus vivencias contradictorias con personas en situaciones extremas de todo el espectro social. En cuanto pintor, confiaba en lo visible... y en su aguda mirada: Ver solamente lo que está ahí, lo externo. Lo interno se patentiza espontáneamente. Dix toma la palabra a la apariencia, la desfigura hasta el borde de la reconocibilidad y la desenmascara como un contrasentido o engaño... no sin un gusto por lo grotesco.
Sus retratos reflejan a la perfección el carácter del retratado. Sus grandes composiciones constituyen un diagnóstico implacable de su época.
Durante toda su vida el artista se vio entre dos aguas. Su obra fue contemplada y valorada siempre desde ángulos opuestos: por la derecha y por la izquierda, en el Este y en el Oeste. Lo alabaron y lo malinterpretaron, lo condenaron y aniquilaron. Hoy, Dix está considerado uno de los más relevantes artistas alemanes del siglo XX. Su realismo comprometido y ambivalente continuará siendo explosivo.”
Otto Dix. Autorretrato con Jan. Fundación Juan March.
Composición con cuadros de Otto Dix. Pareja y Autorretrato. guiarte,com