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Los claustros románicos de España

Por Tomás Alvarez

Uno de los lugares más bellos y cargados de espiritualidad de los grandes monasterios medievales es el claustro. En su silencio, el amante de la historia y del arte parece sentir los latidos de la vida monacal y los ecos de la historia más profunda.

Los claustros son escenarios emblemáticos de la arquitectura románica europea. Muchos se conservan aún en pie, de otros apenas quedan fragmentos, columnas o capiteles que denotan un vigor artístico notable. No existía catedral o monasterio importante sin su gran claustro.

Ahora, apagada la antaño pujante vida religiosa, muchos de ellos se nos asemejan a grandes contenedores cúbicos de arte y recuerdos. Allá donde pervive alguna comunidad religiosa, aún se pueden ver los trasiegos silenciosos de los monjes, y se aprecia el mimoso cuidado de la superficie central, ajardinada en la mayoría de los casos. Pero allá donde se instauró la decadencia, los pobladores ya no visten hábitos oscuros de los hombres o mujeres de religión. Gorriones y lagartijas son quienes ocupan los sillares derruidos y trepan por los salgueros, zarzales o saúcos que crecen con vigor y libertad.

En el mercado editorial apenas ha habido obras dedicadas monográficamente a este ámbito monacal, analizándolo de manera sistemática. Ahora acaba de aparecer un trabajo magnífico, Claustros Románicos Hispanos, elaborado por un equipo de eruditos españoles, bajo la coordinación de Joaquín Yarza Luaces y Gerardo Boto Varela y editado por Edilesa.

EL CLAUSTRO MEDIEVAL.

En el medioevo, los claustros se constituyen en un eje básico de la vida monacal. Son un gran rectángulo con pórticos laterales. En su entorno se ubicaba el templo, el refectorio, la sala capitular y las residencias de los monjes.

La iglesia está en uno de los muros de este cuadrilátero, constituyéndose ambos –claustro y templo- en sancta sanctorum del centro de oración. A través del claustro llega la luz a todas las dependencias citadas, incluso a las bodegas y despensa.

Es el claustro una calle cubierta que permite el trasiego de gentes de una a otra dependencia, zona de refugio ante inclemencias temporales y sendero para caminar mientras se ora o leen libros de devoción.

El origen del claustro puede estar en el mismo atrio de las casas romanas; de esta forma, el monasterio se conformaría como una gigantesca casa, articulada por el patio central.

Ya la regla de San Isidoro(inicios del sigloVII) define al edificio monacal como un recinto con una sola puerta a la calle. En el año 655 San Filiberto fundó -siguiendo la regla isidoriana- un monasterio para 900 monjes; un enorme recinto cuadrado articulado por un patrio de magníficas arcadas.

Afortunadamente, ha llegado hasta nuestros días el plano original del monasterio de Snkt-Gallen (época de Carlomagno). Por suerte, en el siglo XII, alguien lo utilizó para escribir en su envés la vida de San Martín, y por ese azar pasó a la biblioteca de la comunidad. En él, en el centro del documento, aparece el bello espacio porticado, al lado de la iglesia: el núcleo del monasterio. Todo esto nos permite ver que había una evidente planificación en la construcción de los centros religiosos.

LOS CLAUSTROS HISPANOS.

Quienes viajan por España quedan frecuentemente sorprendidos por los excelentes claustros de monasterios y catedrales. Desde Santiago de Compostela, en el oeste, hasta Sant Pere de Rodas, en el extremo este, pasando por lugares emblemáticos con Silos, en tierras de Castilla o San Juan de la Peña, en el Pirineo.

Todo este tesoro –básicamente de los siglos XI y XII, de ordenes diversas (benedictinos, cistercienses, premonstratenses, etc.) es un inmenso libro en el que se hallan desde bellísimas imágenes a sugerentes soluciones arquitectónicas, en espacios que siguen siendo centros de emoción espiritual.

La obra que acaba de salir se inicia con un análisis de la polifuncionalidad del claustro, las tipologías monásticas y las iconografías, para pasar luego a un recorrido por el territorio ibérico, de la mano de profesores de arte de cada uno de los espacios analizados. Presenta también un abundante contenido planimétrico y una serie de fichas del centenar largo de claustros descritos.

Siempre es hermoso contemplar estos espacios de fe y religión, incluso para aquellos a los que les preocupan escasamente los temas religiosos. Siempre hay un detalle de arte o historia que nos emociona.

Al poeta Gerardo Diego le emocionó un día uno de los claustros descritos, pero él detuvo su mirada en otro elemento: un ciprés.

Sus versos nos permiten cerrar el relato con poseía; con un Soneto al Ciprés de Silos.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi, señero, dulce firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.

Tomas Alvarez

Capitel de San Andrés del Arroyo. Edilesa.

Capitel de San Andrés del Arroyo. Edilesa.

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