El invierno es duro en el interior de Francia; por ello, en los días de cambio de año, la visita a los museos es un atractivo seguro para el viajero. En Dijon, la histórica ciudad de los grandes Duques de Borgoña, se presenta, del 24 de noviembre al 8 de marzo, una excelente muestra: Rembrandt y su escuela.
Es interesante Dijon, aunque en el invierno el frío no anime a pasear por sus calles donde perdura un valioso patrimonio arquitectónico, en el que entra desde las viejas casas “à colombages”(con estructura de madera) a los palacios y su catedral, cuya base se eleva sobre un monasterio de los más remotos tiempos del cristianismo galo.
Es ésta una tierra que desde la antigüedad tuvo peso político, excelentes viñedos y buenos pintores. Dijon, en el siglo XV, fue una de las más celebradas cortes europeas, cuando un hijo del rey francés fue nombrado duque de Borgoña.
En este año, A los atractivos de la ciudad se una exposición que también celebra, a su manera, el 300 aniversario de San Petersburgo, la ciudad fundada por Pedro el Grande, como la ventana de Rusia a Europa, ciudad que en tiempos soviéticos se llamó primero Petrogrado y después Leningrado.
El Ermitage de San Petesburgo, impulsado por la zarina Catalina II de Rusia, ha hecho un préstamo especial al Bellas Artes de Dijon, cediéndole tres obras de Rembrandt y treinta y cinco de sus alumnos.
El conjunto llegado de Rusia se ha completado con otras cuarenta obras, óleos, dibujos y grabados, procedentes de museos de toda Europa.
Desde el siglo XVIII, el conjunto de obras de Rembrandt y su escuela conservados en San Petesburgo de ha considerado como uno de los más valiosos del mundo. Ya el fondo se inició por impulso de Pedro el Grande, pero fue la zarina Catalina II la que se considera como efectiva fundadora de las colecciones insignia del Ermitage.
Por diversas vías, la emperatriz se lanzó a una ambiciosa política de compras, ante una Europa atónita que veía emerger el oscuro mundo ubicado en el extremo oriental del continente. Reformas, campañas militares, compras y presencia internacional dieron fe de que surgía una nueva potencia.
La colección de Rembrandt del Ermitage está representada en el Bellas Artes de Dijon por tres lienzos de primera magnitud. Saskia, el sacrificio de Abraham y el retrato de una anciana dama.
El retrato juvenil de Saskia, comprado en torno a 1770, es una obra maestra del pintor holandés, que presenta a su joven esposa con una delicadeza fuera de lo común.
El sacrificio de Abraham, es una obra grande que proviene de la colección del primer ministro inglés Robert Walpole, adquirida en su totalidad por Catalina en el año 1779. Es una obra de los años 30. Es un tema en el que late una profunda humanidad y que los influyó en los alumnos del maestro holandés, como se testimonia con otros trabajos de la exposición.
Junto a él se expone otro cuadro algo posterior, versión que se atribuyó a Rembrandt y que parece ser de un alumno, Govaert Flink, y con retoques del maestro. también está cerca el dibujo preparatorio de la tela del Ermitage, un préstamo del Museo británico.
El retrato de una anciana(1654) fue considerado tradicionalmente como un trabajo en el que Rembrandt reflejó a su madre. Es un trabajo de interés en el ámbito del análisis psicológico e intimista.
Se presenta en Dijon, en esta muestra del bellas Artes, una serie de generaciones que trabajaron tras la estela de Rembrandt: Gerit Dou, Govaert Flinck, Ferdinand Bol, Gerbrand van den Eeckhout, Samuel van Hoogstraten, Nicolas Maes...
Todo un placer para los amantes de una época dorada del arte holandés, que sirve para revisar la influencia del gran maestro, e incluso la cuestión siempre vidriosa de la atribución de las obras. Precisamente a este respecto cabe recordar que en la parte final de su existencia Rendbrandt perdió el favor del público, e incluso se llegó a calificar su obra como aberrante.
Desprestigiado, algunas de sus obras fueron atribuidas a sus alumnos y sólo en el XIX, de la mano de los románticos, se sacó al pintor del ostracismo.
Algunos datos sobre el pintor.
Nacido en Leyden, en 1606, en una familia prolífica y próspera, pronto se dedicó a la pintura. Hasta 1631 permaneció ligado a su localidad natal, antes de marchar a Ámsterdam. Su maestría fue entonces ya reconocida; se trata de una época en la que estuvo muy influido por la luz de Caravaggio.
En Leyden, donde era maestro ya a los 18 años, contó con diversos discípulos, entre ellos Gerit Dou. Dou fue considerado pronto más importante que Rembrandt, por lo que se falsificaron cuadros de éste último con la firma de su discípulo.
En 1932 marchó a Amsterdam pintando pronto uno de sus cuadros más célebres, la lección de Anatomía del doctor Pulp. Fue un periodo de grandes y caros pedidos, entre ellos varios cuadros religiosos para Enrique de Orange. En el 34 se casó con Saskia, sobrina de un marchante; una mujer que le aportó dote e inspiración: Rembrandt haría de ella musa alguno de sus cuadros más bellos.
A partir de los años cuarenta se incrementó la tensión dramática de su obra, puso más empastes y tonalidades sombrías. Tras la muerte de Saskia, en 1642, su vida se fue complicando; la muerte de sus hijos y de su nueva compañera, sus deudas...
El último periodo del pintor fue de soledad; los pedidos escasearon y también los discípulos. Un cuadro pedido por el propio ayuntamiento de Amsterdam no fue aceptado y él lo destruyó en su mayor parte.
Falleció en 1669. En su caballete estaba una obra no terminada de Simeón ante el niño Jesús, como un presagio de su propia ancianidad ante la justicia del Señor. Era un Rembrant que había desconcertado a sus contemporáneos, que no comprendían cómo buscaba la cara oculta del hombre en sus retratos; como había espaciado sus pinceladas y cómo se entretenía pintando obras como el Buey desollado, en las que rebosa la atrocidad de un sacrificio doméstico, en una visión que retomarían surrealistas como Bacon.
Goya y Delacroix serían sus herederos directos.
Tomás Alvarez
Remdbrandt van Rijn. retrato de una anciana. 1654. Ermitage de San Petesburgo.