El final del XIX y los inicios del XX fueron tiempos de fertilidad creativa en Rusia, con una actividad artística muy ligada al occidente europeo y especialmente a las corrientes de moda en París.
Una selección de obras del Museo Ruso de San Petersburgo se exhibe en la actualidad en Europa occidental, bajo el título "La pintura Impresionista Rusa. Entre el Realismo y la Vanguardia". Es una magnífica exposición que se puede ver en La Fontana d´Or de Girona (Cataluña), patrocinada por Fundación Caixa Girona.
Muchos artistas rusos, en realidad, adoptaron los postulados del impresionismo, aún sin formar un grupo compacto. Algunos permanecieron fieles a este estilo y otros evolucionaron, como Kandinsky o Malévich. Tanto de éstos como de aquellos, la exposición reúne cuarenta y cuatro pinturas, la mayoría óleo sobre tela, creadas entre los años 1880 y 1930, obra de 25 artistas.
Desde el realismo.
En interesante el siglo XIX tanto en el arte como en la literatura de Rusia. La injusta situación social propició un arte cargado de tintes sociales, algo que se detectó ya desde la época romántica. Artistas como Vasili Grigorievich Perov (1833-1882) marcan esa predilección por la crítica social, una predilección que se prolongaría hasta bien entrado el siglo XX.
Arte y sociedad parece que era un binomio que conjugaban las vanguardias rusas, no sólo en la pintura, sino en otros ámbitos como el literario. Desde el XIX, el grupo llamado Sociedad de los Ambulantes intentó conjugar innovación con tradición rusa. Entre sus nombres, Repin, Surikov, Serov, Levitan, Bruvel... Algunos de ellos están en la exposición.
En una sociedad cargada de vida surgieron artistas, mecenas y marchantes. También surgió en el cambio de siglo la revista El Mundo del Arte, que fomentó la relación entre los artistas rusos y las tendencias parisinas. Obras de Picasso, Degas o Monet aparecieron en sus páginas. Además promovió exposiciones donde se mezcló la producción de Europa occidental con la rusa,
Serge Diaghilev, alma de la revista, llegó a organizar en París, en el 1906, una exposición de artistas rusos.
La revista Toisón de Oro, posterior, conducirá a un amplio grupo de pintores moscovitas hacia la orbita más simbolista. Paralelamente, Apollon, en San Petersburgo se consolidaría como otro medio de agitación artística.
La revuelta de 1905 supuso por una parte el divorcio entre el pueblo y el sistema zarista (preludio de los acontecimientos de 1917) pero también significó un nuevo impulso a las vanguardias, y un intento de arramblar con lo que se consideraba anticuado. Ello no fue óbice para que permanecieran corrientes que buscasen un primitivismo naif, alegre y divertido, o un cubismo mecanicista de personalidad propia. Era aquella una sociedad con profundas ansias de renovación, y esto se manifestó en todos los ámbitos creativos.
La exposición.
La exposición esta comisariada por Natalia Novosilzov, experta en la pintura rusa y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien en el catálogo destaca desde los trasfondos filosóficos hasta la musicalidad de la obra de diversos artistas rusos (Es la época de varios grandes de la música como Rimsky-Kórsakov, Tchaikovsky, Skriabin y hasta Stravinsky)
También destaca la vinculación de estas vanguardias con las figuras artísticas de Francia, España e Italia. Así por ejemplo, para los ballets de Serge Diaghilev trabajaron como escenográfos Picasso, Juan Gris, Miró, Matisse, Utrillo, Braque y Chirico. Del País de Goya y Velázquez, los rusos también admiraban la pléyade de pintores modernos, entre ellos a Fortuny, de quien Repin decía que nadie, ni Rembrandt, igualaba en la calidad del dibujo.
La exposición, que puede visitarse hasta el 26 de junio en Girona (Cataluña, España) posteriormente se trasladará a Pamplona y Pontevedra. Presenta una atractiva serie de pinturas, relativamente poco conocidos fuera de Rusia, y en la que abundan los paisajes, retratos y escenas costumbristas.
Reúne obras de pintores que van desde un mirar de teñido de realismo al pleno impresionismo, y creadores que también evolucionaron hacia otras líneas, como Malévich (suprematismo) o Kandinsky (abstracto).
El listado de autores está integrado por Arjípov, Bashkirtseef, Borísov-Musátov, Burlik, Vasíliev, Vereschaguin, Goncharova, Grabar, Dubovskoy, Kandinsky, Korovin, Krímov, Larionov, Levitán, Makovski, Málévich, Pasternak, Pojitóvov, Repin, Serov, Stepánov, Feshin, Yuón, Yavlesnsky y Yaroshenko; muchos de los cuales además de pintores eran teóricos de arte o pedagodos.
En el catálogo de la exposición, Vladimir Lenieshin afirma que el impresionismo ruso tuvo sus orígenes en el seno del realismo. Ya hacia 1870, algunos pintores como Repin, Polénov o Vasílev intentaron acercar el arte a la vida impregnando sus telas de luz y aire, pero era demasiado pronto para que la sociedad y los mismos artistas tuvieran conciencia de este avance como una nueva forma de ver el arte.
En Rusia, el artista se había definido como un ser que busca la verdad, casi un héroe en una realidad difícil e injusta. Parecía difícil que el impresionismo casara con las preocupaciones de Tolstoi o Dostoyevski. Parecía difícil casar la nueva pintura al aire libre sin el retrato de la humillación social.
Hasta finales de 1880 el impresionismo en Rusia existió de forma latente al servicio del realismo, y es a partir de entonces cuando se puede analizar como un movimiento con su propia ética y estética, impulsado en gran medida por un diálogo con la pintura del occidente europeo.
La comisaria Natalia Novosilzov recordó que es conocida ésta época creativa rusa como Edad de Plata, un período que muestra un pujante renacimiento cultural y que "se distingue de manera especial por la convivencia activa, y una relación muy intensa y apasionada entre las diferentes ramas del arte, junto con la filosofía y la poesía".
Son –dijo- los tiempos de grandes pintores, músicos, escritores como Tolstoi y Chéjov, poetas... .
Por Artemio Artigas.
Malévich. Manzanos en flor. 1930