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El Algarrobico

Por Artemio Artigas

La construcción de un inmenso hotel, en la plata del Algarrobico, ocupando terrenos del parque Natural del Cabo de Gata, ha desatado las iras de los conservacionistas, que durante varios días han ocupado las instalaciones, hasta que el ministerio español de Medio Ambiente ha tomado cartas en el asunto.

La intervención ministerial, en cambio, ha causado disgusto en medios locales, porque esta construcción formaba parte de un macroproyecto para promocionar turísticamente el territorio. Es el continuo enfrentamiento entre los intereses particulares e inmediatos y la salvación de la naturaleza, en un país, España, que ha estado castigado por una enorme especulación urbanística, cuyos resultados negativos, en lo ecológico y en lo económico, se pagan ya.

Un problema general

En España existen unas 500 poblaciones a la orilla del mar donde habitan más de 20 millones de habitantes. 2.000 kilómetros de playas, en un litoral español de 7.780 kilómetros, generan una urbanización masiva, que causa problemas medioambientales y desequilibrios en el ecosistema: contaminación, exigencia de los caudales hídricos que tradicionalmente sostenían otros espacios, etc. Las playas están en regresión, no sólo por la extracción de arena y la ocupación de espacios playeros, sino por la merma de aportes sólidos por la desecación de los caudales.

Con un 50 por ciento de las costas urbanizadas, las obras de infraestructura, las instalaciones portuarias, etc. avanzan en ese camino de deterioro, que ya empieza a retraer multitudes de turistas que emigran hacia lugares menos afectados por la especulación.

Un reciente llamamiento de greenpeace decía que el mal uso realizado por el hombre, ha puesto a las costas en una situación de amenaza y destrucción, y criticaba la especulación urbanística y la proliferación de instalaciones portuarias que han sembrado este espacio de espigones, muelles y diques de abrigo, desdibujando el perfil de la costa y alterando irreversiblemente la dinámica litoral.

“Una de las consecuencias más directas de esta alteración es la erosión costera, que afecta gravemente al litoral sedimentario español y cuya expresión más visible es la alarmante desaparición de las playas. Se calcula que el 90 por ciento de nuestro litoral sufre problemas de regresión. A esta erosión hay que sumar los graves impactos sobre los hábitats costeros y sobre los sistemas ecológicos relacionados.

Los temporales que azotan cada otoño el litoral mediterráneo evidencian la fragilidad de nuestras playas. La solución propuesta desde el Ministerio de Medio Ambiente, la regeneración por aporte artificial de áridos, no es más que un parche caro e insostenible, tanto desde el punto de vista económico, como desde el ambiental que, además, no ataja el origen real del problema.

La contaminación es otra amenaza a la que se enfrentan las costas españolas. A la originada por el Prestige hay que añadir los vertidos de aguas residuales urbanas e industriales sin depurar que siguen produciéndose.

“Las actitudes y políticas observadas tanto por la Dirección General de Costas y algunas Comunidades Autónomas –dice greenpeace- ensombrecen el paisaje litoral. Las actuaciones del Ministerio de Medio Ambiente no presagian un futuro muy halagüeño para nuestras costas, sirva como ejemplo la modificación de la Ley de Costas, que se realizó el año pasado, encubierta dentro de la Ley de acompañamiento de los presupuestos generales del Estado, y que fue aprobada gracias a la mayoría del Partido Popular. La modificación aprobada, diseñada al servicio de las empresas constructoras, echa más leña a la hoguera de la especulación urbanística, olvidándose completamente de la protección y conservación de nuestras dañadas y frágiles costas”.

Prestige y Algarrobico

En este contexto, y en los días en los que estaba en la memoria de todos el tercer aniversario del desastre del Prestige, salió a la luz pública el problema del Algarrobico. Una treintena de activistas de Greenpeace ocuparon el 16 de noviembre el hotel que se construye en la playa del Algarrobico, en Carboneras, Almería, con el objeto de pedir a la Junta de Andalucía que inicie trámites de demolición de un edificio que consideran "ilegal".

Los ecologistas colocaron en el edificio sendas pancartas gigantescas con las leyendas "demolición" y "hotel ilegal" como protesta por la construcción de un complejo que, según ellos, dispondrá de ocho hoteles, 1.500 apartamentos y un campo de golf. Entre tanto, otros grupos ecologistas, en sendas embarcaciones, se ubicaban ante la playa con banderas que llevaban un lema "Hotel Ilegal Demolición".

Greenpeace denunció que el hotel, que construye Azata, es un escándalo en el que están implicadas todas las administraciones, añade que la obre es ilegal y que en ella ni siquiera "se respetan los 100 metros de distancia de la playa”.

Ante el escándalo, y después de diversas acciones de los ecologistas, el ministerio de Medio Ambiente anunció el 21 de noviembre el inicio inmediato de un expediente de expropiación de los terrenos ocupados por una parte del hotel en construcción dentro del Parque Natural.

Según el ministerio, el expediente de expropiación se apoya en que se trata de terrenos dentro de la zona de servidumbre del dominio público marítimo-terrestre, de acuerdo con el deslinde recientemente aprobado. En este sentido, se recordó que el deslinde se inició en 1995 y no pudo culminarse antes de la construcción del hotel, por falta de interés del gobierno de Aznar.

El ayuntamiento de Carboneras ha criticado la actuación del ministerio, en una actitud entendible, que coincide con la de numerosos habitantes de Carboneras, que desean un gran desarrollo turístico de la zona. Lo de siempre, lo que beneficia a unos pocos es un daño para el patrimonio de todos. La masiva imagen del hotel en medio de la soledad, ilustra un problema que no es de Carboneras, sino de la generalidad de las costas de España.

En esta imagen de greenpeace se ven las pancartas desplegadas ante el masivo edificio hotelero en la playa del parque natural.

En esta imagen de greenpeace se ven las pancartas desplegadas ante el masivo edificio hotelero en la playa del parque natural.

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