Del 25 de octubre de 2005 al 9 de enero de 2006, el Museo Nacional Centro de Arte Reina presenta una muestra dedicada a Pablo Palazuelo, Premio Velázquez de las Artes Plásticas.
Es comisario de la muestra Kevin Power, quien ha definió la obra de Palazuelo como la de un gran maestro a contracorriente, en el curso de la presentación del evento.
Ana Martínez de Aguilar, directora del Centro Reina Sofía explicó que Palazuelo es uno de los artistas más importantes a nivel español y universal y añadió que éste es uno de los artistas que siguen creciendo hasta el final, con una obra llena de rigor, coherencia, emoción y estética
La exposición que el Centro de Arte Reina Sofía dedica a Pablo Palazuelo cubre los diez últimos años de su producción artística completando así la retrospectiva que se presentó en este espacio en 1994. Con ella,el Museo conmemora el galardón “Premio Velázquez de las Artes Plásticas” otorgado a Pablo Plazuelo en 2005.
La muestra, propone un acercamiento íntimo al pensamiento de Palazuelo a través de una agrupación cuidadosamente argumentada de dibujos, gouaches, esculturas, y cuadros de gran formato, 108 en total. Según el comisario, Kevin Power son obras seguras y definitivas de un artista comprometido con vivir la verdad de las cosas, obras con las que reconoce y se une a un lenguaje creativo que siempre se encuentra en proceso de articulación.
El interés de sus imágenes reside no sólo en su inmediatez sino también en su pasado, su linaje adquirido, así como en su poder para proporcionar misterio y sorpresa. Proceden de una larga ascendencia, de ancestros conocidos, que han atravesado una transformación tras otra. Son, a decir del comisario, transformaciones de transformaciones. Y eso es algo que se percibe en series como Umbra, De Somnis, Dream, Ramo, Oval o Circino.
El propio Palazuelo afirma: “Yo agrupo mis cuadros porque la proximidad física de los varios integrantes de un grupo o familia muestra más claramente un proceso de transformación continua e irreversible que en su desarrollo desborda los límites de cada obra individual”.
Pablo Palazuelo prefiere hablar de ideas y no de cuadros específicos. Los colores, en su obra, son protagonistas al mismo nivel que las formas y están cuidadosamente calculados antes de ser mezclados. El comisario de esta exposición opina que las creaciones de Palazuelo se han vuelto más orgánicas en los últimos cinco años (Dream), relacionadas con el mundo natural (Ramo) y de imagen más reconocible, algo que sólo se hace visible para el artista una vez que la obra está terminada.
El resultado de la obra de Palazuelo en la última década ha sido –en opinión de Power- una intensificación del lenguaje, una mayor libertad con la que indaga el mundo de las formas y los códigos que lo subyacen, y una humildad que explora los límites de su propio pensamiento, mezcla potente de ciencia, genética y espiritualidad.
Según Kevin Power, “las últimas obras de Palazuelo nos acercan a nosotros mismos mediante su poder de misterio y sorpresa, mediante la manera en que el misterio y la sorpresa logran hacerse patentes”, y concluye el comisario que “nos encontramos ante una gran figura que imagina el pensamiento de los tiempos -en eso está la emoción-, y que piensa que no hay nada nuevo en el mundo. Sus obras son testimonio de ello. Es un conjunto de obras que ha llegado en el momento exacto, contracorriente, como siempre, pero llenas de una autoridad clara y de densos significados”
Pintor, escultor y grabador, el madrileño Pablo Palazuelo estudia arquitectura en Madrid y en el Royal Institute of British arquitects de Oxford. Becado por el Gobierno francés se traslada a París en 1948 donde coincide con otros artistas españoles. Sus primeras pinturas neocubistas le conducen hacia la abstracción, de fuerte componente geométrico y matemático, a la que llega en 1947-48. Su obra escultórica, que inicia en 1954, se identifica plenamente con sus pinturas, grabados y dibujos. Convierte en tridimensionales sus formas geométricas planas, y a partir de los setenta su escultura comienza a adquirir gran importancia. Ha sido galardonado con en Premio Kandinsky en 1952, el Premio Carnegie en 1958, la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1982 y, por fin, con el Premio Velásquez en el 2004.
Dream III. 2004. Pablo Palazuelo