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Arte en las joyas

Por Tomás Alvarez Colecciones de arte y museos de todo el mundo atesoran –además de estatuas o pinturas magníficas- bellísimas muestras de estas pequeñas piezas que siempre han atraído el interés del ser humano: las joyas. Caixa Girona presenta ahora una buena muestra sobre esta materia.

Cuando examinamos los restos de los poblados prehistóricos, al lado de las herramientas destinadas a la caza, la pesca o a la confección de vestidos o de calzado, suelen aparecer otras piezas que no tienen una utilidad sino como ornamente de las personas. Los hombres de la antigüedad ya eran amantes de las joyas.

El oro, las piedras o simplemente las conchas de los moluscos eran elementos en los que el hombre encontró desde hace milenios una belleza especial que podía colaborar a realzar el aspecto usual del cuerpo humano. Aunque no todo era ornato. A veces, la joya tenía una finalidad de protección o talismán, e incluso de identificación con un territorio, grupo o creencia.

Colecciones de arte y museos de todo el mundo atesoran –además de estatuas o pinturas magníficas- bellísimas muestras de estas pequeñas piezas que siempre han atraído el interés del ser humano: las joyas. La Colección Lázaro Galdiano es una de las que poseen un conjunto sumamente atractivo, que está siendo expuesto actualmente.

LAS JOYAS EN LA HISTORIA.

La joya es un objeto portátil, de pequeño tamaño, que contribuye al ornato y distinción de la persona. En general se valora como joya aquella pieza de metal precioso, con o sin perlas o piedras preciosas, aunque también se han empleado otros materiales, desde la madera de ébano a las conchas de moluscos.

Esto del ornato viene de lejos, como se atestigua en el estudio de las distintas civilizaciones. En la organización social, el hombre siempre ha tenido diferencias de estatus y precisamente el adorno del individuo o de las esposas era una visualización de la jerarquía.

Desde épocas remotas, numerosas representaciones de damas y diosas muestran el amor a los adornos y las joyas. En el museo británico, por ejemplo, se puede ver la espléndida colección de joyas de la reina Shubad (2645 a.C.) hallada en el cementerio real de Ur.

Collares, alfileres, anillos, sortijas diademas... los pueblos orientales desarrollaron una indudable maestría en el manejo de metales preciosos y pedrería. Los egipcios alcanzaron un enorme refinamiento con materiales como el ébano o el marfil. Algunas pinturas egipcias nos muestran bellas damas, tañendo instrumentos musicales o danzando, bellamente adornadas.

¿Qué decir de las esposas de dignatarios o reinas, como Nefertiti? Sencillas piezas de utilización habitual, como broches o anillos, muestran una inusitada maestría de elaboración. Notables son los camafeos del país del Nilo.

A la finura de los griegos, los romanos añadieron el afán de ostentación. Tomaron las tecnologías de Grecia y Egipto y llenaron ajuares y vestimentas de fíbulas, broches... pusieron ostentosos anillos en las manos, en un estilo que alcanzó niveles increíbles con los bizantinos, especialmente amantes de la pedrería,

La Edad Media, a priori más oscura y dura, no fue un punto y aparte. Los invasores bárbaros amaban el brillo de las piedras precisas, que pusieron en engarces, broches, fíbulas, espadas y cinturones.

Influidos por la riqueza bizantina, los reinos cristianos de occidente fueron importando materiales y copiando tecnologías. Una de éstas fue la del esmalte, aplicado de forma creciente desde el siglo X en adelante en todo tipo de adornos y elementos litúrgicos.

A medida que avanzaba el medioevo, los caballeros gustaron de cargarse de grandes anillos y brazaletes y las damas comenzaron a entrelazar piedras precisas en el mismo pelo. Entretanto, la orfebrería y la filigrana alcanzaban cotas de perfección, que continuaron en los siglos siguientes.

En el siglo XVI, la expansión hispana hizo que afluyesen a los mercados las producciones de oro y plata de un nuevo continente, y la burguesía y nobleza de toda Europa rivalizó en un derroche de belleza. A los elementos personales –collares, brazaletes o anillos- se sumó una utilización de los metales preciosos y la pedrería en elementos de vajilla, coronas, armas, etc. e incluso una inmensa proliferación de los riquísimos objetos de culto.

Y el hombre prosiguió en ese amor por las joyas, si bien ajustando el gusto a los estilos de cada época. Así, en se incorporaron maneras clásicas o gustos por lo medieval(romanticismo), por la naturaleza(modernismo) o por formas más abstractas (cubismo, etc.). Artistas notables (como Dalí) gustaron de realizar piezas en las que dejan su impronta artística.

En un mundo más globalizado, más teñido de economicismo e industrialismo, el hombre de hoy no recurre tanto a la joya para mostrar su estatus, sino a otros elementos como el automóvil o el mismo modelo de agenda electrónica o teléfono móvil. Pero en el ámbito femenino la joya sigue siendo una pieza codiciada, si bien se huye de lo recargado. La propia sustitución del oro (amarillo) por el platino y el oro blanco tal vez esté relacionada con ese intento de aparentar sencillez.

LA MUESTRA DE LA COLECCIÓN LÁZARO GALDIANO.

José Lázaro Galdiano (1862-1947), fue un amante de la belleza que reunió una magnífica colección de arte, entre la que destacan también numerosas joyas, que se han expuesto recientemente en Segovia (100 km al norte de Madrid, España) y ahora se presentan en la Fontana d`Or, sede cultura de Caixa de Girona (al norte de Barcelona), prestigiosa entidad financiera de esta ciudad catalana.

Se trata de una exposición de 113 joyas, en la que se exhiben piezas muy variadas en cuanto a su procedencia, cronología, materiales y usos. La exposición abarca también otros materiales, tales como joyas arqueológicas procedentes de Ampurias, ciudad de origen griego en la costa norte de Cataluña.

Las piezas que se exhiben son anillos, relojes, agujas de corbata, gemelos, camafeos, medallas, condecoraciones, rosarios, cruces, colgantes, relicarios o bolsos y unas 20 pinturas de diferentes épocas, facsímiles y fotografías que complementan la muestra.

UNA FORTUNA DE ORIGEN ARGENTINO.

El financiero José Lázaro se casó en 1903 con la multimillonaria argentina Paula Florido Toledo, quien a su muerte le dejó en herencia todas sus joyas. Lázaro, a su vez, legó a su muerte 13.000 joyas y una gran biblioteca al Estado español.

Entre las joyas expuestas ahora destacan diversas piezas arqueológicas que los expertos consideran que proceden de la colonia griega de Ampurias. Se trata de un brazalete y un collar griegos de entre los siglos IV-I AC, un anillo giratorio fenicio del siglo IV AC y unos pendientes fenicios de los siglos IV-III AC.

La primera parte de la muestra recoge diferentes aspectos relacionados con las joyas: su uso, la expresión artística, su testimonio en la historia, o la expresión de devoción. En la segunda parte, se muestra una sección cronológica de joyería principalmente europea y destacan especialmente las joyas de los siglos XV y del XVIII.

La muestra permite disfrutar de obras de reconocidos joyeros como Giuseppe Bruno, Miseroni o Alfred André y también de Reinhold Vasters, el mejor imitador de Europa de estilos del siglo XIX, que acabó siendo reconocido como un gran artista.

En cuanto a las pinturas, aparecen principalmente retratos y escenas de género de reconocidos artistas, donde la joya tienen un papel destacado, como en el "Retrato de Carlos III" de Antón Raphael Mengs o en cuadros de Sánchez Coello, Vicente López y Miguel Jacinto Meléndez.

Son piezas que permiten penetrar en el conocimiento de cada época. “Estos pequeños fragmentos de metal y piedras –dice Leticia Arbeteta, comisaria del evento- contienen un código precioso, una lente a través de la cual podemos observar la sociedad, las preferencias, las modas del momento, el gusto personal del portador de la joya y de quienes le rodean”.

Castellana o catalina, de varios cuerpos. Del mosquetón central pende un estuche neceser de ágata, que contiene tijeras, navaja, punzón, etc. Procedencia francesa, siglo XVIII

Castellana o catalina, de varios cuerpos. Del mosquetón central pende un estuche neceser de ágata, que contiene tijeras, navaja, punzón, etc. Procedencia francesa, siglo XVIII

Joyas populares zamoranas, alisteñas

Joyas populares zamoranas, alisteñas

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