El Museo del Prado continua la labor de difusión de las colecciones de dibujos, para lo que esta institución dedicó dos salas especiales en la última ampliación de 1999. El centro presentó, el 19 de marzo, una segunda exposición dedicada a Los Desastres de la Guerra, de Francisco de Goya.
En la muestra se presentan, con el patrocinio de la Fundación Winterthur, sesenta y dos obras, que integran el epígrafe El horror de la sinrazón, que se podrán visitar del 19 de marzo al 17 de junio.
Introducción a los Desastres de la Guerra de Francisco de Goya
En 1808 Goya, a los sesenta años de edad, va a ser víctima y testigo de una de las más significativas crisis bélicas de la historia de España: la Guerra de la Independencia (1808-1814). La guerra fue un motivo suficientemente violento y poderoso como para que Goya volviera a retomar esa frenética actividad privada que apenas un reducido número de amigos compartían. De nuevo, como ocurriera años atrás, pensamientos, reflexiones y amarguras encuentran en el dibujo y el grabado el medio natural para expresarse.
En pocas ocasiones se ha llegado a plasmar con tan escalofriante dramatismo, como en los Desastres de la guerra, los horrores de la guerra, sus nefastas consecuencias y, lo que aún es peor, la muerte de la esperanza.
Es muy probable que los Desastres de la guerra tengan su origen en lo sucesos de Zaragoza, pues el pintor se vio inmerso en el mismo escenario de la contienda y en contacto directo con la realidad de una ciudad devastada. Aunque el primer sitio de Zaragoza pudo inspirar casi una veintena de las estampas que forman la colección, la rapidez de los acontecimientos, su viaje por unas tierras que padecían todo el sufrimiento de la guerra, la generalización a todo el Reino de la sangrienta contienda donde se habían implicado militares y paisanos, la inseguridad y el hambre, fueron circunstancias lo suficientemente poderosas para que esa idea inicial se transformara sustancialmente.
Goya comenzó a grabar la serie por lo menos en 1810 —ese año el autor fecha algunas láminas—, aunque al no haber sido publicada en el momento de su ejecución resulta difícil aventurar cuando la dio el pintor por finalizada, si es que se trata en realidad de una obra terminada. Viviendo todos los artistas de esa época una misma realidad, Goya construyó una reflexión sobre aquella guerra y podemos llegar a creer que, incluso su serie, fue fruto de una necesidad por parte del pintor, necesidad de trasladar en imágenes su visión del hombre sin tiempo ni lugar, sin héroes ni hazañas. Goya desarrolló este trabajo de manera silenciosa, incluso secreta porque el momento en el que estaba trabajando en ella era peligroso y tenía consciencia de ello.
Desde el punto de vista de la técnica, y visto ya el dominio que Goya tenía de la combinación del aguatinta y el aguafuerte, los Desastres de la guerra presentan una gran innovación: la aguada. Se trata de la aplicación directa del aguafuerte sobre la plancha con un pincel sin que medie protección alguna en ésta. Es una técnica que proporciona suavísimos tonos rompiendo la brillantez de los blancos pero sin trama alguna como sería el caso del aguatinta.
Goya translucirá una profunda amargura al enumerar los horrores y atrocidades de la guerra, no conmueve, hace reflexionar. Los Desastres de la guerra, como tantas veces se ha dicho, no son una proclama, en estas estampas se exalta a la razón y al valor, en la misma medida que se critica el fanatismo, la crueldad, la injusticia y los vicios que trajeron como consecuencia el terror, el hambre y la muerte.
Por último, en los Desastres de la guerra se denota un apego a la realidad cotidiana que puede explicar la continuidad cronológica que se aprecia en la totalidad de la obra: el levantamiento y la lucha popular, los efectos devastadores de la contienda, el hambre en Madrid, las consecuencias de los siniestros seis primeros años de reinado de Fernando VII y la esperanza de cambio con el advenimiento del Trienio liberal. Los estudiosos han diferenciado tres grandes ciclos en esta colección: hasta el Desastre 47 escenas de la guerra, desde el 48 hasta el 64 las escenas referidas al hambre en Madrid y, finalmente, las estampas referentes al periodo constitucional y al regreso de Fernando VII, las conocidas en ocasiones como caprichos enfáticos.
La serie de los Desastres de la guerra estaba terminada hacia 1815 pero no parece que Goya tratara de hacer edición alguna en aquellos años muy probablemente debido a las circunstancias políticas de España. La primera edición, bajo el título Los desastres de la guerra, fue publicada por la Real Academia de San Fernando en 1863, tras haber adquirido las láminas de cobre.
Datos de interés La exposición de Goya está teniendo tres fases:
I. El proceso creativo: del dibujo al grabado. 18 de diciembre de 2000 al 11 de marzo de 2001
II. El horror de la sinrazón. 19 de marzo de 2001 al 17 de junio de 2001
III. Los Caprichos enfáticos. 25 de junio de 2000 al 17 de septiembre de 2001
Comisario: José Manuel Matilla
Comisaria adjunta: Isla Aguilar
Con motivo de estas exposiciones, el Museo del Prado ha editado El libro de los Desastres de la Guerra.
Producción y realización: Museo Nacional del Prado. [Taller de restauración de papel, Brigada de movimiento de obras de arte, Brigada de mantenimiento, Unidad de exposiciones temporales, Unidad de Apoyo a Dirección).
Con la colaboración de: Calcografía Nacional, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Nacional,
Con el patrocinio de Logo winterthur
Carretadas al cementerio. Sanguina. Obra de Goya. Museo del Prado. Copyright.