Barcelona, 31 de enero de 2017
Picasso admiraba del arte románico su capacidad de explicar la realidad a través de un lenguaje repleto de signos y símbolos, sencillo a la vez que potente. Ahora, y hasta el 26 de febrero de 2017 el MNAC presenta "Picasso románico", una muestra que desvela el interés de Picasso por el arte románico y que permite captar las afinidades entre su obra y el arte de este período.
En 1906, en un momento decisivo de transformación de su estilo, Picasso se instala durante unos meses en el pueblo de Gósol, en los Pirineos. Casi treinta años más tarde, en 1934, visita las colecciones de arte románico del que hoy es el Museu Nacional d’Art de Catalunya. La exposición muestra un conjunto documental conservado en el archivo del Musée Picasso de París, repleto de imágenes románicas, postales del museo con motivos románicos que le enviaban sus amigos, correspondencia y diversos libros y revistas sobre el tema.
Sin olvidar que una de las características principales de la obra picassiana es precisamente su capacidad de transformar cualquier influencia en algo distinto y propio, que al mismo tiempo conserva y supera los modelos originales, la mirada de Picasso sobre el románico es una mirada de valoración artística, no es una mirada arqueológica ni le dispensa ese tratamiento. Picasso parece reconocer en el arte medieval la preexistencia de soluciones plásticas que también se aplican a problemáticas de la creación contemporánea.
Picasso románico gira en torno a tres ejes temáticos:
El primero explora los primeros contactos de Picasso con el románico y en especial se centra en las obras realizadas en Gósol entre 1906 y 1907. La talla de la Virgen con el Niño, que hoy forma parte de la colección del Museu Nacional, se encontraba entonces en la iglesia de Gósol. Picasso realiza ese viaje cuando su obra está experimentando un retorno a un cierto primitivismo, en reacción contra el anterior período rosa.
En 1934, su visita al museo un día antes de su marcha definitiva del país fue un aconte- cimiento ampliamente comentado por la prensa barcelonesa del momento. Ésta será la última estancia conocida del artista en España. El objetivo de la visita era conocer la sala en la que se iban a exponer las obras del artista propiedad del ayuntamiento de la ciudad. Este proyecto no se llegó a realizar. Picasso admiraba la fuerza, intensidad y seguridad de visión y ejecución con la que la mano del artista ignorado había expresado las ideas y los sentimientos que ocupaban su espíritu, y convenía sin vacilar que el Museo románico era único en el mundo e imprescindible para conocer el origen del arte occidental, así como una "lección inapreciable para los artistas modernos".
El segundo eje tiene que ver con el tema de la crucifixión, muy presente en el arte románico, y que a Picasso le preocupó especialmente entre 1930 y 1937. Resulta especialmente interesante relacionar las crucifixiones desarticuladas de Picasso con las crucifixiones articuladas del románico, en especial con el conjunto escultórico de los «descendimientos» que conserva el museo.
El tercer eje se refiere a una imagen también muy presente en la colección románica del museo: la calavera. La muerte es uno de los grandes temas transversales en la obra picassiana, que se expresa en su obra simbólicamente de diferentes maneras y con distintas técnicas. La presencia simbólica de la muerte en su obra se plantea en diferentes variantes: como evocación de la pérdida, como presentimiento de futuro o directamente como realidad vivida. Esta iconografía se reproducirá en la obra de Picasso desde sus inicios hasta los últimos autorretratos, en los que se muestra a sí mismo como una calavera.
Picasso románico
El Museu Nacional d´Art de Catalunya
Hasta el 26 de febrero de 2017
Pablo Picasso. Vanitas, 1946.
Anunciación, nacimiento y crucifixión de Sorpe, detalle. Museu Nacional dArt de Catalunya
Pablo Picasso. La Crucifixion, 1932.
Sant Climent de Taüll, detalle. Museu Nacional dArt de Catalunya