ARTIUM, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, presenta la exposición Huellas dalinianas (hasta el 27 de febrero), organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales(SECC) en colaboración con el propio museo alavés, el Centro de Arte Reina Sofía y la Fundación Gala-Salvador Dalí.
La exposición, que forma parte del programa organizado por la SECC para recordar el centenario del nacimiento de Salvador Dalí, pone de manifiesto la enorme influencia del artista catalán en el arte español entre 1927 (cuando realiza Aparato y mano y La miel es más dulce que la sangre) y el final de la Guerra Civil.
Estas “huellas dalinianas” son evidentes, bien formalmente, bien semánticamente, en las cerca de cien piezas expuestas en Vitoria, correspondientes a una treintena de artistas, entre ellos Benjamín Palencia, Moreno Villa, Maruja Mallo o Federico García Lorca, por citar algunos. Huellas Dalinianas está comisariada por Jaime Brihuega. La presentación de la exposición en Vitoria-Gasteiz cuenta con el patrocinio de Gasnalsa
Después de Aparato y mano y La miel es más dulce que la sangre (ambas realizadas y expuestas en 1927), la pintura de Salvador Dalí queda enfilada definitivamente en dirección al surrealismo. Fue el punto final de un proceso formativo y de intermitente recepción peninsular de dicha poética, que Dalí venía compartiendo íntimamente con Federico García Lorca desde 1925. En 1929 y tras realizar diversas experiencias plásticas que dialogan con Max Ernst, Arp, Tanguy o Picabia su poética visual se orienta definitivamente. Atestiguan esto último obras verdaderamente fundacionales como El gran Masturbador, Monumento imperial a la mujer niña, Los primeros días de la primavera, El hombre invisible... Es también el momento en que Dalí fija su residencia en París, se incorpora plenamente al movimiento surrealista y se convierte en una figura de referencia para la vanguardia peninsular desde la magnitud de esa órbita en la que ya giraban Picasso, Gris o Miró.
A partir de 1929, el surrealismo plástico se difunde intensamente en el contexto peninsular, hasta el punto de convertirse en una de las líneas prioritarias de la vanguardia artística hasta la Guerra Civil. Aunque fueron muchos los referentes que orientaron las diversas direcciones del surrealismo español, las formas dalinianas desempeñaron un protagonismo indiscutible. Unas veces estas formas fueron asumidas con el carácter de verdaderas citas literales, otras funcionaron como término poético de una intensa dialéctica creativa. En cualquier caso, demostraron una intensísima presencia en una gran parte de las manifestaciones del arte peninsular, tanto en el ámbito catalán como en el vasco, el tinerfeño o en importantes aspectos de esa "poética de Vallecas" que tanta difusión tuvo en la España de los años treinta.
Las huellas de Dalí
La exposición ideada por Jaime Brihuega tiene por objeto reconstruir el mosaico que forman estas "huellas dalinianas" en el arte español producido entre 1927 y el final de la Guerra Civil, rastreando simbólicamente incluso los importantes vestigios epigonales que se produjeron en la postguerra. La muestra reúne cerca de un centenar de piezas de más de una treintena de artistas, en las que, de una u otra forma, se detecta un diálogo formal o semántico con la obra producida por Salvador Dalí a partir de 1927. Un diálogo que se concentra en el ámbito del surrealismo sin incurrir en las numerosas conexiones anteriores a esta fecha, en torno a los lenguajes cubofuturistas, novobjetivistas, mágicorrealistas, puristas o neoclasicistas que, sin embargo, sí serán tratados en los textos del catálogo.
En la primera de las ocho secciones de la muestra el visitante puede rastrear las Huellas compartidas, en un apartado que reúne cinco dibujos de Federico García Lorca. En los años treinta, el autor de Poeta en Nueva York se ha incorporado ya a la estética surrealista entendida como un juego intelectual en el que participa con las fichas de su rica iconografía, muy influida por la del genio ampurdanés: peces, figuras amputadas, ángeles, rostros desdoblados, payasos, estrellas, manos y cabezas cortadas.... Entre los dibujos destaca un retrato del pintor realizado en 1927 por su compañero de la Residencia de Estudiantes en el que un Dalí omnipotente, con mitra y paleta de pintor en su avelazcada mano, se sitúa, impresionante, en el centro de la composición con el mar y una torre lunar al fondo. Un retrato que el genio de Figueras conservó hasta su muerte y definió así: “Lorca me veía como una encarnación de la vida, tocado como un dioscuro. La mano tiene cada uno de los dedos convertido en pez-cromosoma”.
Raíces del surrealismo
La siguiente sección, Huellas en la tierra, desentraña las raíces del surrealismo en España, un movimiento que gozó de una especial aceptación entre los artistas españoles renovadores, aislados, tras la Guerra Civil, de las grandes corrientes que alterarían definitivamente el perfil de la historia del arte. Aunque esencialmente los creadores cultivaron esta tendencia de forma individual, surgieron algunas experiencias colectivas como la de la Escuela de Vallecas, que creó una particular estética surrealista ligada a los aspectos más humildes y elementales del paisaje castellano. Un surrealismo telúrico que el visitante puede contemplar en los inquietantes paisajes de los bocetos para el telón y el decorado de Fuenteovejuna realizados por Alberto entre 1933 y 1936; en las Figuras (1930) de Benjamín Palencia; en la Arquitectura vegetal y La huella de Maruja Mallo o en las sugerentes figuras de Viéndolo pasar (tres figuras en un paisaje) de José Moreno Villa, entre otros.
Huellas en un espejo, el tercer apartado de la muestra, reúne las obras del “grupo daliniano propiamente dicho” con una veintena de piezas, que reflejan claramente la influencia del genio ampurdanés, salidas de la mano de Óscar Domínguez, Joan Massanet, José Luis González Bernal, Esteban Francés, Antonio Rodríguez Luna, Ángel Planells, Pablo Sebastián, Federico Castellón, Mariano Andreu, José María Ucelay, José Caballero y Juan Ismael. Sus lienzos se pueblan, así, de manos amputadas que interpretan música ante un piano, caballos de dos cabezas, pechos y orejas que dominan un desértico paisaje, hombres con testa de cuchara, maniquíes, formas indefinidas o árboles que cobijan peces entre otras imágenes surgidas del subconsciente.
El surrealismo también alcanzó la tercera dimensión impulsado por el genio de Alberto, Francisco Lasso, Leandre Cristòfol, Antonio García Lamolla y Ramón Marinello como muestra el apartado, Huellas en el aire, dedicado a la escultura. La madera, el yeso, la piedra y el gres se conjugan en este conjunto de formas estilizadas, redondeadas y evocadoras que convierten el mundo de los sueños en una realidad palpable.
Objetos blandos
Los objetos blandos salidos de la genial mente de Dalí dejaron su impronta indeleble en el panorama artístico español. En Huellas blandas asistimos a la multiplicación de esos objetos imposibles que se instalan definitivamente en la Primavera de Javier Ciría, en las derretidas Formas blandas antropomorfas de José Luis González Bernal, en el esponjoso, El sueño de la voluntad herida, de Ángel Planells o en las maleables formas con las que Joan Sandalinas compone La vida y la muerte. Completan este apartado obras de Estebán Francés, Antonio García Lamolla, Nicolás Lekuona, José Moreno Villa, Jaume Sans, Federico Castellón e Ismael González de la Serna.
En el sexto apartado de la exposición Huellas en línea el visitante se encuentra ante una selecta recopilación de dibujos de Federico Comps, José Luis González Bernal, Nicolás Lekuona, Manuel Viola, José Caballero, Miguel Prieto Anguita e Ismael González de la Serna. Los dos últimos apartados Huellas superpuestas y Huellas en la luz, muestran, respectivamente, los fotomontajes y collages y las fotografías que reúne esta muestra con obras de Nicolás Lekuona, Manuel Viola, Alfonso Buñuel, Josep Renau, Maruja Mallo, Calvache, Josep María Lladó, Dora Maar y Emili Godes, entre otros. Además de las obras propuestas (pintura, escultura, collage, objetos, fotografía), la exposición cuenta con algunos testimonios documentales de la época (revistas, libros, catálogos de exposiciones) que dan fe de la difusión en España de la obra de Salvador Dalí.
Cerca de medio centenar de instituciones y coleccionistas han prestado obras para esta exposición entre las que destacan la Fundación Gala-Dalí, la Fundación Federico García Lorca, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Málaga, el Instituto Óscar Domínguez de Tenerife, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Museo de Bellas Artes de Córdoba, el MACBA de Barcelona, el Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote, la Residencia de Estudiantes y el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, entre otros.
Venus (1927-28) de Federico García Lorca. Colección Fundación Federico García Lorca (Madrid)