Emoción y belleza estética están aseguradas para quien la presencia. “La Ronda” para despertar a los cofrades y la procesión de “Los Pasos" han sido declaradas recientemente de "Interés Turístico Internacional" La tradición de la Semana Santa en la capital del Reino de León se remonta al medievo. Fe y arte van de la mano para escenificar, año tras año, la Pasión de Jesús. "La Ronda" a media noche del Jueves Santo y la procesión del Santo Entierro, en la tarde noche del Viernes Santo, se vienen realizando desde hace siglos. En concreto de la procesión última se tiene constancia desde el siglo XIII.
Al final del Jueves Santo se celebra la tradicional ceremonia de “La Ronda”, que comienza a medianoche en la Plaza de San Marcelo, con el canto de “Levantaos hermanitos de Jesús, que ya es hora”, organizado desde hace siglos para despertar a los cofrades y autoridades con el fin de que acudan a partir de las seis de la mañana a la iglesia de Santa Nonia.
Centenares de personas asisten a esta "Ronda”, protagonizada por cuatro hermanos con túnica, uno de los cuales canta y los otros tres tocan la esquila, el clarín y el tambor.
Los sentimientos afloran entre los leones y los visitantes de esta admirable ciudad cuando se celebra el encuentro, en la mañana del Viernes Santo, de la Virgen de La Dolorosa y San Juan, durante la procesión de “Los Pasos”.
A primera hora de la mañana entra en la Plaza de la Regla el primer “paso” de la procesión, “La Oración del Huerto”, portado por 84 braceros, que pertenece a la Cofradía del “Dulce Nombre de Jesús Nazareno”, que data de 1611 e integrada por más de 4.000 cofrades, algunos de los cuales hacen descalzos el recorrido. Le siguen los otros pasos lentamente, con devoción y con una mística que se transmite entre los asistentes.
Posteriormente los “pasos” se alinean frente a la catedral para presenciar el saludo de San Juan y La Dolorosa, un momento cumbre de emoción que se rompe espontáneamente, tras unos minutos de silencio espectante, por los aplausos de los asistentes.
A continuación, la procesión –con la Cruz de Guía en cabeza, seguida del guión de la Cofrafía y la Cruz con Sudario, símbolo de la Resurrección y del triunfo sobre la muerte- sigue su marcha hasta la Iglesia de Santa Nonia, la misma de donde salió unas ocho horas antes.
Tanto “La Ronda" como la procesión de “Los Pasos" han sido declaradas recientemente de "Interés Turístico Internacional".
Otros momentos muy populares de la Semana Santa en León son la salida en la mañana del Viernes de Dolores de la Virgen del Camino, conocida como la del Mercado, y la suelta de palomas el Domigo de Resurrección en la Plaza de la Catedral. En cualquiera de ellos, el visitante avezado podrá avistar más obras salidas de los talleres de otros de los imagineros más importantes, como Juan de Juni, Gregorio Fernández, Juan de Ancheta, Angel Estrada…
COFRADES DENOMINADOS "PAPONES"
Según los últimos datos, más del diez por ciento de la población de León (más de 15.000 personas) participan activamente en la Semana Santa. Los cofrades o hermanos de las cofradías aquí se llaman "papones". Lo de “papón” viene de las túnicas negras que visten las más antiguas cofradías, y que recordarían al significado originario de la palabra: "fantasma para meter miedo".
Las diversas Cofradías y Hermandades organizan hasta veinticinco solemnes procesiones penitenciales, con 65 pasos, pujados en su mayoría por hermanos braceros, y cinco viacrucis procesionales.
Como en la Cofradía del El Dulce Nombre de Jesús Nazareno (con una excelente figura de Jesús de Pedro de la Cuadra y un Expolio de Díez de Tudanda), la imaginería religiosa destaca en todo su esplendor en la tarde del viernes santo, con la cofradías de “Las Angustias y Soledad” y la “Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz”, que en años alternos procesionan el Santo Entierro.
En la primera destacan las tallas de la Virgen de las Angustias y Cristo en la Urna, muy probablemente obra de Juan de Angers, y en la segunda una excelente pieza de La Piedad de Luis Salvador Carmona, así como un monumental conjunto del Descendimiento del taller de Víctor de los Ríos.
SEMANA SANTA CON IRREVERENCIAS
El León, además, hay una Semana Santa muy particular, muy lejana a la devoción religiosa, irreverente y báquica. Esa Semana Santa pasa por los recorridos por el Barrio Húmedo, el casco viejo, donde, además de arte, hay tascas que alegran el estómago con limonada y vinos de la tierra y una abundancia de aperitivos sustanciosos: pulpo con aderezo gallego, callos y embutidos de alta calidad, en especial la cecina (carne de vaca curada).
Esa Semana Santa irreverente e impía tiene una celebración ya legendaria: el entierro de Genarín.
Genarín era un pellejero, mendicante, putero y borracho, que murió a los pies de la vieja muralla, en un accidente insólito, allá en los inicios del siglo XX. El difunto estaba defecando a la orilla de la muralla, en una explanada de las afueras, y fue alcanzado, en la madrugada, por el primer camión de recogida de basuras que hubo en la ciudad.
Desde entonces, el Jueves Santo, una multitud creciente, le rinde un homenaje de recuerdo. Es una procesión laica y báquica, donde fluye más el alcohol que la religiosidad, que termina ante el lugar del accidente. Allí, aprovechando algún resalte de la muralla romana, se deja para el espíritu de Genarín una botella de aguardiente, un queso, algunas naranjas… y luego -después de algún discurso de recuerdo- se disuelve la reunión, entre cánticos y juergas, para llorar la pena por la muerte de Genaro entre las tabernas de la urbe.
Julio Llamazares, uno de los mejores escritores españoles de la actualidad, tiene escrito un libro sobre esta temática: un libro, a mitad del esperpento y la novela de pícaros, titulado “El entierro de Genarín”. Es la Biblia de este viacrucis en honor de un borrachín muerto hace ya casi cien años.
LA PASIÓN LEONESA, EN FOTOS
En una vieja ciudad, con monumentos clave del gótico y el románico y una religiosidad tradicional, la Semana Santa es un tema de arte. En el 2002, entre las exposiciones de Salamanca Capital Cultural Europea figuró una titulada “Devoción y penitencia” en la que el fotógrafo leonés Gonzalo González-Cayón presentó unas magníficas fotografías en la que se resalta el valor artístico y el dramatismo de la celebración religiosa.
Detalles de la imaginería barroca de bellas vírgenes y rotundos nazarenos, las procesiones populares, los vigorosos claroscuros de esta manifestación litúrgica leonesa destacan en una muestra de carácter itinerante, que recorrerá diversas ciudades de España y también del exterior, algunas de cuya imágenes completan este reportaje.
Por Manuel Carretero
Fotografía de Gonzalo González-Cayón/guiarte.com
Fotografía de Gonzalo González-Cayón/guiarte.com