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El sabor de Roncesvalles

Roncesvalles está en medio de la montaña pirenaica, al lado de unas cumbres verdeantes desde las que se divisan grandes extensiones de España y Francia.

Es un pequeño paraíso, en el camino de Santiago, donde se evocan historias de santos, peregrinaciones y guerras.

Hubo una época mágica y gloriosa, a finales del siglo VIII, en la que Roncesvalles y sus hermosos alrededores atrajeron la atención y el reclamo de Europa y la cristiandad. Entonces, los árabes estaban en su período de expansión y conquista más fructífero; su presencia, la fuerza de sus armas, costumbres e influencia cultural, llegaban hasta la frontera francesa.

Navarra era un territorio en el que se jugó la supremacía de la civilización cristiana frente a la musulmana. Además, era paso obligado del camino compostelano, con sus leyendas e historias fascinantes sobre peregrinos y viajeros llenos de fe.

NAVARRA

La tierra de los famosos sanfermines, hoy, es el punto de arranque del Camino de Santiago en España por el “camino francés”, recorrido por los peregrinos en busca de cultura, deporte, tradición y fe. A pie, bicicleta o caballo, desde Roncesvalles, parten miles de devotos y aventureros en dirección a Galicia. En especial, en los periodos que coinciden con el Año Jacobeo.

Roncesvalles es pura solemnidad monumental y religiosa en medio de un paisaje nemoroso de fresnos y hayas. La Colegiata tiene encanto; su iglesia es como si una pequeña y humilde catedral naciera en los Pirineos.

Los peregrinos que caminan a Santiago, en cuanto cruzan la frontera con España y llegan al alto de Ibañeta, se topan con un mosaico de belleza paisajística, buena gastronomía, espadas, doncellas y arte medieval. Pero, sobre todo, se encuentran con el eco de la poesía épica más conocida y escuchada de Europa: “El cantar de Roldán”, en el que se evoca la sorprendente derrota de Carlomagno en el verano del año 778, en la Batalla de Roncesvalles. Precisamente, en el alto de Ibañeta, se halla un monumento en honor a Roldán.

LAS CRÓNICAS

Las crónicas de la época cuentan que un grupo de vascones, vestidos con pieles y casi sin más armas que unos palos y piedras, se abalanzaron dando alaridos sobre la retaguardia del ejército del emperador franco. Y lo derrotaron por primera vez. Sus tropas no esperaban tal ataque en tierras fragosas y desconocidas. Como el propio Carlomagno reconoció en la corte, le dolió más no saber de dónde habían salido los atacantes que perder a sus mejores guerreros.

En la espectacular emboscada perecieron “los doce pares de Francia”, que es como decir la elite aristocrática de entonces.

El “Cantar de Roldán”nombra 15 veces a Roncesvalles y en él se declama que fueron musulmanes y no vascones los que ganaron la batalla y zahirieron el orgullo de Carlomagno. Se entiende, pues, la congoja y tristeza de la mano franca que escribió el apócrifo poema, ya que de aquella el imperio musulmán consolidaba su apogeo cultural y militar en el mundo, y en verdad, daba más prestigio perder una batalla a manos de los califas que no de unos desarrapados semisalvajes.

MONUMENTOS

En Roncesvalles merece la pena visitar el conjunto monumental que descansa junto al verdor suave de los montes navarros, con edificaciones como el Silo de Carlomagno, el más antiguo. Ahí enterraron a los soldados que fallecieron en la Batalla de Roncesvalles. Durante la Edad Media sirvió también de sepultura para los peregrinos que morían en el hospital. Pegado al Silo nos encontramos la Iglesia de Santiago, de muros románicos y bóveda gótica. A sus espaldas hay una ladera que, en invierno, si la cubre la nieve y la luna es llena, dicen que se refleja en ella.

La joya estética es la Colegiata de Santa María y su cripta, de una belleza y espiritualidad notable. La mandó construir el rey Sancho el Fuerte. Se levanta como una catedral, con tejados de azul metal, en medio del bosque, cuyos pilares nos recuerdan el primer gótico.. En el interior, en la sala capitular nos encontramos las legendarias mazas de Roldán y Oliveros, aunque estudios más recientes aseguran que pertenecen a la Batalla de las Navas de Tolosa.

El viajero que llegue hasta el recinto medieval debe visitar el museo en el que se halla el “Ajedrez de Carlomagno”, pieza de esmaltería de una belleza asombrosa. Dicen que mientras se libraba la Batalla de Roncesvalles, el emperador jugaba sobre él en la vecina localidad de Valcarlos. Como se ve, la leyenda y la épica acompañan de continuo la historia carolingia de Roncesvalles.

En el museo se exhibe el arte sacro de la Real Colegiata: tallas, lienzos, numismática, orfebreria, etc. Destacan también un relicario de plata, románico; una arqueta de plata dorada y filigrana gótico-mudéjar del siglo XIII, junto a varias estatuas de la Virgen.

EL PAISAJE

Este es un paisaje con sabor a medioevo, a la época en que se encargaban los juglares de cantar y contar, para goce y disfrute de nobles y plebeyos, las andanzas y amoríos de los guerreros y doncellas.

Hoy, cualquier peregrino ávido de conocer el hermoso paraje es capaz de hallar los ecos de un mundo pasado, en el que las tropas de Carlomagno perdieron su primera batalla mientras el emperador jugaba al ajedrez.

Juanjo Domínguez

Paisaje e historia se citan en Roncesvalles. Imagen de Juanjo Domínguez

Paisaje e historia se citan en Roncesvalles. Imagen de Juanjo Domínguez

El crucero parece esconderse entre el bosque. guiarte.com

El crucero parece esconderse entre el bosque. guiarte.com

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