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El Thyssen va al lejano oeste

Madrid, 13 de octubre de 2015
La muestra, que estará hasta el 7 de febrero de 2016, sigue los pasos de los artistas que en el siglo XIX se adentraron en los territorios del Oeste norteamericano, mostrando paisajes exóticos y formas de vida de unos indios americanos que declinaban ante sus ojos por el efecto del implacable programa militar y colonizador.

En estos artistas se recrea un mundo con la óptica romántica pero también con la mirada cargada de tópicos y prejuicios. A través de una selección de pinturas y fotografías de artistas como Karl Bodmer, George Catlin, Henry Lewis, Albert Bierstadt, Edward S. Curtis o Carleton E. Watkins, entre otros, la exposición presenta este apasionante capítulo de la historia del arte escasamente conocido en el resto del mundo.

Algunos de los lienzos pertenecen a la propia colección permanente del Thyssen, la única en España con obra de estos pintores, reflejo de la pasión del barón Hans Heinrich Thyssen por las narraciones literarias, cinematográficas y artísticas sobre el Oeste.

La muestra comienza con un prólogo dedicado a los exploradores españoles que establecieron los primeros contactos con las tribus, ya desde el siglo XVI, e incluye diversos objetos además de cartografía para seguir las rutas, los asentamientos, las misiones y los presidios, así como las líneas de contacto y de fricción con las tribus indias. Estos mapas elegidos ofrecen un elevado valor estético y algunos de ellos incluyen dibujos de figuras y tipis.

Más tarde, los caminos hacia el Oeste fueron recorridos por tramperos y compañías de comercio de pieles y, después, por científicos y militares que realizaron largos recorridos y que, desde muy pronto, se hicieron acompañar por artistas que ilustraran sus hallazgos o, con mayor ambición artística, pintaran o fotografiaran los paisajes y sus pobladores originales. El ferrocarril facilitó el acceso a una naturaleza “edénica” interesante para artistas y más tarde viajeros diversos.

Para reprensentar aquella naturaleza desbordante y grandiosa se contó con el trabajo de pintores como Thomas Cole, Albert Bierstadt y Thomas Hill, con un exacerbado lenguaje romántico, que crearon obras que tuvieron gran trascendencia en la historia del arte, así como fotógrafos que influirían enormemente en la imagen que los estadounidenses se formaron del Oeste.

Los primeros artistas que se adentraron en el Oeste en los años treinta del siglo XIX no fueron paisajistas sino retratistas y, con mayor o menor rigor científico, etnógrafos. George Catlin, con su extraordinaria Galería India, y Karl Bodmer, con la precisa documentación gráfica de los Viajes en el interior de Norteamérica, del antropólogo Maximilian zu Wied-Neuwied, nos permiten conocer en profundidad los campamentos indios, la caza del búfalo y los rituales de numerosas tribus, así como fisonomías y atuendos.

Ellos dieron paso a una visión idealizada pero melancólica de la vida india, en la que se funden paisaje y figuras, fantasía y etnografía. En la segunda mitad del siglo, estos temas ya se habían convertido en un subgénero pictórico con tirón popular, asociado a la pintura de historia o a la costumbrista y presente en la producción de artistas como Charles M. Russell, Charles Wimar y Frederic Remington, entre otros.

Se representó el mundo de los indios y hasta los propios jefes tribales, en las últimas décadas del siglo XIX, se preocuparon por inmortalizar su imagen. Así lo hicieron Toro Sentado, Gerónimo o Joseph en el curso de sus viajes por el este de los Estados Unidos para acudir a negociaciones o encuentros, estando ya sus tribus confinadas en reservas. A este momento corresponde la monumental empresa fotográfica y editorial El indio norteamericano, de Curtis, un controvertido y valiosísimo conjunto artístico y etnográfico, hoy en gran parte perdido.

La colonización supuso un violento impacto sobre las culturas indias, en un proceso muy rápido que les llevó casi a la desaparición. Hubo quienes quisieron preservar en la medida de lo posible los restos de ese desmoronamiento, iniciando unas colecciones que han llegado hasta nuestros días. Una selección de trajes, objetos cotidianos y rituales, armas y adornos de las culturas nativas se mostrarán también a lo largo del recorrido de la exposición, ilustrando algunos detalles de la forma de vida de las tribus.

Por último, Miguel Angel Blanco, artista y comisario de la exposición, interesado desde hace años en la cultura india, presenta una selección de libros-caja de su Biblioteca del Bosque, realizados con materiales que ha recogido en sus viajes por los Estados Unidos.

Tomkins Harrison Matteson. El último de su raza. 1847 Óleo sobre lienzo. Cortesía de The New York Historical Society. Donación de Edwin w. Orvis.

Tomkins Harrison Matteson. El último de su raza. 1847 Óleo sobre lienzo. Cortesía de The New York Historical Society. Donación de Edwin w. Orvis.

Henry Lewis. Cataratas de San Antonio, Alto Misisipi, 1847. Óleo sobvre lienzo. Museo Thyssen Bornemisza

Henry Lewis. Cataratas de San Antonio, Alto Misisipi, 1847. Óleo sobvre lienzo. Museo Thyssen Bornemisza

Edward Curtis. Un oasis en las Baldans. 1905. Fotografía. Prints an Ohotographs Division. Library of Congress. Wahington D.C.

Edward Curtis. Un oasis en las Baldans. 1905. Fotografía. Prints an Ohotographs Division. Library of Congress. Wahington D.C.

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