Madrid, 13 de junio de 2013
Del 13 de junio al 4 de agosto de 2013 podrá visitarse, esta muestra dedicada a Giacometti, que plantea las relaciones espaciales que el artista establece entre sus esculturas. La exposición recorre la obra del artista a lo largo de una trayectoria de 40 años, y reúne cerca de 190 piezas, entre esculturas, pinturas, dibujos, grabados y fotografías, procedentes de 32 prestigiosas colecciones internacionales públicas y privadas.
Giacometti desarrolla, dentro de su vinculación al surrealismo, a principios de los años 30, esculturas horizontales, concebidas como maquetas de lugares. En estas esculturas, el espacio se ofrece, obra y pedestal se entrecruzan y tanto el espacio real, como el tiempo real se convierten en parte de la escultura. Estas primeras obras recuerdan, por su tamaño y su carácter, a tableros de juego, en los que el escultor “juega” y donde el espectador se convierte en una ficha más.
Los juegos que se desarrollan giran en torno al erotismo, a la vida y a la muerte, y, tanto en las esculturas como en los dibujos preparatorios que se presentan, se pone en evidencia como el artista experimenta con las distancias y los elementos.
En 1934, Giacometti rompe con el surrealismo para reflexionar en torno a la distancia, la dimensión y la interrelación entre los diferentes elementos de su escultura. Más tarde, en 1945, las figuras de Giacometti evolucionan hacia formas híper estilizadas. En estos años, presenta estas figuras formando conjuntos interrelacionados sobre planchas de bronce, que interpretan lugares urbanos y espacios naturales.
En 1958, Giacometti recibe el encargo de diseñar la explanada que se extiende ante el Chase Manhattan Plaza en Nueva York. Tiene, por fin, la oportunidad de crear una gran plaza en un espacio público. Sobre la mesa de su taller, con la ayuda de una maqueta arquitectónica, Giacometti desarrolla el grupo de figuras para la gigantesca plaza. Modela el hombre que camina, la gran cabeza y la mujer de pie como figuras diminutas, experimentando una y otra vez su ubicación.
El hombre que camina puede interpretarse como esencia de la vida que continúa, de la búsqueda permanente. Tal como él mismo decía, “la gente confluye y se separa, después se aproxima para acercarse unos a otros. De este modo, se forman y se transforman sin cesar composiciones vivas de una complejidad increíble. Es la totalidad de la vida lo que me gustaría representar en todo lo que emprendo”.
Figura coja andando, Alberto Giacometti. 1931-1932
Tres hombres que caminan, Alberto Giacometti. 1948