León, 19 de diciembre de 2011
El libro, editado por Eje Producciones, fue presentado en la fundación Sierra Pambley de León, y está lleno de arte ironía y humor, en un cóctel que incluye una serie chispeante de relatos breves.
El autor señala que se ha divertido mientras realizaba esta obra, que calificó de loca y surrealista. “No es un libro de ensayo, ni novela, ni un texto gastronómico... Es un caos dentro del cual el lector hallará orden, belleza, humor, perplejidad y, muchas veces, una mirada distinta sobre temas que me preocupan y debieran preocuparnos a todos".
El libro cuenta en cada capítulo con una obra de Alfredo Omaña, un valioso autor leonés afincado en Salamanca, lo que le da al conjunto un halo artístico.
Omaña tiene una aguda impronta surrealista, que se muestra en obras como esa flor hecha de restos de cristales de botella, en la que confluye en sentimiento dule de la flor con la inquietud de los vidrios rotos... o en esa otra en la que presenta una jaula en cuyo interior aparece un espejo.
“El espectador mira al espejo y lo que ve en realidad es su cara tras los barrotes... Es un magnífico juego para atrapar a quien mira e introducirlo en la prisión de los pájaros”, opina Tomás Alvarez
“Más que un libro, el conjunto es una instalación surrealista, un ejercicio artístico”, precisa Alvarez, quien destaca la calidad de la obra de Omaña, que encaja perfectamente con el texto.
Como en una obra artística, en el libro, que edita Eje Producciones, “hay arte porque hay imágenes, acción, confrontación... hay diálogo con el espectador”. El payaso que está en la portada -dice el autor- simboliza en realidad a dos personas: a Alfredo Omaña y a Tomás Alvarez, que dedican al lector su actividad creativa y la escenifican en una sala de exposiciones integrada por un centenar de páginas de papel.
“Sobre ese muro de papel, el espectador-lector hallará montones de imágenes, a veces corrosivas, a veces relajantes, siempre capaces para propiciar la reflexión ...esté o no de acuerdo con el fondo”, afirme Tomás Alvarez.
El argumento
Cuatro amigos transforman la mesa de un camping al lado de la orilla del río, en un retablo en el que confluyen viandas, reflexiones y relatos disparatados...
En ese retablo, el tabernáculo es cada día una gran olla en la que están los sabores de las cocinas de nuestra tierra. Y en torno a ese tabernáculo se escuchan los ecos de la despoblación, la literatura, la religión, el amor o la muerte.
El título -según Tomás Alvarez- se inspiró en una obra de El Bosco: “Tierra, agua, fuego y aire aparecen por estas páginas, al igual que en el cuadro del Bosco(El jardín de las delicias)... y aparece también la destrucción y el demonio, que no es sino una globalización que descompone las sociedades para dejar inerme al hombre y conducirlo a la esclavitud del consumir y no pensar".
“En este mundo de autómatas -agrega- el escenario de la obra es la orilla de un río, un paraíso escondido, en el que se cultivan las ideas, el amor, el diálogo, la amistad; un territorio idílico que contrasta con el que está ahí afuera”.
En ese territorio, Tomás Alvarez deja una serie de relatos que son una medicina que permite “contemplar el negro panorama con cierto humor, en un saludable ejercicio que nos enseña a reírnos de nosotros mismos”.
Portada del libro Las delicias del Tuerto
Trabajo de Alfredo Omaña, en Las delicias del Tuerto
El autor, Tomás Alvarez