Madrid, 10 de noviembre de 2016
Tras su paso por Amberes, el Prado presenta la muestra dedicada a Clara Peeters, pintora flamenca, contemporánea de Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders y Van Dyck
La exposición reúne las quince mejores obras, procedentes de diferentes instituciones y colecciones privadas, de la escasa producción conocida de Clara Peeters, cifrada en torno a unas cuarenta pinturas. Entre ellas se incluyen cuatro importantes cuadros que conserva el Prado y que convierten a la institución en una referencia internacional para el estudio de su obra.
Esta muestra supone el estudio más actualizado hasta la fecha sobre su vida y su obra, y sitúa a Clara Peeters en el contexto cultural y artístico de Amberes, poniendo el foco de atención en la situación de las mujeres artistas a principios de la Europa Moderna, cuando los prejuicios generalizados les cerraban muchos caminos.
La exposición está organizada por el Prado y el Koninklijk Museum voor Schone Kunsten Antwerpen, Museo Real de Bellas Artes de Amberes, la ciudad donde nació. Es esta la primera exposición que el Prado dedica a una mujer pintora. No es extraño este último dato, porque la mujer ha estado ausente de museos y academias de arte hasta época moderna.
La presencia de la mujer en el arte se reducía básicamente a ser modelos para el pintor o escultor… Solo algunas –generalmente de familias de artistas- alcanzaron a hacer obras de cierta difusión. Se cree que Clara Peeters sería uno de estos casos, similar al de otras grandes autoras como la pintora barroca Artemisia Gentileschi, de su misma época, o la española Luisa Ignacia Roldán, La Roldana, una extraordinaria escultora barroca, también del XVII.
Clara Peeters cultivó el género del bodegón con un estilo que insistía en la apariencia real de las cosas, revelando una mentalidad vanguardista, ya que, cuando comenzó a trabajar en el género, en la primera década del siglo XVII, solo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo ofrecía una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.
Los bodegones, fechados entre 1611 y 1621, incluyen aves y pescados listos para ser cocinados, alimentos preparados y dispuestos sobre la mesa y vajillas y objetos de gran lujo, con una minuciosa descripción de las formas y las texturas. El elegante contraste entre objetos luminosos y fondos oscuros contribuyen a crear una impresión de sobriedad a los conjuntos.
Estas obras revelan los gustos de las clases más prósperas de los comienzos de la Edad Moderna, que disfrutaban de productos importados como dulces, vinos, frutas o pescado, alimento este último que Peeters convirtió en protagonista de alguna de sus composiciones (siendo la primera artista en hacerlo). Peeters también realizaría los primeros bodegones dedicados al tema de la caza, actividad asociada a la vida aristocrática y representaría además conchas, cuyo origen exótico y peculiar belleza las hacían muy valiosas.
También en sus pinturas aparecen otros muchos tipos de objetos como la porcelana, las copas y tazas de plata dorada, el vidrio soplado; y los contenedores de plata para la sal, que podrían asociarse a la riqueza, el buen gusto, la educación o la cultura.
Clara Peeters a menudo incluyó, en sus cuadros, autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Retratos apenas visibles, que aparecen en al menos ocho de sus obras, de las cuales, seis se pueden contemplar en esta exposición. Estos pequeños autorretratos, en los que se muestra con pinceles y paleta, reafirman su condición de mujer pintora y animan al espectador a reconocer su existencia.
Clara Peeters: La mujer artista en el siglo XVII
Clara Peeters nació alrededor de 1588-90. Once de sus obras conocidas están fechadas y las más tempranas son de 1607 y 1608. Su momento de mayor actividad fue alrededor de 1611-1612, pero se desconoce si pintó después de 1621.
Diversos testimonios permiten suponer que desarrolló su trabajo en Amberes, pues, aunque no aparece inscrita en el gremio de pintores de la ciudad, es citada en un documento como pintora de Amberes y al menos seis de los soportes que empleó para sus cuadros tienen marcas que indican que las tablas fueron preparadas para esa ciudad.
La amplia distribución de su obra en colecciones de Róterdam, Ámsterdam o Madrid sugiere que aspiraba a obtener beneficios de su obra y que trabajaba de forma altamente profesional exportando su arte a través de marchantes, aunque la costumbre y la ley no favorecían la integración de la mujer en el mundo profesional.
Clara Peeters formó parte del reducido número de mujeres que consiguieron salvar las limitaciones existentes y convertirse en pintoras. Pero con la dificultad del aprendizaje del dibujo anatómico a partir de modelos vivos, normalmente masculinos desnudos, a los que las mujeres no tenían acceso, limitaban su producción al género del bodegón o al retrato.
El arte de Clara Peeters
Hasta el 19 de febrero
Museo del Prado
Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre. Clara Peeters. 1611. Museo Nacional del Prado.
Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas. Clara Peeters. 1611. Museo Nacional del Prado.
Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas. Clara Peeters. 1611. Museo Nacional del Prado.