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Cerámica valenciana: una trayectoria fecunda

Parece un designio histórico el buen entendimiento entre los habitantes de Valencia y el arte, y de forma especial en los ámbitos de la pintura y la cerámica, donde abundan maestros de todas la épocas.

Parece un designio histórico el buen entendimiento entre los habitantes de esta tierra valenciana y el arte, y de forma especial en los ámbitos de la pintura y la cerámica .

Ya las civilizaciones prehistóricas dejaron muestras de estas actividades artísticas en el territorio, con obras muy destacadas que hoy se encuentran en museos y libros de historia y de arte.

En el ámbito cerámico, sin duda, la primera gran eclosión tuvo lugar en el período ibérico. Cerámicas de torno, con pasta fina de tonos amarillentos, y pintadas con tonalidades de rojo vinoso abundaron por este territorio.

En especial cabe destacar la cerámica del entorno de Lliria, con una notable precisión en el dibujo de sus figuras, con bellas y detalladas escenas relacionadas con la guerra o las actividades diarias, a las que suelen acompañar numerosas leyendas escritas en caracteres ibéricos.

Estas joyas proporcionan notables datos de la vida de aquellas gentes, más por su dibujo que por los textos, difícilmente interpretados.

Esta rica cerámica quedó desplazada por la llegada de los romanos, cuando se impuso de manera especial la terra sigillata. Durante la época árabe se desarrollaron producciones cerámicas de distintas clases, aunque la más característica es la vidriada.

Pero en torno al siglo XV se produjo otra eclosión de vitalidad en la producción cerámica, con participación de talleres de Manises y Paterna. Parece ser que el rey Jaime I prohibió a los nuevos pobladores ocuparse de los alfares, quedando éstos en manos de la población musulmana, con lo que se consolidaron las tradiciones previas.

Mujeres, jinetes, animales y frutos proliferan en unas piezas atractivas de gran difusión en el final del medievo. Cerámicas de azul, oxido de cobalto, o de verde, figuran entre las más comunes. Las producciones dieron lugar a un comercio de exportación en el que Manises tomó fama europea.

La producción continuó en el siglo XVI. Cerámicas de diversas clases, entre ellas las de reflejo dorado, y azulejería siguieron elaborándose aquí. En la zona se instalaron incluso maestros venidos de Sevilla y Talavera, que renovaron los motivos decorativos. Tanto el palacio de la Generalitat como El Patriarca poseen cerámica interesante de aquel período

Decae en siglos posteriores el trabajo de reflejo metálico de Manises y su cerámica se mantiene más popular y campesina, en tanto que surge la de Alcora. Ese carácter popular queda magistralmente señalado en las cocinas que se exhiben tanto en los museos de Manises como en el Nacional de Cerámica. También proliferan retablillos y calvarios.

Obras modernistas como la Estación del Norte de Valencia o los mercados, Central y de Colón, dan fe de un prodigioso dominio de la técnica cerámica perdurado hasta el siglo XX.

Pero los cambios productivos han afectado al sector. Han desaparecido multitud de artesanos y se ha reducido el numero de fabricantes. Aún así, en el entorno de Manises y Valencia sigue realizándose una notable cerámica de amplio espectro, alguna realizada por artistas individuales, como Safont, y otras por destacados fabricantes que cuidan su producto e innovan. Entre estos últimos, por ejemplo, se puede citar a los Lladró o a la saga de los Benlloch.

Por Beatriz Alvarez

Cerámica valenciana moderna, de Benlloch. Foto guiarte- Fernández Miranda

Cerámica valenciana moderna, de Benlloch. Foto guiarte- Fernández Miranda

Cerámica del siglo XVI, en el Palau de la Generalitat. Foto guiarte- Fernández Miranda

Cerámica del siglo XVI, en el Palau de la Generalitat. Foto guiarte- Fernández Miranda

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