El río esta en el origen de París. Bajo la superficie del la Isla de la Cité, junto a Notre Dame, aún pueden verse restos del poblado galorromano. Allí se ubicaron gentes desde hace varios milenios para explotar un entorno distinto del actual. Las canoas de hace más de 6000 años encontradas en la zona atestiguan que aquellos individuos primitivos estaban familiarizados con el ambiente ribereño.
Cuando los romanos construían sólidos puentes para salvar grandes corrientes sabían aprovecharse de los puntos donde alguna isla dividía el cauce en dos. Este es el caso de París, como fue el caso de Mérida. Una isla en medio de la corriente otorgaba mayor facilidad para esta grandes obras.
Y en torno a esos pasos estratégicos acabaron surgiendo importantes ciudades y centros comerciales. París no fue una excepción.
Y hoy el Sena sigue indisolublemente unida a París, y viceversa. El río divide la ciudad en dos mitades. A un lado y otro está el arte y los grandes edificios... y sobre el río están los puentes; puentes de todos los estilos.
Ya no hay canoas sencillas en el sena, hoy se ven únicamente algunos barcos de transporte comercial y, sobre todo, barcos cargados de turistas que se emocionan al contemplar imágenes de arte y cultura a ambos lados de la corriente.
Varias compañías hacen estos viajes en bateaux mouches y vedettes. Los primeros son amplios y con un techo acristalado para contemplar mejor el exterior, las segundas más reducidas. Existen sencillas visitas guiadas o sin guiar, e incluso recorridos más lujosos, pequeños cruceros que por la noche iluminan con sus focos los puentes y edificios, mientras el viajero toma un aperitivo o cena.
Un recorrido clásico es el que surge a la orilla del Puente dТIena, al pie de la Torre Eiffel. Desde allí remonta la corriente, pasando por el puente de lТAlma, el de Les Invalides, el suntuoso de Alejandro III, y los de la Concorde, Solferino, Royal, Carrousel, des Arts, St-Michel, Pettit, Double, Archeveché, la Tournelle y Sully.
En este trayecto quedan a la izquierda monumentos como la Torre Eiffel, les Invalides Asamblea Nacional, museo dТOrsay, Casa de la Moneda, y Barrio Latino. También se contempla de forma espectacular Notre Dame y las islas de la Cité y San Luis.
La vuelta es por el otro lado de la Isla de la Cité, ciñendo el recorrido a la orilla derecha del cauce y dejando al lado la bella sede municipal parisina, la Conciergerie, y pasando junto al Louvre, Concorde, Grand Palais, hasta retornar al punto de partida.
Si al iniciar el recorrido el viajero no tenía claro el protagonismo del Sena en la Historia y el arte de París, al finalizar el pequeño viaje no llevará duda alguna. Sí, París es un don del Sena.
Embarcación con turistas en el sena, ante el museo de Orsay. Foto guiarte
Billete de acceso a uno de los populares recorridos por el Sena. Foto guiarte