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Historia de la cerveza belga

Amberes, 21 de enero de 2015
Bélgica es un auténtico paraíso para los amantes de la cerveza, una fama bien merecida y que sus más de 1500 variedades confirman.

Durante el año 2015 Bélgica celebrará entre otras actividades la European Beer Bloggers Conference, así como ferias y rutas para promocionar este gran atractivo tradicional belga.

UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA CERVEZA
La reputación de la cerveza belga data desde la Edad Media, momento en el que los monasterios se convirtieron en centros de conocimiento de la agricultura, la ganadería y artesanías como la elaboración de cerveza.

Sería también en la Edad Media cuando se empezaría a añadir sabor a la cerveza con una mezcla de hierbas llamada "gruit", que ayudaba a conservar la cerveza y le daba una mayor duración.

En 1364, el emperador Carlos IV promulga el decreto "Novus Modus Fermentandi Cerevisiam", que requería que los cerveceros utilizaran el lúpulo. Este decreto fue de obligado cumplimiento en todo el Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, al oeste del río Escalda, se mantuvo el derecho a usar gruit. Los cerveceros del Flandes Imperial y Brabante elaboraron por lo tanto cerveza con lúpulo, mientras que en Flandes se siguió elaborando cerveza con gruit y los cerveceros acidificaron su cerveza para ayudar a conservarla durante más tiempo (de ahí el color rojo oscuro de las cervezas elaboradas con gruit).

A partir del siglo XVII, se crean cervezas regionales como la "gerstenbier" (de cebada) de Amberes, la "Leuvense witte" (cerveza blanca de Lovaina), las cervezas negras de Diest y Oudenaarde, y las "caves" (cervezas de bodega) en Lier.

El siglo XIX, durante los años de la Revolución Industrial, los científicos lograron un mejor conocimiento del proceso de elaboración de cerveza y cultivo de levaduras en general.

La Primera Guerra Mundial sería un mazazo para varias industrias cerveceras belgas. Sólo sobrevivirían la mitad de las casi 3.200 cerveceras. Un nuevo y fuerte golpe sería asestado durante la crisis económica de 1930 y a causa de los efectos de la Segunda Guerra Mundial. En 1946, sólo quedaban 775 cerveceras.

En las siguientes décadas, más cerveceras pequeñas cerraron, mientras que las grandes cerveceras consolidaron su mercado.

En 1977 la cultura cervecera belga reaparece en el panorama, y comienza a recuperar reconocimiento mundial en las siguientes décadas.

Entre 1985 y 2000, empiezan a fusionarse grandes y medianas cerveceras y se fundan cerveceras artesanales locales, que elaboran cerveza a petición de los importadores extranjeros que buscan cervezas exclusivas belgas.

A día de hoy el interés por la industria de la cerveza belga es grande. Las cervezas trapenses son cada vez más exclusivas, y son también muy populares las distintivas cervezas de cerveceras locales y familiares.

Entre algunas variedades podemos disfrutar de cerveza de frambuesa, cerveza blanca, cerveza de chocolate, cerveza Gueuze, cerveza de cereza, cerveza negra, cerveza trapense y, por supuesto, la cerveza Lambic, la más conocida, realizada al estilo de elaboración antiguo, con una fermentación espontánea para producir una bebida seca, agria y que mejora con los años.

Dos camareros sirven cerveza belga en un bar de Flandes.

Dos camareros sirven cerveza belga en un bar de Flandes.

Una imagen antigua de una fábrica cervecera en Bélgica.

Una imagen antigua de una fábrica cervecera en Bélgica.

Algunas variedades de cerveza belga.

Algunas variedades de cerveza belga.

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