Guía de Stein am Rhein

La ciudad

Stein am Rhein, que equivale a algo así como montaña o peña del Rin, se halla en el centro-norte de Suiza, en el cantón de Schaffhausen, y es tal vez la ciudad más llamativa de la Confederación.

No tiene esta urbe unas iglesias impresionantes, ni centros de arte de relevancia europea. Pero tiene un tipismo fuera de lo común, con sus casas de entramados de madera cuidadosamente conservadas, originarias en muchos casos del medievo. En este aspecto, Stein am Rhein es realmente excepcional.

Muchos definen a este lugar como una ciudad de cuento, y es cierto que tiene todos los ingredientes para que cualquier viajero pueda imaginar en ella una trama narrativa medieval, llena de princesas y encantamientos.

Esta ciudad, de unos 3.000 habitantes, es una de las más visitadas por el turismo internacional. El viajero lo comprueba cuando pasea por sus calles y contempla sus restaurantes y tiendas de recuerdos llenas de visitantes, muchos de ellos maduros y de aire burgués, quienes deambulan sin prisa por los establecimientos y las calles peatonales.

La población está situada en el oeste del cantón Schaffhausen, en la ribera del Untersee, la parte occidental del lago de Constanza, justo en el punto en el que se reinicia la corriente del Rin.

La ciudad vista desde el aire tiene una forma rectangular, con las esquinas redondeadas, un plano que responde a la ordenación del recinto defensivo medieval, del que perviven algunos elementos.

Un puente une la parte norte (la que en realidad tiene valor turístico) con la zona sur, allí donde se estrecha al máximo el Untersee y empieza la vertiginosa corriente del Rin, que pocos kilómetros más abajo estallará en espuma por las cataratas de Schaffhausen.

Una línea transversal cruza la urbe, uniendo la Rathausplatz, con la Understadt, para finalizar ante la Untertor. Es un recorrido inolvidable. El turista, al llegar a la plaza del ayuntamiento se encontrará con una imborrable imagen, una sucesión de excelentes edificios de entramados de madera, bellamente pintados, con encantadores miradores...

El color de las fachadas, las cuidadas fuentes, el ir y venir de los viajeros crean una estampa inolvidable. La sucesión de lujosas mansiones de origen medieval o renacentista, todas pintadas con esmero, genera una notable emoción estética. Esta es la ciudad de los cuentos, piensa el viajero sensible.

En menor densidad, los edificios llenos de encanto se hallan en otras zonas como la calle Obergass... aunque Stein am Rhein tiene otra gran fachada, que es la que presenta ante el Rin/Untersee, una fachada en la que se estacionan los barcos de pasajeros y ante la cual abundan también los restaurantes y cafés...

Si el viajero se ha enamorado de ese ambiente colorista y mundano, aún tiene un rincón para rememorar la historia religiosa: las dependencias del antiguo convento de San Jorge, en las que hallará la iglesia de altivo campanario, con un interior similar al de la catedral de la cercana Constanza, y un museo que nos acerca a la etnografía y el pasado de la ciudad.

La historia

En esta región de Suiza y Alemania hay una gran tradición de vida religiosa. Dos centros destacaron en especial: Constanza y Reichenau.

Pero Stein Am Rhein también tuvo un origen vinculado a los temas religiosos, pues tomó cierta importancia cuando en 1007 se instaló allí la abadía de San Jorge, por indicación del emperador Enrique II. Hasta entonces, Stein era apenas un punado de cabañas en las que habitaban los pescadores.

Aprovechando el punto donde se cierra el Untersee y donde ya hubo un fuerte y puente en época romana, creció el lugar amparado en la abadía y una ubicación estratégica de cruce de caminos, de modo que en el transcurso de la Edad Media llegó a ser un importante centro comercial.

Buena parte de los viejos edificios de Stein Am Rhein son del final del medievo, una época de esplendor, en la que nació allí el humanista Johann Heynlin, que introdujo la imprenta en Francia.

Pero los mejores días acabaron con la llegada de la Reforma protestante porque la abadía fue secularizada y cayó en poder de las autoridades de Zúrich.

De aquella presencia abacial quedan parte de las instalaciones, y el escudo de la ciudad, en el que aparece san Jorge, sobre un caballo, atacando con la lanza a un dragón.