Las cuevas de Altamira
Las Cuevas de Altamira, conocidas por los vecinos de la zona con anterioridad, fueron oficialmente descubiertas por Marcelino Sanz de Santuola, hacia el año 1876.
Aficionado a la paleontología, este burgués santanderino descubrió algunos signos abstractos a los que no dio gran interés. Volvió en 1879 con su hija, de 8 años de edad, con el fin de buscar elementos de la antigüedad, y fue la niña quien le anunció a su padre que en el fondo había pinturas de “bueyes”.
El grandioso descubrimiento fue acogido con escepticismo, especialmente por expertos franceses que sostuvieron que era creación moderna, prolongándose la discusión científica largo tiempo.
Estas cuevas, situadas a dos kilómetros del casco urbano, entraron en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1985.
Según el organismo internacional, este sitio prehistórico fue habitado desde el Periodo Auriñacense y el asentamiento humano se prolongó a lo largo de los periodos Solutrense y Magdaleniense. La mayor parte de los utensilios de piedra descubiertos datan de este último periodo, así como las célebres pinturas de la gran sala, de color ocre, rojo y negro, que representan bisontes, caballos, ciervos y jabalíes, ejecutados con un virtuosismo naturalista extraordinario.
Un problema de las cuevas fue desde buena parte del siglo XX su fuerte atracción. En el año 1973 se alcanzó el número de 174.000 visitantes. La masiva afluencia de público puso en peligro la conservación de las pinturas. Ello motivó que en 1977 se cerrase la cueva al público.
En 1979 el Ministerio de Cultura creó el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira como instrumento científico y administrativo para la más correcta gestión y conservación de la Cueva de Altamira.
En la actualidad, en el entorno de la cueva hay una excelentes instalaciones museísticas en las que se puede ver cómo cazaba y vivía el hombre Altamira.
En la llamada “Neocueva” se han reproducido las pinturas de la cueva auténtica, y de esta forma el visitante puede conocer este centro del Paleolítico, sin poner en peligro su futuro.
Pinturas de la Cueva de Altamira. UNESCO/Yvon Fruneau
Plano de las instalaciones del museo y la neocueva de Altamira