Guía de Santillana del Mar

La ciudad

Santillana es una localidad relativamente pequeña. Todo el municipio -diez lugares- tiene unos 4.000 habitantes, y la propia Santillana rebasa ligeramente los 1.000 pobladores.

Se encuentra en el centro de la comunidad de Cantabria, muy cerca de la costa, en medio de unos parajes ondulados y verdeantes, cuajados de praderías y bosquecillos.

El lugar tiene interés por su importantísimo patrimonio prehistórico, que ha entrado en la lista de la UNESCO en 1985: las Cuevas de Altamira.

El conjunto urbano tiene una estructura alargada, en una línea que avanza desde el convento de las clarisas, en la parte baja, hasta la colegiata, en la zona elevada. En todo este espacio se alinea un valioso conjunto palaciego que otorga a Santillana un aire aristocrático inconfundible.

Por último, cabe hacer una referencia a su patrimonio religioso, especialmente a la colegiata románica dedicada a santa Juliana, y que ha sido el foco en torno al que creció la población. El propio nombre de Santillana deriva de Santa Juliana.

Es este un lugar con abundante hoteleria y numerosos establecimientos artesanía y restauración.

La historia

En las afueras de Santillana se halla la cueva de Altamira, descubierta en el final del siglo XIX para el pasmo de los historiadores que dudaron mucho tiempo en aceptar que aquellas realizaciones eran del hombre de la Edad de Piedra.

Hay indicios de que en la zona hubo también alguna población romana, pero es en la Edad Media cuando comienza a destacar el atractivo religioso del lugar por la existencia de un templo dedicado a Santa Juliana de Bitinia, cuyas reliquias habrían llegado aquí en los primeros tiempos de la Reconquista.

Se sabe que el monasterio estaba consolidado en el año 1000 y que era un lugar del Camino de Santiago que discurría por la costa, centro que cuidaron los reyes de León, entre ellos Fernando I, en cuyo tiempo la abadía pasó a ser colegiata.

Esta preeminencia religiosa le otorgó un estatus de primacía en la zona costera, y en el siglo XII se hablaba de las Asturias de Santillana, de las que el abad era señor.

A partir del siglo XIII creció el poder civil, de lo que dan fe palacios y torreones, creándose incluso un marquesado de Santillana.

Atenuado su poder desde el siglo XVI, Santillana recibió posteriormente el impulso de las riquezas llegadas de América. Aunque políticamente quedó oscurecida al lado de Torrelavega y San Vicente de la Barquera.

En el XIX la población conservaba un aire culto, aristocrático y romántico, y era visitada por políticos y escritores. El atractivo creció con el descubrimiento de las cuevas de Altamira, en 1879, y en la actualidad su patrimonio es la base de un notable flujo turístico.