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Qué ver en Santander

Santander, capital de la pequeña comunidad autónoma de Cantabria, disfruta de un bellísimo marco geográfico e interesantes lugares que conocer.

Qué ver Palacio de la Magdalena El Gran Casino de Santander Otros edificios civiles destacables La catedral Iglesia de la Compañía Museos de Santander El Sardinero Otras playas

Qué ver

No brilla la ciudad por el arte ni el tipismo de sus calles. Destaca por sus playas, su gastronomía, su paisaje y su aire de pequeña república burguesa, comercial y turística.

De sus atractivos urbanos cabe citar algunos: el palacete de la Magdalena, la catedral, la zona del Sardinero.

Pero el encanto mayor es ese aire plácido y tranquilo que no se ha perdido con el tiempo, unido a una indudable belleza natural, con esa bahía que se abre ante la isla de Mouro, y ese paisaje montañoso que queda al sur, frecuentemente coronado por la nieve…

El paisaje que rodea Santander, de verdor, agua y montañas,  es sencillo y dulce. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El paisaje que rodea Santander, de verdor, agua y montañas, es sencillo y dulce. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Palacio de la Magdalena

El palacio de la Magdalena es en realidad el icono de la ciudad de Santander y representa el impulso burgués y turístico que tuvo esta ciudad desde el final del siglo XIX.

En una pequeña península, situada en la boca de la bahía, frente a la isla de Mouro, se halla este edificio coqueto de aire angoloafrancesado, realizado por una iniciativa de los ciudadanos santanderinos, entre 1909 y 1912, para ser donado a la familia real española, cuya presencia favoreció la imagen turística y de calidad de la urbe.

Dos años después de entregado el palacio se edificaron las caballerizas, especie de pequeño pueblecito, ubicado a la orilla del mar, en la base del otero sobre el que se halla el palacio, con casas de entramados de madera y tejados de elevada pendiente, todo con un aire muy inglés también.

La obra es del arquitecto Javier González Riancho y ocupa un espacio, al sur del Sardinero y al norte del casco urbano central, donde hubo un pequeño fortín que defendía la bahía. Es un ámbito con encanto, en el que hay buena vegetación, una playita, un pequeño ámbito de zoo y zona de esparcimiento para los pequeños.

El edificio de piedra es alargado y presenta un bello juego de fachadas, tejados de pizarra y torrecillas, visible desde muchos puntos del entorno marinero de Santander. Es actualmente propiedad municipal y sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

En la parte norte de la península de la Magdalena está también un pequeño museo al aire libro con algunas de las embarcaciones que utilizó el famoso navegante Vital Alsar Ramírez, nacido en 1933 en Santander, quien recorrió los océanos Pacífico y Atlántico durante sus múltiples viajes, realizados con balsas o con galeones, para viajar desde América a Australia y hacia Europa.

El coqueto palacio Real de la Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El coqueto palacio Real de la Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Las caballerizas parece un pueblecito, anclado en la base de la península de la Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Las caballerizas parece un pueblecito, anclado en la base de la península de la Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El Gran Casino de Santander

El Gran Casino de Santander es un centro de juego creado en la ciudad, frente a la playa del Sardinero.

Se trata de un edificio armónico y de aire modernista del arquitecto Eloy Martínez del Valle, que fue inaugurado en 1916, en la época dorada del impulso turístico santanderino, poco después de que se inaugurase el palacio Real de la Magdalena.

Este edificio sustituyó a uno anterior, de 1870, en el que también hubo notable vida aristocrática.

Prohibido el juego tras la llegada del franquismo, el casino languideció hasta que volvió a sus funciones clásicas en 1978.

El edificio cuenta con espacios para juegos, restauración, banquetes, sala de fiestas, así como sala de exposiciones.

El Gran Casino, dominando la plaza de Italia. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El Gran Casino, dominando la plaza de Italia. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Otros edificios civiles destacables

En el Santander de fines del XIX y principios del XX hubo un periodo de esplendor que quedó reflejado en muchos de sus edificios.

Un punto destacado es la cercanía del palacio Real de la Magdalena, donde se desarrolló una fase expansiva que podemos sintetizar en tres edificios: el gran Casino, ya mencionado; el hotel Real y el chalet de Adolfo Pardo.

El hotel Real, es emblemático, por su situación dominando una colina boscosa y con magníficas vistas sobre la bahía. Tiene cinco plantas, con un pórtico sobre una gran terraza. Es obra del arquitecto González Riancho, de aire afrancesado y modernista, y color blanco inmaculado. Fue inaugurado en 1917.

Muy cerca del hotel Real está el chalet del naviero Adolfo Pardo, también de González Riancho, obra terminada en 1918, y que actualmente pertenece a la familia Botín.

En el casco urbano, toda esa época fue también de florecimiento. Entre los ejemplares cabe citar el edificio del Banco Vitalicio, en el inicio de la calle Castelar. Es otro ejemplo de construcción del principio del siglo XX, obra de González Bringas, de 1919.

Otra de las casas emblemáticas es la del Banco Mercantil, ante la Plaza Pombo. Es obra de Casimiro Pérez de la Riva, en la que abundan los elementos escenográficos y un aire de Art Nouveau

El modernista Lluis Domench i Montaner, también dejó su sello en esta época, con el edificio de la Caja de Ahorros de Santander (actualmente sede de la Obra Social) inaugurado en 1907 por el propio Alfonso XIII.

Otro edificio de prestancia es la sede del Banco de Santander, en el Paseo de Pereda, con cierta aparatosidad, por su arco central. Es obra de Javier González Riancho, terminada en 1923. La razón del arco es la necesidad de dar paso a una calle transversal.

Finalmente, cabe citar la plaza de Pedro Velarde o plaza Porticada, hecha tras el incendio de 1941, en un estilo propio de los inicios del franquismo, cuando se recupera el Herreriano. Inaugurada en 1950, en la que colaboraron González Riancho, Rafael Huidobro y Valentín del Noval, donde se ubican diversos centros sociales, entre ellos el de Caja Cantabria, con sendas esculturas que en su origen fueron un escándalo entre la sociedad conservadora por el realismo de los desnudos. En la plaza está también una estatua dedicada a Pedro Velarde, héroe de la Guerra de la Independencia.

Banco Marcantil, en Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Banco Marcantil, en Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Sede del Banco de Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Sede del Banco de Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

La catedral

El principal edificio religioso de la ciudad de Santander es la catedral, que se halla dominando un cerro, cerca de la costa.

Este era un antiguo monasterio dedicado a los santos Emeterio y Celedonio, ubicado, al parecer, encima del viejo asentamiento romano.

Ya en tiempos del emperador Alfonso VII el templo de tales reliquias cobró categoría de colegiata y poco después se iniciaron las obras del edificio actual, que luego ha sufrido numerosas modificaciones por nuevos añadidos y reparaciones, pues el templo fue afectado por diversos desastres, entre ellos el incendio por la explosión del buque Cabo Machichaco, en el siglo XIX, y el gran incendio que dejó destruida buena parte de la ciudad en el siglo XX.

La planta inferior del templo, conocida a veces como la cripta, es de aquella época. Tiene tres naves sostenidas por voluminosas columnatas que otorgan al espacio una apariencia sumamente achaparrada. Se la conoce también como iglesia del Cristo, y es de un románico ya muy avanzado.

Sobre esta estructura se alza la catedral, que es básicamente del XIII y XIV, aunque fue reconstruida en gran parte en el siglo XX, después de los desastres referidos anteriormente, y que acabaron con buena parte de las riquezas del interior. La reconstrucción se aprovechó para ampliar el espacio y eliminar elementos barrocos.

El retablo de la capilla Mayor es barroco, y se trajo de la localidad de Tamariz de Campos durante la última reconstrucción. Cerca del arranque de la girola se puede ver una bella pila de mármol, traída por los marinos santanderinos que participaron en la toma de Sevilla a los árabes. Finalmente, otro elemento de interés es la tumba de Marcelino Menéndez y Pelayo, obra de Victorio Macho.

Este templo adquirió categoría catedralicia en 1754, fecha de creación del obispado de Santander.

El edificio, de austera apariencia exterior y torre achaparrada cuenta también con un claustro de final del gótico.

La austera catedral de Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

La austera catedral de Santander. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Iglesia de la Compañía

La Iglesia de La Anunciación o de La Compañía de Santander tiene una magnífica portada inspirada previsiblemente en otra realizada por Rodrigo Gil de Hontañón en Villagarcía de Campos.

El autor real de la obra es Juan Gómez de Nates, quien trabajó antes de realizar su obra santanderina en la iglesia vallisoletana citada. Tanto una como otra fueron encargadas por doña Magdalena de Ulloa, la tutora de don Juan de Austria.

Este templo es el mejor exponente del Renacimiento en la región cántabra. Tiene una fachada armónica de dos cuerpos. En el inferior está la portada de acceso, con un arco de medio punto rodeado de pilastras, sobre el que aparece un frontón partido que tiene en el medio una hornacina con la imagen de la Virgen.

En el cuerpo superior aparecen sendos grandes escudos de familias nobles que apoyaron la realización de la obra.

En el interior, de una nave y capillas adyacentes, hay una bella cúpula coronando el crucero.

Portada de la Iglesia de La Anunciación o de La Compañía. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Portada de la Iglesia de La Anunciación o de La Compañía. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Museos de Santander

Entre los atractivos patrimoniales santanderinos hay que citar algunos museos.

El de Prehistoria y Arqueología de Cantabria es especialmente importante por sus contenidos de la época prehistórica, testimoniando el rico pasado de los lugares cántabros, entre ellos la cueva del Castillo.

El Marítimo, recoge entre sus fondos elementos etnográficos, biológicos y otros relacionados con la historia y tecnología de la explotación del mar.

El museo de Arte Moderno y Contemporáneo posee piezas de artistas diversos, pero especialmente de la región.

La ciudad, además, tiene una notable vinculación con el erudito Marcelino Menéndez Pelayo. La Biblioteca está en un edifico historicista que recoge el legado del polígrafo, tanto libros como otros elementos, entre ellos esta que le hizo Mariano Benlliure. La Biblioteca fue inaugurada por el propio rey Alfonso XIII. Cerca está la casa familiar, una construcción del siglo XIX de aire afrancesado.

Museo Marítimo del Cantábrico. Imagen de www.cantur.com/

Museo Marítimo del Cantábrico. Imagen de www.cantur.com/

El Sardinero

Hablar de playas en Santander es referirse al Sardinero, zona costera , turística y residencial, situada al norte de la ciudad, pasada la península de la Magdalena.

Desde la pequeña península coronada por el palacio real hasta la zona de Mataleñas se extiende un arenal, que ganó fama a partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la ciudad inició su transformación turística.

Habitualmente se habla de dos playas del Sardinero, dividiendo el espacio entre la una, la más cercana al viejo casco urbano, y la dos, más al norte, por los jardines del Piquío. La una, cerca del palacio, antaño era la que frecuentaba la aristocracia, en tanto que la segunda era más popular.

El palacio, el casino, el hipódromo y otras instalaciones deportivas acompañaron al crecimiento urbano de esta área en la que se ubicaron hermosos chalets de hacendados locales y del resto de la península, a la vez que se articulaban paseos y jardines para darle un aire lujoso y competitivo con otras urbes turísticas como Biarritz o San Sebastián.

Merced a la buena dotación de servicios y centros de gastronomía y ocio, la zona pasó de ser meramente turística a residencial, y hoy es una de las preferidas de los santanderinos como centro de vida permanente.

Es esta una buena zona para hallar centros de ocio y de restauración, y también para pasear. Los jardines de Piquío son una de las zonas verdes más agradables de la ciudad, y se hallan al mismo lado de la playa.

El Sardinero cuenta con magníficas instalaciones turísticas, desde el XIX. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El Sardinero cuenta con magníficas instalaciones turísticas, desde el XIX. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

Otras playas

Aparte del Sardinero, la ciudad de Santander tiene otras playas agradable y con buenos servicios, aunque menos famosas.

Entre el Club Náutico y la punta de la península de la Magdalena se extiende otro arenal excelente, que recibe diversos nombres: playas de los Peligros, de la Magdalena y del Bikini. Son prácticamente el mismo arenal, de aguas tranquilas.

La playa del Bikini recibe este curioso nombre porque en el pasado las estudiantes que venían a los cursos de la Menéndez Pelayo se atrevían con esta vestimenta de baño, ante la atónita mirada de los habitantes locales, más pudorosos y conservadores.

El nombre de la de Los Peligros no respondía a la bravura del mar, sino a que esta zona, al norte de la ciudad y ligeramente resguardada, era el punto por donde podían llegar embarcaciones que asaltasen la zona.

Al norte de la península de La Magdalena y en paralelo a la avenida de la Reina Victoria está en primer lugar la playa del Camello, llamada así por la forma de unas rocas, que recuerdan a un dromedario.

Más allá aparece la playa de La Concha, que enlaza ya con la zona del Sardinero. Todas estas tienen buenos servicios y son bastante concurridas.

Al norte del Sardinero aparecen aún algunas playas de menor tamaño, la primera de ellas la de Mataleñas, de difícil acceso, pero a la que merece la pena acercarse por su aislamiento y belleza natural.

Más adelante esta la del Bocal, también de reducidas dimensiones, muy tranquila.

El hotel Real, desde el arenal de La Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

El hotel Real, desde el arenal de La Magdalena. Guiarte.com/ José Manuel Fernández Miranda.

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