Espacios urbanos
Cuajada de grandes monumentos, Roma destaca también por sus atractivos espacios urbanos, en los que apetece pasear, gozar del arte o simplemente sentarse y descansar.

La plaza de España
La iglesia de Trinità dei Monti preside uno de los espacios urbanos más célebres de Roma, frente a la escalinata de la plaza de España.
La iglesia, del siglo XVI, es de apariencia sencilla pero guarda buenas pinturas de Daniele da Volterra, Zuccari y Andrea Pozzo. Ante la fachada hay un obelisco que no es egipcio, sino italiano, del siglo XVIII. Es el último obelisco que se plantó en Roma.
Una escalinata barroca salva la distancia entre el templo y la plaza de España, llamada así porque allí estaba la embajada española. Al pie de la escalinata, la fuente de la Barcaccia.
También está allí la estatua de la Inmaculada, Virgen de neta vinculación al catolicismo español, muy cerca del colegio de Propaganda Fide, con su gran fachada, obra de Borromini 
Esta es una zona que siempre ha estado muy animada. Hay buenos cafés y negocios comerciales. La propia escalinata cuajada de animación, con jóvenes de todas las edades es una cita indispensable de la estancia en la ciudad.
A la plaza llega la vía Condotti, donde se encuentran tiendas diversas, elegantes…y caras. La Vía del Corso, perpendicular a Condotti, está siempre animada, con cafés, tiendas de moda y almacenes comerciales. Es una arteria vital de la urbe.
Quirinal
Si avanzamos hacia el sur, desde la zona de la Plaza de España, podemos llegar al Quirinal pasando por un montón de callejas que nos conducen entre otros lugares a la Fontana di Trevi. 
Trevi, deriva de tres vías, porque son tres las calles que confluyen ante esta aparatosa fuente, en la que Océano conduce un carro tirado por caballos, en medio de un ambiente marino.
Nicola Salvi es el autor de esta obra, prototipo de fuente barroca, en la que lo de menos es el agua. En realidad se trata de una inmensa fachada palaciega, ante la que se planta una escenografía mítica.
Esta es una zona de pequeñas iglesias en las que se esconden a veces interiores ricos, como la de San Marcello al Corso, que posee una buena crucifixión de Van Dyck.
Cerca de todo ello, el palacio del Quirinal, inmenso edificio que antaño habitaron los papas y luego paso a ser residencia del presidente de la Republica de Italia.
En la plaza, ante el palacio, un gran obelisco entre las estatuas romanas de Cástor y Pólux, procedentes de las termas de Constantino.
Avanzando hacia Plaza Venezia llegaremos a la zona del Palazzo Colonna, con la iglesia de los Santos Apóstoles, en las que se albergan las reliquias de Felipe y Santiago el Menor, pero sobre todo allí hay un soberbio sepulcro de Clemente XIV, obra de Canova.
…Y en la Galería Colonna, una selección extraordinaria de arte: obras de Ghirlandaio, Bronzino, Tintoretto, Carracci, Guido Renni, Ricci, Claudio de Lorena
Plaza Venezia
Desde el palacio Colona ya se ve la Plaza Venezia, a la que se asoma el palacio Venecia, residencia papal, luego embajada de Venecia y en el siglo pasado, durante el gobierno fascista, centro político del dictador Benito Mussolini, quien reunía a sus adeptos en la plaza y les arengaba desde este severo palacio.
Esta es una zona de encuentro de las Romas de distintas épocas, a la que se asoma el monumento a Víctor Manuel II e incluso el Foro Trajano.
Tras el palacio Venecia está la Iglesia del Gesú (del Sacro Nome di Gesù) que es la iglesia central de la Compañía de Jesús. Es importante desde el punto de vista artístico por su estructura barroca que se difundiría por toda América y buena parte de Europa.
Es obra Jacobo Vignola y Giacomo della Porta. Se trata de una iglesia que asume el ideario de Trento, suprime el Nártex y da una preminencia total al altar. El barroquismo interior es notable, y muy interesantes también las pinturas del techo.
Luego, cerca del templo de Gessù, el viajero entra en la zona de la Rotonda, donde se puede encontrar tanto el extraordinario templo del Panteón (explicado en otro punto de la guía) como el Palacio Doria, con la conocidas Galería de los Espejos, y su magnífica Capilla. 
El palacio, propiedad privada, acoge una grandiosa colección artística cuya estrella es el retrato que Velázquez pinto a Inocencio X, retrato que ha servido de modelo a otros grandes pintores.
Y ante el Panteón, la plaza de la Rotonda, ofrece un magnífico punto para sentarse y descansar del paseo, en torno a un café, en esta bulliciosa y artística plaza.
Plaza Navona
No lejos del Panteón se halla la plaza Navona, que en realidad es el espacio en el que estaba el Estadio que Domiciano construyó en el siglo I d.C.
Es un punto esencial de Roma, sólo tranquilo en algunas horas de la noche. Turistas y romanos aman el paseo por esta plaza alargada que fue un inmenso campo de ruinas desde el final del imperio, del que se sacaban mármoles y piedras para construir iglesias y edificios de todo tipo.
En el siglo XV se instala aquí un mercado, y la zona revivió para ser escenario en los siglos siguientes de festejos, carnavales, torneos e incluso festejos navales, en los que se adornaba el espacio con grandes decorados efímeros.
Alargada y relativamente estrecha, la plaza es peatonal y llena de bullicio, rodeada por edificios relativamente armónicos y amenizada por sus fuentes, la central con el obelisco que ubicó allí Bernini. Esta, la fuente Fiume, presenta alegorías de los grandes Ríos: El Ganges, el Nilo, el Danubio y el de la Plata. 
Enfrente, está la iglesia de Santa Inés en Agonía (Sant'Agnese in Agone) obra de los Rainaldi y Borromini, con su elegante fachada cóncava.. Desde aquí se puede avanzar hacia el sur para encontrarnos con dos palacios notables. El primero de ellos el de Cancellería.
El palacio de la Cancellería es una magnífica obra barroca. Andrea Bregno y Bramante son sus autores. El nombre del palacio se debe a que en él se ubicó la Cancillería del Vaticano. Goza de extraterritorialidad, es decir, sigue perteneciendo al Vaticano. Es sobrio y armónico.
Campo dei Fiori
El espacio más pintoresco de esta zona romana, también animada por el comercio y el turismo, es Campo dei Fiori, una plaza, rectangular que acoge los días laborables un mercado popular, en el que se venden desde flores a legumbres o pescado.
Esta plaza ha sido un centro popular de Roma desde el siglo XV, cuando fue construida. También ha sido un centro de acogida de peregrinos, pues en torno a ella se alineaban las posadas. También fue punto de ejecución de reos. Aquí fue quemado, en 1600, Giordano bruno, filósofo acusado de herejía. 
Más cercano al Tíber se halla el Palacio Farnese, Es el más bello palacio renacentista romano y contó con arquitectos como Sangallo, Miguel Angel y Giacomo dalla Porta.
Alberga buenas pinturas de Anibal Carracci en la extraordinaria Gran Galería, la mejor sala. La soberbia fachada principal da a la plaza Farnesse. Es obra de Sangallo y Miguel Angel, quien “animó” el diseño de Sangallo con la espectacular cornisa y el vano sobre la puerta de acceso.
El interior es principalmente de Miguel Angel. La plaza Farnese cuenta con fuentes que provienen de las termas de Caracalla.
Otro palacio notable es el Spada, a pocos metros del Farnese. Es también notable por su fachada manierista y por un una obra maestra de Borromini, un trampantojo de columnas donde que crea artificialmente una larguísima perspectiva.
La colección de pintura es extraordinaria, con obra de Reni, Tiziano Andrea del Sarto, Brueghel el Viejo...
Boca della Verità
La zona de la Boca della Verità es también muy conocida. Tiene muchos restos de la antigüedad, entre ellos un relieve circular (puede ser una fuente o una tapa de alcantarilla romana) en la que se representa una máscara. La pieza está asociada a leyendas antiguas que afirmaban su capacidad para detectar la mentira.
La pieza está en el pórtico de la iglesia de Santa María in Cosmedin, del siglo VI, con reformas posteriores, muy cargada de historia, que alberga entre sus reliquias el cráneo del patrón de los enamorados, San Valentín. La iglesia es muy visible por su altísimo campanario románico. Ante ella aparecen dos pequeños templos romanos. 
Esta es la zona del llamado Foro Boario, en un ámbito muy activo en la roma antigua, al lado del puerto fluvial y la Isla Tiberina, que facilitaba el cruce de la corriente.
El Foro Boario significa algo así como mercado de bueyes, y en torno a este ambiente comercial se instalaron muchos mercaderes extranjeros, sobre todo griegos.
Siempre exigieron lugares de culto en este espacio, por eso aún podemos ver allí los templos de Hércules y el de Portunus, salvados en la Edad Media por su transformación en logares de culto cristiano. El de Hércules es circular, rodeado de columnas, en tanto que el de Portunus es rectangular, con cuatro columnas en el frente y siete en sus lados.
El amante del arte encontrará poco más al sur, también cerca de margen oriental del Tíber, la iglesia de Santa Sabina, de un marcado sabor paleocristiano, es del siglo V.