La Catedral
Siete flechas se elevan al cielo en Limburgo, son las de las seis torres y el gran cimborrio de la catedral que domina un magnífico otero que bordea el Lahn.
La catedral se eleva allá donde hubo un templo al menos desde el siglo IX, dedicado a san Jorge, donde luego se erigió una colegiata que en 1190 se renovó con un estilo que funde románico final con gótico.
Teodorico II de Wied, arzobispo de Tréveris, consagró en 1235 la nueva edificación, bajo dos advocaciones: San Jorge, para los canónigos y San Nicolás como parroquia local.
Las obras del grandioso templo siguieron aún en buena parte del siglo XIII.
La catedral fue restaurada en el siglo XIX por impulso del ducado de Nassau, con algunas innovaciones para adaptarla al estilo inicial. En el inicio del XX también se restauró nuevamente al cumplirse los 700 años del templo. Una última restauración es de los años setenta. La catedral es de tres naves con un crucero que se realza por la elevación del cimborrio. Merced a los tres niveles de altura, con su tribuna y triforio, la catedral tiene un ambiente luminoso y espiritual.
Hay diversos elementos de interés, aparte de ese magnífico espacio interior cargado de belleza, entre ellos cabe citar las pinturas murales, del XIII al XVII; la tumba del fundador del capítulo de los monjes, del XIII; una fuente bautismal del XIII; una dulce virgen barroca, del XVIII; el altar de Santa Ana, del XV, y el monumento familiar de Mudersbach, del XV.
Interior de la catedral de Limburgo. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com
Portada de la catedral. Imagen de Tomás Alvarez. Guiarte.com